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Texto Expositivo


Enviado por   •  31 de Agosto de 2014  •  709 Palabras (3 Páginas)  •  343 Visitas

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Guía Lenguaje y Comunicación 7°

Contenido: “Textos expositivos”

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Objetivo: Sintetizar texto Expositivo considerando los elementos y mensajes explícitos e implícitos.

• Lee comprensivamente el siguiente textos y luego realiza la actividades de aplicación

Bólidos: comunes de noche, raros de día

EL PAÍS - Madrid

Los bólidos, o masas de materia cósmica que se vuelven incandescentes al penetrar en la atmósfera, son bastante comunes, pero la inmensa mayoría de ellos estalla en las capas altas de la atmósfera y se desintegra mucho antes de caer a tierra. Estrictamente, sólo debería llamarse meteorito al rarísimo fragmento que sobrevive a la desintegración y llega a caer al suelo. Por el momento se desconoce si éste es el caso de alguno de los fragmentos del bólido de ayer.

Los bólidos o masas de materia cósmica son pequeños fragmentos -pueden llegar a pesar un nanogramo, o milésima de miligramo- derivados de cometas o asteroides, y es habitual observarlos a simple vista durante la noche en zonas alejadas de la iluminación urbana. El objeto de ayer, sin embargo, fue observado por miles de testigos a plena luz del día. Esto es un fenómeno muy inusual.

El meteorito más brillante documentado históricamente cayó el 30 de junio de 1908 en Siberia central, y tenía tanto brillo como el mismísimo Sol. Su efecto fue equivalente a una explosión nuclear de 10 megatones y causó la destrucción de un área forestal de 2.000 kilómetros cuadrados. La geología ha demostrado que en el pasado se dieron impactos muchos mayores, como el que causó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años. Los impactos catastróficos de este tipo sólo ocurren en promedio una vez cada 100 millones de años.

No brillan en tierra

Los bólidos viajan por el espacio a velocidades que pueden alcanzar los 300.000 kilómetros por hora, y se aceleran por efecto de la gravedad al acercarse a la Tierra. Si entran en contacto con la atmósfera se deceleran, y el rozamiento con el aire produce tal calor que la superficie del objeto se vaporiza e ioniza la atmósfera circundante, produciendo el brillo característico de estos fenómenos. Sin embargo, los meteoritos que llegan a caer al suelo se enfrían y pierden su brillo a altitudes de 5 a 25 kilómetros. Por tanto, cuando un objeto cae a tierra es improbable que siga brillando.

La penetración de un meteorito de un kilo hasta unos 40 kilómetros de altitud es suficiente para producir una onda sónica que puede oírse desde tierra como un gran trueno, y hasta puede registrarse con un sismógrafo. Muchos testigos oyeron ayer un sonido de este tipo, y algunos también dijeron haber sentido temblar la tierra.

La caída en sí de un objeto de esa masa al suelo, sin embargo, es casi inapreciable a menos que se esté muy cerca

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