Perderme A Mi...
Enviado por LauraGaGu • 24 de Noviembre de 2013 • 1.963 Palabras (8 Páginas) • 205 Visitas
Perderme a mí…
En su vida había tenido muchas historias, era un hombre sumamente apuesto pero también era demasiado chiflado con todas las mujeres. Parecía que no tenía ambiciones en la vida y que nada le importaba más que la diversión. Se llamaba José, un chico que era rebelde, llevaba una mala vida y por consiguiente era una mala compañía para todos los que lo rodeaban.
- ¡Oye! Fíjate bien por donde caminas.
- Discúlpame, no te vi venir.
- ¿Ahora resulta, no?
- No tengo tiempo como para perderlo con un idiota, hasta la vista – La tomo del brazo un poco enfadado – ¡Suéltame! ¿No ves que tengo clase?
- Me hiciste perder tiempo, ahora tú perderás tu clase…
En ese momento se la llevo a la fuerza hacia su coche y aunque ella gritaba, el seguía terco. Por fin llegaron al coche de José y la subió rápidamente para llevársela a “cualquier lugar”… En el momento que iba a echar en marcha su coche, llego una chica enfurecida.
-¡Que crees que haces?
-¡Ay! Ya vino mi mama – le dijo entre dientes a la chica.
-Y bien, ¿Quién es ella?
-Me llamo Elizabeth, iba directo a una clase y ¡este sinvergüenza! Me ha dicho que me hará perder mi clase – dijo enfadada y mirando a José.
José se desespero por tanto que “su mama” lo saturo de preguntas así que solamente le sonrió y arranco el coche. Elizabeth grito por última vez, ya que ella era aplicada en la prepa y no quería perderse ni una sola clase. Eran todo lo contrario y eso se notaba en como hacían las cosas, en como hablaban, en todo.
Al fin se estaciono en un lugar, era un hermoso parque. Había flores en todas partes, un gran lago que contenía agua muy cristalina en donde se podría ver que las hojas de los arboles caían ahí, cerca del lago había bancas para los pasajeros e incluso había puentes que se veían tan viejos. Incluso la vista era preciosa, había un rascacielos que parecía nunca terminar y las nubes se veían como si fueran bombones en el cielo, el Sol no se podía mirar por el gran rascacielos pero era bellísimo ese lugar.
-¿Te gusta?
-No, ya vámonos de aquí por favor.
-¿Cómo dijiste que te llamabas?
-Elizabeth, no me digas tu nombre. Eh escuchado hablar de ti y no quiero tener ningún tipo de amistad o relación alguna contigo, eres mala influencia para mi así que necesito que me lleves a la escuela ya.
-¡Uy! Perdón doña perfección…
-Es enserio, ya vámonos por favor. No quiero estar aquí contigo…
-Aquí es donde vengo para olvidarme de todo, me encanta este lugar. Deberías de venir más seguido ñoña. Se te nota que quieres pasar aquí la tarde, así será Lisa. – le sonrió coquetamente.
Elizabeth al mirarlo se había dado cuenta de algo. No era el chico duro y rebelde que le describían sus amigas o los de la preparatoria en donde estudiaba. El era guapísimo, casi perfecto para ella, de hecho sentía unas cosquillas en el estomago cuando lo miraba. Y ahí fue cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde para irse porque su mente había quedado en ese lugar, sus recuerdos serian solo de esa sonrisa tan cautivadora. Quería salir, escapar de ese sitio
-¡Ya vámonos!
-Espera, quiero mostrarte algo antes de que nos vayamos.
-Que sea rápido – le dijo rodando sus ojos.
Empezaron a caminar juntos, era un parque gigantesco que pareciera que sus pasos eran muy pequeños. José hacia bromas para no aburrirla y ella sonreía cuando lo miraba, algo estaba sucediendo entre ambos. Si tenían algunas cosas en común. La tarde comenzó a caer y aun no llegaban al lugar deseado, ella imaginaba que era un paisaje que debería de llamarle demasiado la atención. Entonces el le pregunto que si le gustaba ir al mar a lo que ella asintió. Por fin llegaron, era una cueva o algo parecido a eso. Estaba muy descuidado y se veía claramente el mar, ambos sonrieron y se sentaron cerca de la orilla. Pasaron horas y horas platicando de ellos y ya no parecía un secuestro ahora estaban juntos por su voluntad. Había una gran atracción entre ellos se notaba en sus miradas.
-¿Qué dices si mañana vamos a una fiesta?
-¡Oh! Pero ya tengo planes, invita a tu novia, no quiero arruinar lo de ustedes…
-¿Mi novia? – Comenzó a reírse – ella no es mi novia, es mi hermana y es muy celosa conmigo porque soy su mejor amigo o algo así. – Ella solo bajo su mirada apenada – No te preocupes por ella que solo te va a odiar cuando sepa que eres mi novia.
-Eso no puede ser… Prácticamente nos acabamos de conocer. Y… Mi mejor amiga, ella es el problema.
-¿Por qué es el problema? Espera… Tu eres Elizabeth, la mejor amiga de mi… ¿Eres la mejor amiga de Mónica?
-Mucho gusto – dijo extendiendo su mano – no ha sido mi culpa, de hecho nunca vi fotos tuyas.
-¿Ella te mando? ¿No te dijo lo que me hizo? ¿Qué me vio la cara de idiota o que simplemente me dejo? Eres como ella, con razón me gustaste ¡Vámonos de aquí! ¡No quiero estar contigo! – se levanto del suelo y empezó a caminar enfadado.
-¡No te entiendo! – José se detuvo – ¿por qué me haces esto?
-Tú y Mónica han de ser iguales. Yo que te creía buena persona…
-No me juzgues por algo que yo no te hice, para empezar ¿Cómo la conoces? ¿Qué te hizo y por que la odias tanto?
-Dile que te cuente y ya vámonos.
Cuando José llego a su casa, se tendió sobre su cama en posición fetal y comenzó a llorar. Al parecer algo muy grave le había hecho la mejor amiga de Elizabeth: tal vez lo engaño; le dijo mentiras; lo enredó en mentiras o falsas
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