Sociologia
Enviado por vivianavdiaz • 13 de Diciembre de 2012 • 2.096 Palabras (9 Páginas) • 274 Visitas
Alcoholismo y drogadicción en la adolescencia
De la realidad que se vive hoy en dia con nuestros hijos, se desprende la necesidad de profundizar en la comprensión del consumo de alcohol en los jóvenes, partiendo de un análisis cualitativo que indague tanto en los patrones de comportamiento como en los imaginarios y representaciones sociales que fundamentan las prácticas.
Desde esta consigna, el Observatorio Argentino de Drogas desarrolló un proyecto de investigación centrando el problema del consumo de alcohol en estudiantes con un rango etario de 13 a 17 años, que cursan el nivel medio en escuelas públicas y privadas de las distintas regiones del país. El criterio de selección de la muestra, intencional y no representativa, tuvo en cuenta que fueran escuelas céntricas emplazadas en grandes centros urbanos y que abarcaran el amplio espectro de sectores que hoy podemos incluir en la complejidad social de la clase media. El trabajo de campo se realizó durante los meses de mayo, junio y julio de este año en la Ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Posadas, Jujuy y Río Gallegos. Con los adolescentes se trabajó en una triangulación de técnicas: entrevistas individuales y grupos focales, mapas cognitivos, mini suveys y observaciones. Dada la perspectiva sociocultural que tiene el estudio, resultó muy significativo analizar la tolerancia social que existe en el adulto respecto al tema y en tal sentido, también se realizaron grupos focales a padres y profesores.
Los principales resultados que arrojó el estudio se centraron en la característica social que adquiere el consumo y, a Través de ello, se indagó acerca de los rituales que lo impregnan de significado, el lugar que ocupa el ámbito doméstico en las nuevas prácticas, los sentimientos y motivaciones asociadas, la relación entre percepción de riesgo y género y la actitud adulta frente a la cuestión. Lo que sigue es una síntesis de los principales resultados al respecto.
El ritual de tomar como instancia de producción del “ser adolescente”
El alcohol - una droga socialmente aceptada - daría, desde la consideración de los jóvenes, la fuerza y el valor necesario para los primeros encuentros sexuales tan deseados y tan temidos. Entonces, se arma un escenario: la discoteque, como subrogado del altar, el monte o el lugar de exhibición de juegos públicos, en el cual mostrar algún emblema (por ejemplo: la lata de cerveza), permite a través de un acto -el beber, y su consecuencia, la borrachera- sentirse grandes y pensar que están haciendo cosas de grandes.
¿Pero qué significa hoy ser adolescente? ¿Qué se espera de un adolescente y qué presiones lo condicionan? Plantear estos interrogantes supone entender a la adolescencia como una construcción social, es decir, cada sociedad, cada tiempo y lugar, tiene un conjunto de ideas, imágenes y valores respecto a “ser adolescente” que condicionan sus acciones y
aquello que los adultos realizan con relación a ellos. Una adolescente en el marco de un grupo focal sobre consumo de alcohol explicaba: “....De un día para el otro fuimos otras”. Con esta frase estaba graficando el paso de la infancia al mundo adulto donde el consumo de alcohol en el marco de la salida nocturna del fin de semana resultaba funcional a ese rito de pasaje, dando lugar a la idea de producción del yo.
La idea de producción del yo se activa en determinadas situaciones, generalmente asociadas a la noche del fin de semana y el alcohol resulta un insumo central. El discurso del “yo soy yo” que emergió espontáneamente en las entrevistas, parte de una idea de identidad que se construye en tensión por un doble juego entre la idea de libertad que supone producirse según la elección de la identidad “que me va” y las exigencias de los modelos culturales vigentes como dos caras de la misma moneda. El modelo del “yo soy yo” es la configuración de una doble instancia: la propia del ciclo vital, la separación del mundo adulto y la consecuente búsqueda de identidad con relación al propio yo y al grupo de pares, y por otro lado, su articulación con un clima de época de individualización progresiva por el cual las constricciones y marcos regulativos de las instituciones tradicionales (familia, sector social, trabajo) son desplazados por el autocontrol. Este proceso instala en el individuo una tensión entre instancias de mayor libertad al tiempo que más inestables, entre subjetividades que se piensan más auténticas y se padecen más vulnerables.
Frente a este panorama, el consumo de alcohol en los adolescentes resulta un insumo para la realización exitosa del modelo del “Yo soy yo”. La realización de la identidad mediante el alcohol nos está hablando de un adolescente que se siente exigido a “ser uno mismo” a la vez que se le impone un estricto menú de formas de ser en el mundo. La idea de alcohol como insumo resulta funcional a un sujeto que debe satisfacer altas exigencias sociales y es allí donde se funda el sentido que sostiene la práctica: ya no sólo importa que me vean tomando, sino que vean lo que el tomar hizo en mí. La asociación de la desinhibición con el alcohol y su relación con sentimientos de integración social y fortalecimiento de la autoestima, cuando los adolescentes evocan los sentimientos que el alcohol les sugiere, está mostrando esta característica pragmática e instrumental del consumo. El alcohol como insumo es acorde a una tiranía de la diversión –“necesita desinhibirse”, “necesita divertirse”, “necesita aguantar”– que se percibe como fundamental en los sectores más altos afectados por una gran exigencia social, aunque se derrama como modelo legítimo al resto del mapa social. Desde esta lógica se separa del tradicional imaginario de “hacerse el canchero con el vaso de cerveza en la mano” y es desde acá donde mejor pueden comprenderse como rituales a las nuevas prácticas de consumo. Los rituales tienen como función crear solidaridad social y abonar el mantenimiento de la cohesión social. Así, al referirnos acerca del ritual de tomar alcohol en los adolescentes, estamos haciendo énfasis en la significación social que el consumo adquiere.
La previa
En el marco del consumo de alcohol adolescente, los ritos pueden ser categorizados como habituales u ocasionales, según la frecuencia con que son practicados. Con diferencias reconocibles según los sectores sociales analizados, podemos distinguir entre los ritos habituales a los encuentros en las casas de amigos, el preboliche, el boliche,
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