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Los volcanes

Los volcanes tienen distintas formas de erupción, que se realiza de formas muy diferentes y según las características de la misma se pueden clasificar en los siguientes tipos:

Hawaiano: En este tipo de volcanes la lava es muy fluida, razón por la cual se desliza suavemente por el cono volcánico, que generalmente tiene una pendiente muy suave.

Aunque la cantidad de lava arrojada durante la erupción por este tipo de volcanes suele ser bastante importante, las erupciones suelen ser silenciosas y raramente acompañadas de nubes ardientes o explosiones.

Son volcanes de este tipo el Mauna Loa, el Mauna Kea y el Kilauea, en las islas Hawai.

Vulcaniano: La lava en este tipo de volcanes es mucho menos fluida y además sale acompañada de rocas en estado sólido. Por este motivo sale con dificultad por el cráter, dando lugar a que en la chimenea se produzcan presiones muy elevadas que tienen como consecuencia grandes explosiones que generan cráteres secundarios.

Un ejemplo de este tipo de volcanes es el Krakatoa, cuya erupción en 1883 vino acompañada de una explosión tal que destruyó prácticamente la isla sobre la que se encontraba, produciendo más de 36.000 víctimas y dando lugar a una tremenda detonación que se oyó a 3.600 Km de distancia.

Peleano: La lava en este tipo de volcanes es muy densa, lo que da lugar a que se solidifique en el mismo cráter del volcán y origine una formación sólida que recibe el nombre de aguja o pitón.

Las erupciones de este tipo de volcanes van acompañadas de la expulsión por el cráter de gran cantidad de gases, generalmente venenosos.

El ejemplo más representativo de este tipo de volcanes es el Mont Pelé, en la isla Martinica (mar Caribe), cuya erupción en 1902 produjo en su cráter una aguja de 400m que posteriormente se resquebrajó debido a una gran explosión, desprendiéndose gases que causaron cientos de víctimas.

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