UN VIEJO SABIO.
Enviado por Dayana Calizaya Calisaya • 29 de Mayo de 2016 • Reseña • 991 Palabras (4 Páginas) • 304 Visitas
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UN VIEJO SABIO
En un lugar muy lejano, erase una vez un valiente guerrero que había peleado en más de mil batallas. En todas ellas había participado como mercenario; y había hecho muchas cosas malas, que ya no podía él vivir en paz.
Pero cierto día, como ya estaba harto de observar tanta violencia a su alrededor, tomo la decisión de tirar todas sus armas y empezar esta vez una nueva vida.
Se fue en busca de un camino, solitario, buscando comida de casa en casa y de pueblo en pueblo. Así se enteró pues de la existencia de un viejo muy sabio que vivía en la selva enseñando, a quien quería, el camino de la paz y la sabiduría.
El valiente guerrero alejándose más, camino y camino cada vez más en lo profundo de la selva, hasta que... ¡por fin! Fue a dar en una choza… de inmediato salió a darle la bienvenida un anciano, muy bueno con una sonrisa de oreja a oreja que le invitaba al diálogo y a la armonía. El guerrero le conto todo lo que había hecho con su vida hasta ese momento la paz y tranquilidad que tanto él deseaba.
-Manos a la obra-respondió el anciano al guerrero valiente.
Así fue como empezaron los dos a trabajar juntos. Durante todo un mes el sabio anciano le enseño a respirar, a meditar; a encontrar la paz en el fondo de su corazón; y a ver en cada cosa, por más simple que pareciese, algo muy hermoso.
Pasado ya el mes de aprendizaje, el joven se sintió listo para marcharse y aplicar todo lo aprendido. Entonces pasaron los días y meses; hasta que llegó un año entero sin poder lograr dar un poco de tranquilidad a su pobre y agotado corazón. De nada le servían los ejercicios de respiración, ya que siempre le venían a la mente las terribles imágenes de las guerras que vivió anteriormente.
Así que regreso. Sí volvió donde su maestro, que era el anciano, y le dijo lo siguiente:
-Maestro, no logro encontrar la paz que tanto busco. Por favor maestro, enséñeme más. Necesito estar tranquilo conmigo mismo.
Entonces, siempre con una sonrisa en los labios, el viejo sabio se dispuso a enseñarle al valiente guerrero, una vez más, absolutamente todo lo que sabía.
Una vez más y por segunda vez, el guerrero se marchó entusiasta, contento y con la mayor seguridad de que podría aplicar todo lo aprendido del viejo sabio. Pero volvieron las espantosas imágenes que ni lo podían dejar en paz, aquellas escenas de gritos y llanto de dolor.
Así que poco a poco empezó a dudar de su maestro, y decidió volver a la selva; para encontrarse con el anciano, pero esta vez iba lleno de desconfianza.
Pasado un tiempo, el guerrero se encontró con el anciano, y le dijo con tono enfurecido:
-¡Eres un viejo payaso! Tus enseñanzas no sirven para nada, no sabes nada. ¡ Me has engañado! ¡No he podido olvidar esas imágenes gritos y llantos de mi mente, que al recordarlos no me dejan en paz!
-Dime una cosa- le dijo el viejo sabio, con tono calmado-: ¿Sabes jugar ajedrez?
-Sí- contestó el valiente guerrero.
-Bien. Te propongo que juguemos un encuentro de ajedrez.
Pero, a diferencia de una partida común, el que gane le cortara la cabeza al perdedor con esta espada- respondió el viejo sabio con mucha serenidad y sacando una espada resplandeciente.
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