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Síntesis # 1: Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea (Libro I)


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2015  •  Síntesis  •  2.555 Palabras (11 Páginas)  •  349 Visitas

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Universidad de San Buenaventura[pic 1]

Facultad de teología

Historia de la Iglesia Antigua

Profesor: José Fernando Rubio

Estudiante: Maryori Julieth Pizza Tocora        

Síntesis # 1: Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea (Libro I)

27.08.15        


Libro primero

A manera de introducción.

La obra de Eusebio de Cesarea comienza exponiendo a primera vista y de manera muy general la intensión de su escrito[1], el cual él reconoce como uno de los primeros escritos que recoger la sucesión de los padres del cristianismo, pero que inicia desde poco antes del nacimiento de el Salvador, el hijo de Dios. Es así como de manera particular en el primer libro de la obra, se emprende un recuento histórico sobre como, según Eusebio, la presencia de Cristo Jesús no era un acto aislado sino que venia gestándose desde los inicios de la comunidad de Israel con los patriarcas e incluso desde el Génesis, como aquel Verbo por el que todo fue hecho.

Sin embargo es menester mencionar que, aquel recuento histórico no se encuentra ajeno a la realidad que se vivía en el siglo III-V aproximadamente. Ya que nacimiento de las comunidades cristianas y la organización que se fue dando con el trascurso del tiempo, genero una serie de problemáticas con relación al Imperio Romano y la dimensión cultural y religiosa de la época que siempre estaba muy ligada a la dimensión política y que sobrevino en la comunidad cristiana una serie de persecuciones y la mezcla de culturas en el medio oriente. Es por esto que este escrito devela matices apologéticos bastante claros en ataño a esta realidad, que no solo se ve  en la obra de Eusebio de Cesarea sino en muchos de los escritos cristianos de la época.

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La preexistencia del acontecimiento de Cristo es el inicio del libro primero del Autor. Entendiendo que para hablar de la sucesión de los padres es imprescindible indicar el evento del nacimiento del Hijo de Dios, el cual expone Eusebio no como evento reciente, sino como un evento que tiene sus raíces fundamentales en los hechos del AT. De esta manera la obra presenta a aquel que concebimos como Salvador, preexistente a la humanidad.

El Hijo de Dios, que se encontraba en la divinidad con el Padre, fue concebido por Dios antes de todos los siglos, y fue generado en luz y sabiduría proveniente de Dios como Verbo divino[2]. El cual al ser divino y lleno del poder de Dios, presenta un papel fundamental en la creación de lo que conocemos, pues en él se hicieron todas las cosas, como lo cita Eusebio desde el escrito de Juan el evangelista “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él nada se hizo”. Una procesión de Logos Sarx, es decir aquel Verbo que se encana y habita entre nosotros para el anuncio de la salvación. Es entonces que Eusebio presenta al Verbo preexistente como el Hijo de Dios que después vendría a encarnarse y vivir entre los hombres. Sin embargo, antes de hablar de la encarnación expone algunos sucesos de como el Hijo de Dios acontece en la historia antes de encarnarse, que es expuesta por el autor desde una intención apologética sobre la eventualidad de Cristo y la sucesión de los padres como un acontecimiento que estaba ligado a unos hechos anteriores a ellos y como el cristianismo no era una eventualidad nueva sino que tenia una historia de mucho antes.

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Es por esto que Eusebio inicia hablando de las eventualidades que concurren en los textos del AT desde la creación hasta el tiempo de los profetas del siglo VIII al V. De esta manera, expone el Verbo como una causa segunda que aconteció entes de los tiempos y que es sustancial al Padre, desde el cual todo fue creado, haciendo alusión a la expresión en plural que se encuentra en Gen 1, 26 y que se fue revelando a los hombres en diferentes momentos del antiguo Israel (personajes como Abrahán en el momento en que está sentando junto a la encima de Mambre, o  Moisés en el que Eusebio hace alusión al Señor como aquel que procede del padre, según su interpretación del texto de Gen 19, 54). Esto textos haciendo alusión a una personificación de Dios que Eusebio solo se conciben a partir del Hijo de Dios como el que se manifiesta de manera más personal a los patriarcas de Israel, por ser aquel que después se encarnaría.

Sin embargo aquel acontecimiento puede generar algunos cuestionamientos por parte de quienes lean la obra de Eusebio cuando expresaba que el Verbo que estaba con el Padre, pero que ya se había revelado a algunos hombres, una pregunta que es siempre muy interpelante y que Eusebio pone en los siguientes termino: “¿Por qué no fue predicado antes, antiguamente, a todos los hombres y a todas las naciones, lo mismo que lo es ahora?”[3]. Pregunta que se refiera al ahora después de la encarnación del Hijo de Dios. A lo cual el autor responde a partir de dos concepciones fundamentales: la primera, parte del pecado del primer hombre (Adán), quien prefirió siempre la vida mortal antes de una vida divina, lo cual hizo que sus descendientes tomaran una conducta inclinada también al pecado y alejada de Dios, como si fueran bestias; la segunda que está muy relacionada con la primera, declara que Dios se revelo a los hombres después de ver que aquella maldad alcanzaba limites en la humanidad bastante amplios. Y que se fue dando gradualmente para cambiar de manera procesual esta situación de maldad, iniciando con Moisés hasta el acontecimiento de la opresión del imperio Romano.

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En relación los capítulos anteriores, este alude también cómo Jesús fue conocido antes y honrado por los profetas, pero también se condesará en este apartado el capítulo de cómo la religión anuncia por Cristo no es nuevo ni extraño para la comunidad. El 3 capitulo (que en este caso es la primera parte de este apartado) se desarrolla a partir del nombre de Cristo que era ya conocido entre la comunidad judía aun en tiempos de Moisés, y que además conocía ya el nombre de Jesús, quien antes era conocido como Ausè, quien después procesualmente fue teniendo una connotación de sacralidad, en cuanto a la unción por elección divida a los sumos sacerdotes, reyes y de una manera especial a los profetas. Sin embargo, el autor presenta a Jesucristo como el único que fue ungido simbólicamente, con un poder superior de virtud divina, el único y verdadero Cristo[4].

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