Recicleje

I. La Personalidad de Orador

Los verdaderos oradores son hoy muy escasos. Abunda la gente que habla en público, por supuesto, y la grita y gesticula. Muchas veces el público aplaude y se entusiasma; pero en general esto ocurre porque de hecho coinciden con la manera de pensar del orador y no necesariamente porque este lo haya logrado convencer con su razonamiento, ni muchísimo menos porque admiren su arte.

Si la oratoria es, como hemos dicho, un arte, podemos comprender fácilmente que no es orador todo aquel, que se enfrente a un público para leer el discurso o para improvisar sus palabras.

El orador que pronuncia un discurso no se limita a leer algo escrito. Puede leer, si, pero en ese caso su lectura tiene un carácter especial, tiene que pronunciar lo lerdo con el mismo vigor que si lo tuviera improvisado en ese momento. Lo mismo se aplica al discurso memorizado por el orador. La voz, el tono de cosa leída o previamente aprendida no es un discurso. Para lo que se, por elaborada y meditada que haya sido, debe ser dicha con naturalidad, con tdo el vigor y espontaneidad.

El verdadero orador tiene un numero de cualidades que nos permiten reconocerlo como tal. El orador es un culto, con gran dominio de su tema, con una inteligencia lucida que le permite organizar sus pensamientos en forma logia y coherente

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