Romeo Y Julieta
Enviado por marcos2806 • 19 de Febrero de 2014 • 9.908 Palabras (40 Páginas) • 221 Visitas
Wlliam Shakespeare
Romeo y Julieta
PERSONAJES
ESCALA, Príncipe de Verona.
PARIS, pariente del Príncipe.
MONTESCO.
CAPULETO.
Un viejo de la familia Capuleto.
ROMEO, hijo de Montesco.
MERCUTIO, amigo de Romeo.
BENVOLIO, sobrino de Montesco.
TEOBALDO, sobrino de Capuleto.
FR. LORENZO, FR. JUAN, de la Orden de San Francisco.
BALTASAR, criado de Romeo.
SANSÓN, GREGORIO, criados de Capuleto.
PEDRO, criado del ama de Julieta.
ABRAHAM, criado de Montesco.
Un boticario.
Tres músicos.
Dos pajes de Paris.
Un Oficial.
La señora de Montesco.
La señora de Capuleto.
JULIETA, hija de Capuleto.
El ama de Julieta.
CIUDADANOS de Verona, ALGUACILES, GUARDIAS,
ENMASCARADOS, etc., CORO
La escena pasa en Verona y en Mantua
PRÓLOGO
CORO.- En la hermosa Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias
rivales igualmente nobles habían derramado, por sus odios mutuos, mucha
inculpada sangre. Sus inocentes hijos pagaron la pena de esos rencores, que
trajeron su muerte y el fin de su triste amor. Sólo dos horas va a durar en la
escena este odio secular de razas. Atended al triste enredo, y supliréis con
vuestra atención lo que falte a la tragedia.
ACTO PRIMERO
ESCENA PRIMERA
ESCENA I
Calle
(CAPULETO, PARIS y un CRIADO)
CAPULETO.- La misma orden que a mí obliga a Montesco, y a nuesfra edad
no debía ser difícil vivir en paz.
PARIS.- Los dos sois iguales en nobleza, y no debierais estar discordes. ¿Qué
respondéis a mi petición?
CAPULETO.- Ya he respondido. Mi hija acaba de llegar al mundo. Aún no
tiene más que catorce años, y no estará madura para el matrimonio, hasta que
pasen lo menos dos veranos.
PARIS.- Otras hay más jóvenes y que son ya madres.
CAPULETO.- Los árboles demasiado tempranos no prosperan. Yo he confiado
mis esperanzas a la tierra y ellas florecerán. De todas suertes, Paris, consulta tú
su voluntad. Si ella consiente, yo consentiré también. No pienso oponerme a
que elija con toda libertad entre los de su clase. Esa noche, según costumbre
inmemorial, recibo en casa a mis amigos, uno de ellos vos. Deseo que piséis
esta noche el modesto umbral de mi casa, donde veréis brillar humanas
estrellas. Vos, como joven lozano, que no holláis como yo las pisadas del
invierno frío, disfrutaréis de todo. Allí oiréis un coro de hermosas doncellas.
Oídlas, vedlas, y elegid entre todas la más perfecta. Quizá después de maduro
examen, os parecerá mi hija una de tantas. Tú (al criado) vete reco rriendo las
calles de Verona, y a todos aquellos cuyos nombres verás escritos en este
papel, invítalos para esta noche en mi casa. (Vanse Capuleto y Paris.)
CRIADO.- ¡Pues es fácil encontrarlos a todos! El zapatero está condenado a
usar la vara, el sastre la horma, el pintor el pincel, el pescador las redes, y yo a
buscar a todos aquellos cuyos nombres están escritos aquí, sin saber qué
nombres son los que aquí están escritos. Denme su favor los sabios. Vamos.
CRIADO.- Buenos días. ¿Sabéis leer, hidalgo?
ROMEO.- Ciertamente que sí.
CRIADO.- ¡Raro alarde! ¿Sabéis leer sin haberlo aprendido? ¿Sabréis leer lo
que ahí dice?
ROMEO.- Si el concepto es claro y la letra también.
CRIADO.- ¿De verdad? Dios os guarde.
ROMEO.- Espera, que probaré a leerlo. “El señor Martín, y su mujer e hijas, el
conde Anselmo y sus hermanas, la viuda de Viturbio, el señor Plasencio y sus
sobrinas, Mercutio y su hermano Valentín, mi tío Capuleto con su mujer e
hijas, Rosalía mi sobrina, Livia, Valencio y su primo Teobaldo, Lucía y la
hermosa Elena.” ¡Lucida reunión! ¿Y dónde es la fiesta?
CRIADO.- Allí.
ROMEO.- ¿Dónde?
CRIADO.- En mi casa, a cenar.
ROMEO.- ¿En qué casa?
CRIADO.- En la de mi amo.
ROMEO.- Lo primero que debí preguntarte es su nombre.
CRIADO.- Os lo diré sin ambages. Se llama Capuleto y es generoso y rico. Si
no sois Montesco, podéis ir a beber a la fiesta. Id, os lo ruego. (Vase.)
BENVOLIO.- Rosalía a quien adoras, asistirá a esta fiesta con todas las
bellezas de Verona. Allí podrás verla y compararla con otra que yo te enseñaré,
y el cisne te parecerá grajo.
ROMEO.- No permite tan indigna traición la santidad de mi amor. Ardan mis
verdaderas lágrimas, ardan mis ojos (que antes se ahogaban) si tal herejía
cometen. ¿Puede haber otra más hermosa que ella? No la ha visto desde la
creación del mundo, el sol que lo ve todo.
BENVOLIO.- Tus ojos no ven más que lo que les halaga. Vas a pesar ahora en
tu balanza a una mujer más bella que ésa, y verás cómo tu señora pierde de los
quilates de su peso, cotejada con ella.
ROMEO.- Iré, pero no quiero ver tal cosa, sino gozarme en la contemplación
de mi cielo.
ESCENA II
En casa de Capuleto
(La señora de CAPULETO y el AMA)
SEÑORA.- Ama, ¿dónde está mi hija?
AMA.- Sea en mi ayuda mi probada paciencia de doce años. Ya la llamé.
Cordero, Mariposa. Válgame Dios. ¿Dónde estará esta niña? Julieta...
JULIETA.- ¿Quién me llama?
AMA.- Tu madre.
JULIETA.- Señora, aquí estoy. Dime qué sucede.
SEÑORA.- Sucede que... Ama, déjanos a solas un rato. .. Pero no, quédate.
Deseo que oigas nuestra conversación. Mi hija está en una edad decisiva.
AMA.- Ya lo creo. No me acuerdo qué edad tiene exactamente.
SEÑORA.- Todavía no ha cumplido los catorce.
AMA.- Apostaría catorce dientes (¡ay de mí, no tengo más que cuatro!) a que
no son catorce. ¿Cuándo llega el día de los Angeles?
SEÑORA.- Dentro de dos semanas.
AMA.- Sean pares o nones, ese día, en anocheciendo, cumple Julieta años.
¡Válgame Dios! La misma edad tendrían ella y mi Susana. Bien, Susana ya está
con Dios, no merecía yo tanta dicha. Pues como iba diciendo, cumplirá
...