CUPHEAD como obra de arte

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Cuphead, desarrollado por los hermanos Moldenhauer, es uno de los juegos más atractivos no solo de la última generación de consolas o de la PC, sino del siglo. Es una obra maestra, al menos a mí criterio. 

Su estilo gráfico se inspira en los trazos de los años treinta, una era denominada por muchos como la “época dorada de la animación”. Evoca la expresión artística de un periodo asolado por la guerra, por la zozobra de una guerra inminente, con el nacionalismo hirviente y amenazante de naciones como Alemania e Italia. Es el juego perfecto para una generación enamorada del pasado, aferrada a los recuerdos, a las expresiones de antaño.

En la realidad del juego, el personaje principal es una taza de café con piernas. Una taza de café que pierde su alma en una apuesta con el Diablo; a cambio de no perderla, debe ir a cobrar contratos de monstruos que tienen deudas con él antagonista. 

La recreación de este universo que evoca a los cortos animados de Disney es un embeleso visual y sonoro. Todo fue dibujado a mano y sus creadores, el equipo del Studio MDHR, se tomaron la molestia de concebir un personaje animado original. Es un trabajo independiente de los hermanos Chad y Jared Moldenhauer y de Jake Clark. Su desarrollo tomó siete años y fue completado desde los hogares de Jake, Chad y Jared. Su fe en el proyecto fue tal que hipotecaron sus casas para finiquitar la obra. 

Chad y Jared Moldenhauer crecieron en Regina, Saskatchewan (Canadá) y durante su niñez pasaron largas jornadas viendo dibujos animados de los treinta. La psicodelia de Dumbo, con su mítica y aterradora danza de elefantes, y los personajes antropomórficos y siniestros de Max Fleischer, inspiraron Cuphead. Como dato adicional, los primeros prototipos del juego fueron concebidos en el año 2000. Chad es diseñador gráfico y se encargó de pintar cada fondo, cada rostro, a mano, para después aplicar color en Photoshop. A medida que el proyecto fue creciendo, se unieron otros integrantes: un animador de Brooklyn, un desarrollador de Rumania, un músico de Jazz de Ontario (que grabó la banda sonora en formato analógico ó “a la antigua” como muchos dirían). Chad afirmó, en una entrevista concedida a la revista Kill Screen, que intentaron “hacer todo como se habría hecho en la década de los treinta”. Los hermanos gozaron con el desafío de concebir un juego con las imperfecciones estéticas de la época: el granulado del celuloide, el ruido en las grabaciones análogas, los trazos indecisos.

Aquí abordaremos un tema que se sale un poco (o mucho) de lo que se está abordando principalmente, hablaremos un poco de la jugabilidad y más datos curiosos. A pesar de esas deliberadas imperfecciones visuales y sonoras, la jugabilidad de Cuphead es impecable. Los controles rayan la perfección. Si el jugador, o tu no eres capaz de superar los niveles, probablemente sea culpa de tu impaciencia. Cuphead toma elementos de la jugabilidad de antaño. Es un título de plataformas, al mejor estilo de Contra o Metal Slug. Debes correr, saltar, esquivar una multitud de elementos enemigos y disparar como desquiciado a todas las direcciones. Los niveles manejan un grado de dificultad elevado, para mí a veces desesperante, tal es el grado que se requiere aprenderse los patrones de cada etapa hasta ser capaz de anticipar los ataques. 

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