Platero Y YO

A pesar de ser un libro dirigido a un público infantil, el autor nos relata anécdotas al libre criterio; serán dos versiones, la que entiende un niño y la que entiende una mente madura. Platero no es más que el fiel acompañante del escritor (que juega el papel de protagonista en esta obra), la forma poética en la que incluye a este simpático burrito en todas sus aventuras muestra un amor que supera lo estético, lo superficial: el amor sentimental, una verdadera amistad sin barreras.

En lo personal, la amistad no se limita a tener una relación social a base de confianza mutua, también se necesita un por qué desconocido, ya que así comienzan las mejores amistades, por aventuras mutuas. Platero es distinguido entre los demás burros, y avanzando en los capítulos me daba cuenta de que era cierto, cada vez más veía a Platero como a un niño, indefenso y carismático pero con la mentalidad de un adulto, fuerte y serio.

Yo trato a Platero cual si fuese un niño. Si el camino se torna fragoso y le pesa un poco. Me bajo para aliviarlo. Lo beso, lo engaño, lo hago rabiar… El comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan igual a mí, tan diferente a los demás que he llago a creer que sueña mis propios sueños.

A pesar de todas las tristezas que pasaban juntos, ellos mantenían su lazo de amistad, ya que pasar por momentos trágicos no son nada si estás acompañado de alguien con quien ahogar tus penas, o por lo menos compartir tus emociones, Platero era eso, ya que sin importar que la niña muera por un rayo, o que el niño tonto no vuelva a la calle donde siempre, él siempre estaba al lado de su amo, con su carisma infantil. “Caminar con un amigo en la oscuridad es mejor que caminar solo bajo la luz” , quién no ha pasado momentos increíbles pero sin alguien con quien pasarlos, ahí es cuando se siente la soledad.

“¡Si al hombre que es bueno deberían decirle asno! […] De ti, tan intelectual, amigo del viejo y del niño…” Esto es Platero ante los ojos del autor, tal vez cerca de lo que nosotros hayamos pensado de él, tal vez no, pero con esto concluyo que nuestros amigos simplemente son nuestro mundo, no de los demás, no necesitamos que terceros entiendan el porqué elegimos a nuestros compañeros de vida. Ellos convierten un momento, por más simple, a algo extraordinario. Son una bendición que puede adquirir cualquier forma, desde un burrito hasta una persona.

Jiménez, Juan Manuel. Platero y Yo, 8° ed., Colombia, Editorial Andrés Bello, 1998, p. 29

Moreland, Anne. 1001 Ways To Friendship, Londres, Grupo Editorial Tomo, 2012, p.169

Jiménez, Juan Ramón. Op. Cit., p.34

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