Resumen Por Capítulos De Quien Mato A Polo Minó Armero
Enviado por Vonny6424 • 29 de Septiembre de 2013 • 336 Palabras (2 Páginas) • 469 Visitas
Capitulo I
Todo comienza cuando Lituma encuentra a Palomino Molero, pero aùn no savia quien realmente era. Encuentra a un muchacho ahorcado y ensartado en aquel viejo algarrobo, tenìa la nariz y la boca rajadas, coàgulos de sangre reseca, moretones y desgarrones, hasta quemaduras de cigarrillo y Lituma hasta viò con asombro que habian tratado de caparlo. El churre fuè el que descubre tal acontecimiento y lleva a Lituma hacia donde estaba el cadaver.Lituma queria movilizar al cadaver y ahi es donde se propone hacer las averiguaciones de tal acto. Don jerònimo era taxista pero èl veìa primero la plata porque inventaba excusas, asi que habia que sobornarlo para que puedan movilizarlo, pero no fuè asi ya que no podian mover el cadaver hasta que venga el Juez y haga el reconocimiento. A don Jerònimo no le gustò mucho la idea, ya que tenìa que hacer denuevo otro viaje y diciendo que el Juez le pague la carrera. Don Jerònimo aqui reconoce al cadaver asegurando que era uno de esos avioneros que trajeron a la base Aerea, era el Piuranito que cantaba Boleros.
Capitulo II
Averiguaron y era palomino Molero de Castilla, aun asi no resolveria nada del misterio. Aquì junto con sus amigos se van al barcito de la Chunga, seguìan hablando del tema de Palomino. Sus amigos veìan que hablaba solo de eso Lituma, que hablando le hacian bromas. Luego Lituma al saver que el camionero de la International regresarìa a Talara màs temprano, decide ir a buscar ala mamà de Palomino. Aqui Lituma va a buscar a Doña asunta(Mamà de Palomino Molero), pero con cierta desconfianza no le dice màs. Dumbo(cantinero del Riobar), hizo acordar a Lituma quien era Palomino, el que cantaba serenatas, el timidon, aqui el cantinero dijo algunas cosas de gran importancia como su amor imposible que Palomino Molero tenìa en Chiclayo.
Capitulo III
Lituma hablandole de la cita con el Jefe de la Base Aèrea se percataba que el Teniente Silva no dejaba de mirar a Doña Adriana que revoloteaba sus caderas de un
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