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Análisis de la carta encíclica Laudato si del Papa Francisco


Enviado por   •  27 de Enero de 2016  •  Ensayo  •  1.366 Palabras (6 Páginas)  •  843 Visitas

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Análisis de la carta encíclica Laudato si del Papa Francisco

Laudato si es la encíclica publicada por el Papa Francisco el 24 de mayo, en la Solemnidad de Pentecostés, del año 2015, tercero de su Pontificado, sobre el cuidado de la casa común. Cosa curiosa, el título de la carta encíclica está en italiano, normalmente los títulos de esos tipos de documentos papales están en latín. Eso se da porque el nombre viene de la invocación de san Francisco de Asís, «Laudato si’, mi’ Signore» «Alabado seas, mi Señor», que en su canción Cántico de las Creaturas recuerda que la tierra, nuestra casa común, es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos. La idea principal que el Papa argentino expresa en esta carta encíclica es que nosotros mismos, los seres humanos, somos tierra, y por lo tanto somos parte integrante del planeta. Hasta ahora no hay ninguna factibilidad de una posible sobrevivencia de la humanidad fuera de la Tierra. Hay una relación existencial entre la humanidad y la Tierra. El agotamiento de los recursos naturales y la eliminación de las capacidades de regeneración del planeta causados por el uso inconsciente e inconsiderado que algunos seres humanos hacen de ellos ponen en peligro la existencia de la vida misma. El Sumo Pontífice está llamando la atención de toda la humanidad, especialmente los gobernantes de los pueblos sobre el hecho de que el tema del cuidado del medio ambiente no se trata sólo de salvar a la Tierra de la irresponsabilidad y de la avaricia de algunos seres humanos, sobre todo los más ricos, los que tienen el monopolio de la explotación de los recursos de nuestra casa común. ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Esa es la pregunta que está en el centro del texto.

El Obispo de Roma dice que esta Tierra maltratada y saqueada clama y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo y nos obliga a escucharlos, llamando a todos y cada uno a una conversión ecológica, es decir, a cambiar de ruta, asumiendo la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta ante el cuidado de la Tierra que es nuestra casa común. El sucesor de Pedro no pretende ser un pionero en la cuestión de la defensa del medio ambiente, él reconoce que ha habido una cierta constancia en advertir sobre el problema climático, lo que produjo una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza. Por eso, se puede ver fácilmente una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta. Eso, por lo menos, permite guardar una mirada de esperanza. En este sentido, el Papa latinoamericano no cesa de reflejar durante todo el texto este germen de esperanza de que la humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común; no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse.

Papa Francisco, a través del lenguaje directo, preciso, claro y esquemático que caracteriza su manera de hablar, expone muy bien el resumen de los grandes puntos tratados en la carta encíclica. Esperando que Laudato si se agregue al Magisterio social de la Iglesia, y ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que se presenta a la humanidad, el Santo Padre hace, en primer lugar, hace un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual como se indica en toda la encíclica. Segundo, a partir de esa mirada, el Papa Francisco retoma algunas razones que se desprenden de la tradición judío-cristiana, a fin de procurar una mayor coherencia en el compromiso con el ambiente. Luego, llega a las raíces de la actual situación, de manera que no se mire sólo los síntomas sino también las causas más profundas; porque así y sólo así se puede proponer una ecología que, entre sus distintas dimensiones, incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea. A la luz de esa reflexión, el Sumo Pontífice intenta abrir un espacio de diálogo y de acción que involucre tanto a cada uno de los individuos como a la política internacional. Para concluir, el Papa, convencido de que todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo, propone algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana, como incitaciones y estimulaciones a esa tarea que le toca a la humanidad entera.

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