El Anticristo.
Enviado por Toño mendoza • 20 de Abril de 2016 • Ensayo • 788 Palabras (4 Páginas) • 334 Visitas
El Anticristo.
Este libro fue titulado originalmente por el mismo autor (Friedrich Nietzche) “El anticristo: Transvaloración de los valores” y posteriormente modificado por el mismo, por “El anticristo: Maldición contra el cristianismo”, este término tiene más que ver con el contenido del libro, aunque también opina sobre la misma gente que se deja engañar por este “vicio”, teólogos, escritores, etc.
El término vicio (antes mencionado) fue estipulado por Nietzsche, él decía que los dos vicios más grandes y peligrosos vicios de este mundo eran el alcohol y el cristianismo; ¿Por qué?, porque ambos adormecen el dolor, nos hacen parecer que todo está bien tal y como se encuentra, quitándonos así la voluntad de cambiar para mejor nuestras vidas. Con unos pocos tragos, estos se interponían entre nosotros y el mejorar.
Las “virtudes” que el cristianismo nos muestra, no son más que mentiras, algunas que nos presentan como virtudes son: misericordia, obediencia, pureza, entre otros. Hace énfasis en la compasión, esta es antitética de los afectos tonificantes, que elevan la energía del sentimiento vital: esta causa un efecto depresivo. La compasión es entregarse a la nada y esta nada es Dios o la vida verdadera.
Los teólogos, “gente de actitud torcida y deshonesta”, la misma filosofía esta corrompida por estos mismos. Kant es un claro ejemplo, él fue un éxito de teólogos, “una rémora en la honestidad alemana, nada firme de suyo”. Kant proponía una virtud que era dañosa. La virtud proviene de solo una persona, y esta es uno mismo, tiene que ser nuestra invención, necesidad y en defensa nuestra.
Con el paso del tiempo nos hemos hecho demasiado modestos en todos los aspectos, ya que al hombre en si no lo derivamos del “espíritu” o la “divinidad”, sino que lo hemos colocado entre los animales. Para nosotros el hombre es el animal más fuerte; pero considerándolo relativamente, este es el más enfermizo, el más desviado de sus instintos. “En otro tiempo al hombre se le daba, como dote suya procedente de una orden superior, la voluntad libre”. Hoy le hemos quitado hasta la misma voluntad, en el sentido de que ya no se puede siquiera entender una facultad por medio de esta. “La voluntad ya no actúa, ya no mueve”.
En otro tiempo se veía la conciencia y en espíritu del hombre, la prueba de su procedencia, de su divinidad. Para que el hombre se hiciese perfecto tenía que ser como la tortuga y retraerse de todo lo terrenal, despojarse de su envoltura mortal, para que así solo quede lo principal, el “espíritu puro”. Sobre esto hemos reflexionado mejor, el “cobrar- conciencia”, el “espíritu”, es para nosotros una relativa imperfección del organismo, cometer errores, un trabajo que gasta energía y es penoso; negamos que podamos hacer algo de modo consciente. “El espíritu puro es pura estupidez: si descontamos el sistema nervioso y los sentidos, la envoltura mortal, nos equivocamos en la cuenta- ¡nada más!...”
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