Ética VS Estética
Enviado por Zarerne • 2 de Diciembre de 2013 • 1.898 Palabras (8 Páginas) • 443 Visitas
Ética VS. Estética
Hay dos puntos clave de donde se puede partir para adentrarnos en la Divina Comedia: la ética o la estética. Ambas disciplinas (o ciencias), sobre todo la primera, demasiado extensas en su dialéctica histórica. Podría escribirse un ensayo desde la mirada ética, o bien, desde la mirada estética; todo depende de quién escriba, si un moralista o un amante de las bellas artes; si un estudioso bien informado (aquél que sabe poco sobre muchas cosas) o un intelectual especialista (aquél que sabe mucho sobre pocas cosas). El bien informado tratará de abarcar todos los temas posibles que a lo largo de su experiencia ha tenido la oportunidad de estudiar, podría, por ejemplo, abarcar temas como el existencialismo, el humanismo, la religión, la ideología dantesca e infinidad de temas todos juntos en un solo tratado. El especialista se centrará en un solo tema y abarcará dicho tema de principio a fin en toda su extensión posible.
Sea el bien informado o el especialista hay algo que nos queda claro: no puede hablarse de la obra de Dante obviando las disciplinas de la ética y/o la estética. Para empezar, es menester que estemos de acuerdo, por ahora, de forma imparcial, en una significación semántica para los significantes “ética” y “estética” que pueda ser convencional para una gran mayoría. Estaría bien, si tomamos la semántica que nos ofrece el diccionario de la real academia de la lengua española:
Empecemos por la ética:
Ética:
1. adj. Perteneciente o relativo a la ética.
2. adj. Recto, conforme a la moral.
3. m. desus. Persona que estudia o enseña moral.
4. f. Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre.
5. f. Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana. Ética profesional.
Los dos primeros significados refieren el significante cuando es tomado como adjetivo. El tercer significado nos dice que ya no está en uso, es decir, que ha perdido su convencionalidad. El cuarto y quinto significados aportan la semántica convencional de lo que se entiende por ética; podríamos decir que –según el diccionario de la real academia de la lengua española–, la ética es una rama que se desprende de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre, esto es: conjuntos de normas morales que rigen la conducta humana. Como puede verse, tres de estos significados hacen hincapié en el significante “moral”. Si la ética es aquella que estudia la moral, debemos remitirnos de igual manera, tomando la misma fuente, a la semántica de la moral:
Moral:
1. adj. Perteneciente o relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia.
2. adj. Que no pertenece al campo de los sentidos, por ser de la apreciación del entendimiento o de la conciencia. Prueba, certidumbre moral
3. adj. Que no concierne al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano. Aunque el pago no era exigible, tenía obligación moral de hacerlo
4. f. Ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia.
5. f. Conjunto de facultades del espíritu, por contraposición a físico.
6. f. Ánimos, arrestos.
7. f. Estado de ánimo, individual o colectivo.
8. f. En relación a las tropas, o en el deporte, espíritu, o confianza en la victoria.
Lo que queda claro de estas acepciones es que la moral no es algo que la jurisdicción pueda hacer por todos los individuos de forma masiva, si bien la controla con normas y leyes, la moral reside en la capacidad que tiene cada individuo de escoger y decidir por su propia cuenta cuál es el camino que mejor le conviene.
Y sobre este punto, el de la moral, es precisamente que queríamos discernir. El significante “moral” es rico en significados. Desde los griegos a los contemporáneos el estudio de la moral ha divagado por un efluvio de acepciones que registran todas las disciplinas de la filosofía y las ciencias humanas. Su dialéctica histórica es ingente. Así como el significante “dios” (con mayúscula inicial o no) se vuelve metafísico y etéreo, asimismo lo es el significante “moral”.
Entonces ¿qué podríamos decir sobre la ética en la Divina Comedia? Pues bien, tenemos sólo dos variantes: discernimos de adentro hacia afuera y/o interpretamos de afuera hacia adentro; en otras palabras, tratamos de saber el qué y por qué de las intenciones de Dante cuando escribió su poema y/o interpretamos para nuestros días de nuestro siglo XXI cómo tomaríamos ese poema. La primera labor sería vana si no tenemos en cuenta que ese estudio clásico ya ha sido trabajado por cientos de críticos y estudiosos de la historia y la literatura, sería tratar de descubrir la rueda o tratar de inventar una máquina de vapor; antaño nuestros antecesores lo hicieron por nosotros; allí fuera, debe de existir una vasta biblioteca sobre la ética o la moral dantesca.
Lo segundo, el cómo deberíamos interpretar el poema dantesco (desde la ética), sería un estudio etéreo que pasaría a ser uno más del arrume en la gran montaña Himalaya. Hablar de moral en la Divina Comedia y discernir cómo la obra puede acercarnos más a dios, perfeccionar la política que gobierna a los hombres y salvar al mismo hombre, sería lo mismo que discernir de qué forma dios puede salvar al mundo. El problema esencial es de fe: creer o no creer en un dios, tener o no tenerlo; creer o no creer en una moral, tener o no tenerla. Habría quizás mil y una formas diferentes de escribir nuevos (o novedosos) apuntes sobre una hermenéutica dantesca para los días de hoy, pero no pasaría de ser simples anotaciones proféticas y místicas sin ningún valor, más que el valor moralista
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