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FILOSOFIA Revista el Monitor “Cuidar Enseñando”


Enviado por   •  20 de Junio de 2017  •  Trabajo  •  1.837 Palabras (8 Páginas)  •  292 Visitas

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FILOSOFIA

Revista el Monitor:

                               “Cuidar Enseñando”

Profesora: Domato, Silvia

Integrantes: - Acevedo Mayra

  • Camargo María
  • Delmagro Paola
  • Lencina Yamila
  • Sosa Daniela
  • Vanlanker Silvia

Enseñar cuidando

El tema del cuidado es un problema central en las escuelas de hoy. Después de la crisis del 2002 de Carmen de Patagones y Cromañón, la preocupación acerca de que estamos haciendo los adultos con respecto al bienestar de nuestros niños/as y adolescentes ha crecido.

En busca de otras formas de cuidado

Tiene un rol central la cuestión del cuidado de las nuevas generaciones.

¿Los adultos estamos cuidando bien a los niños y adolescentes? ¿Y qué lugar tiene en ese cuidado la escuela?

Vivimos con más miedo, y el cuidado en la etapa posterior a las  tragedias de Cromañón y Carmen de Patagones, también está teñido de miedo.

¿Es ese el cuidado que debemos brindar? ¿Solo asistencia material? Y ¿Por qué surgen solo antes las tragedias? ¿No se pueden buscar otras formas  de cuidado que forman lazos de mayor protección y pongan la vida como un valor fundamental?

La educación desde sus orígenes tuvo que ver con el cuidado, la palabra pedagogo señalaba en la antigua Grecia al adulto que acompañaba al niño a recibir las letras

En la última década el cuidado pedagógico es una acción integral de asistencia al otro, dar de comer, proveer ropa, asistencia médica, asistir a familias afectadas por inundaciones, retener en la escuela a niños y adolescentes en situación de riesgo. El cuidado estuvo algunas veces asociado a la contención social, volver menos peligrosos a los peligros, y otras veces tuvo que ver con la sensibilidad frente al  sufrimiento ajeno y tomó  formas aparecidas a las del amor.

¿Puede haber formas más igualitarias, y más productivas en términos del conocimiento? Para poder organizar otras formas de cuidado primero, tenemos que reconocernos como necesitados de  cuidado, como dadores de cuidado. Quizás en la cadena de dependencia mutua pueda articularse una relación más igualitaria con los otros: te necesito y me necesitas, y en esta mutua protección es que puede funcionar una sociedad humana.

   Existe una simetría entre adultos y niños- adolescentes. No estamos en igual situación frente a la vida, y menos en las escuelas, donde los adultos tenemos un poder más tangible que los alumnos. Tenemos poder para dictar normas, poner límites, para organizar los conocimientos, para estructurar la vida diaria, y tenemos otros recursos, aunque estemos en situaciones económicas o sociales más  precarias y porque conocemos  más sobre la vida que los niños/as y adolescentes. No estamos en igual situación de desamparo, y poner en juego estos recursos en nuestros vínculos con los alumnos y las familias es necesaria para construir la escuela como institución que enseña, cuida y ampara.

    La escuela ofrece conocimientos a las nuevas generaciones, el cual se imbrican con experiencias y posiciones éticas. El conocimiento es un modo de cuidar. Volver a pensar ambos términos juntos, el cuidado y la instrucción, es necesario para pensar que la transmisión de conocimientos es una forma de cuidado y protección y para valorar también las formas de cuidado menos intelectuales en las escuelas. Un segundo elemento en “estas otras formas de cuidado” es asociarse a otras instituciones de protección a la infancia y la adolescencia. La escuela recibe muchas más demandas de las que puede satisfacer; buscar alianzas para que esas demandas se canalicen, organizar a las madres y padres, y pensar en organizaciones estatales y comunitarias que pueden sumarse a mejorar el bienestar de la población, es también una forma de cuidado y de instrucción, y de crear en la práctica otros lazos de dependencia mutua. También implica cuidarse de la sobrecarga de tareas, repartir el trabajo. Además esto forma parte de asumir la tarea con  responsabilidad. Desde sus orígenes la escuela y la educación vincularon la idea del cuidado; supusieron un modo de contener al otro, que encierran modos de atención y resguardo que son a la vez, individuales, colectivos, sociales y culturales, estamos aludiendo a la vinculación entre el cuidado y la responsabilidad, desde una perspectiva política pedagógica, dado que el sostenimiento de una posición de adultos, nutre la construcción de una posición pedagógica. La responsabilidad adulta unida a nuestro lugar de docentes no deja de lado las responsabilidades del Estado, de los funcionarios, cuya obligación es el bien común, con disminuir las intensas manifestaciones del desamparo. Pero el rol del docente es también político, porque cuando nos hacemos responsables de la enseñanza somos garantes de la transmisión de la cultura y en ese lugar construimos una posición en diálogo con los otros.

Un tercer elemento es buscar maneras de cuidar que no partan del miedo, el cual ha tomado un lugar preocupante en la estructuración de las relaciones humanas. Juntar cuidado con amor, en el sentido de traer a los individuos pedagógicos esa fuerza motora de los seres humanos. El amor tiene que ver con la dinámica del dar sin esperar nada a cambio, y con la justicia que a la vez se vincula a una dinámica del distribuir, de pensar en el reparto y de la igualdad de los seres humanos.

Cuidar, entonces, sin que lo que medie sea el temor al otro, sino poder pensar en la seguridad como una búsqueda de amparo común, cuidar enseñando que la vida propia y la ajena es valiosa, cuidar valorando lo que hemos construido juntos, también incorporando hospitalidad como parte de pedagogías más democráticas.

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