ÉPICA DE COLOMBIA

ÉPICA DE COLOMBIA

Para comenzar una historia, sobre todo la de un país, debemos hablar primero, de su héroe, de quien le dio un nuevo sentido a la nación con su aporte y su huella, por ello, hablaremos de Terón, dios de los cielos y héroe de la tierra, amado por muchos, odiado por otros tantos, pero, al fin y al cabo, dios y héroe. Terón, fue, entre otras cosas, quien dio paso a que el rumbo de un país y de su gente, cambiara completamente, pues, con ayuda de su deseo inalcanzable por cambiar el mundo, unió todo su valor, sus fuerzas, sus poderes y su nobleza para lograr dicha meta. No se puede decir que lo logró solo, sería demasiado injusto para quienes lo ayudaron, pero, el mayor peso del logro, se le atribuye a él.

Colombia, país en el que se derramaba sangre diariamente casi en la misma cantidad en la que corre el agua por los ríos, se sometía a las personas a castigos exagerados y crueles; habían muertos incontables y enfermedades incurables, se vivía reprimido y en guerra, guerra que los mismos ciudadanos y gobernadores habían creado ¡La ignorancia humana es increíble e ilimitada! ¿Cómo podían los mismos habitantes atacarse entre ellos? No se daban cuenta que la guerra no debía ser entre ellos mismos, que, por el contrario, convenía unir sus fuerzas y atacar el verdadero enemigo, España, pero eso lo entenderían más tarde, cuando llega Terón para abrirle los ojos al pueblo y para salvar al mismo.

Centrándonos un poco más en la historia, empecemos por contar cómo comenzó todo, y, más aún, cómo se solucionó.

Todo empieza en el siglo XlX cuando el país se vio acosado por otras naciones, específicamente por España, quien impuso dogmas que no correspondían a las verdaderas creencias de los ciudadanos, dogmas que venían impuestos por un Dios que nadie había visto, pero en el que se debía creer; dogmas que fueron casi aceptados del todo y que por ello se vieron reprimidos, pues la “ley de Dios” no les permitía hacer ciertas cosas, pero les obligaba a hacer otras tantas; y el pueblo, en medio de su inocencia o su ignorancia, dejó de lado sus creencias, para empezar a seguir estas nuevas, y éste, fue el primer paso dado para iniciar una guerra que no debía ser por nadie más, que por lo españoles, pero que, en caso contrario, era entre ellos mismos. Pero no solamente fueron dichos dogmas los que vinieron a imponer ese país prepotente y saqueador, sino también, nuevos regímenes, nuevas leyes, un nuevo mandato, un nuevo gobierno y demás cosas que les hizo posible apoderarse del país sin que nadie objetara o pudiera decir algo, les hacían creer que no podían, y los ciudadanos empezaron a ser como una máquina de aceptar y seguir órdenes. Fue por todo esto que empezó el odio entre los mismos habitantes del pueblo, porque no podían odiar a seres que iban por encima de ellos, no tenían en quien descargar la ira que estos cambios les producían, y por esta razón y otras tantas, empezaron a agredirse, no solo porque sentían impotencia, dolor y odio, sino también porque tenían hambre, debían vestirse y suplir otras necesidades que el nuevo modo de gobierno no les permitía, fue entonces cuando empezaron a pelear por alimentos, por ropa aunque fuere vieja, por viviendas y demás cosas que todos tuvieron en su momento, pero que ahora habían perdido, porque después, cuando empezaron a notar que esto no era lo que les convenía, era demasiado tarde, si intentaban objetar, se ganaban los más brutales castigos, y esto, los llevo un poco más a la represión. Esto era lo que buscaban los españoles, apoderarse de la tierra y dejarla sin habitantes, o, al menos, esclavizarlos para beneficio de su país, y lo estaban logrando, a pesar de la crueldad tenían una mente astuta y supieron cómo usarla para lograr lo que se proponían, pero ellos no contaban con que habían mentes igual o más astutas que las de ellos.

Meses después, cuando el país estaba entrando en la peor crisis de la existencia, apareció el dios al que antes de que los españoles llegaran, los colombianos alababan, Terón, éste se sentía furioso por lo que estaba sucediendo, pues su país siempre había sido de paz y tranquilidad y ahora, estaba entrando en su peor desgracia, la crueldad humana. Por la ira de Terón los cielos empezaron a oscurecerse y los días a opacarse, todo el día llovía y las nubes se mantenían negras, prueba fehaciente de que este era el dios de los cielos y su estado de ánimo alteraba muy fácilmente el curso del firmamento. Nadie había visto nunca a Terón, por ello, él decidió aparecer en forma de un humano común y corriente, aunque ni tan corriente, éste tenía músculos, se veía fuerte, sabio, noble y puro, con la belleza de un ángel, y en época de desgracia nadie lucía así, excepto los españoles, por ello, en comienzo todos creían que Terón era español, pero, por suerte, se equivocaban; cuando él llegó en modo de persona, todos lo admiraban y al mismo tiempo le temían, pero él encontró la manera de que poco a poco, las personas fueran encontrando confianza en él y se dieran cuenta que solo quería ayudarles, empezó por aclarar que el nuevo dios al que seguían y las leyes del mismo, no existían, que todo era un invento de los españoles para conseguir lo que deseaban, igual que sus nuevas leyes y sus falsas promesas por querer cambiar el pueblo, les hizo ver que todo era una farsa y que ellos la estaban tomando como cierta, y si una mentira se toma como verdad, entonces empieza a ser la verdad, todo va en cómo se vea, y ya, por la represión, ni siquiera estaban viendo, se habían cegado ante una realidad que no existía, y en palabras distintas se los hizo saber, y de paso, les hizo cambiar la manera en que estaban viendo todo, les habló de su dios y de que no debían perder la fe en él; ante ello se creó una discusión entre un ciudadano y Terón:

- ¿Cómo dices que no perdamos la fe, si en estos momentos

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