Frases célebres
Enviado por Lourdes Mamani Cabanillas • 1 de Mayo de 2017 • Síntesis • 1.259 Palabras (6 Páginas) • 277 Visitas
Cuando la historia habla
Sin lugar a dudas la historia de la psicología es más ilustrativa cuando complementamos el saber teórico que se circunscribe en cada época con la biografía de los personajes representativos de dichos momentos, de modo que el interés acrecienta en la medida que establezcamos puntos de quiebre o correspondencia del discurso intelectual de cada hombre y su vida personal. ¿Y esto para qué? Para demostrar que como seres humanos, no somos infalibles y que aún eso que supuestamente sometemos al control, en determinados instantes, se desajustan de nuestra vida anímica consciente.
Varios sucesos acontecieron en la biografía de cada ilustre aportador de nuestra ciencia. Freud, Adler, Maslow, Jung, Allport, etc. Sus vidas personales estuvieron marcadas por anécdotas que pocos sabemos y que, por ejemplo, existieron vínculos académicos de occidente con nuestra región sudamericana, peruana, arequipeña. Este es el caso de Honorio Delgado Espinoza y Sigmund Freud. Ambos mantuvieron correspondencia, se enviaban fotos, trabajos relacionados a su materia, se enlazaron tanto que el mismo maestro elogió la agudeza intelectual del arequipeño, diciendo “Fue una extraordinaria alegría recibir sus trabajos, los que demuestran tanta comprensión y valorización del psicoanálisis… La respuesta la he propuesto hasta estar en posesión de la foto deseada por Usted en la que reconocerá, como consecuencia de los difíciles tiempos, a un hombre viejo y amargado sin ninguna característica especial”. Estas palabras son de Freud de una carta fechada el 20 de octubre de 1919. El Dr. Arequipeño escribió un trabajo psicoanalítico donde planteó la hipótesis sobre el porqué del gusto de los ojos femeninos diciendo que deviene de la contemplación del rostro de la madre durante la época de lactancia del niño. Sigmund Freud respondió al respecto: “Por la presente le comunico que he traducido al alemán su interesante trabajo. Al mismo tiempo le informo que el Congreso Psicoanalítico que debía tener lugar este año se realizará en otoño de 1922. Todos nosotros esperamos, pues, poder complementar a Ud. en esta ocasión como el primer representante de nuestra ciencia en Sud-América. ¡Vaya invitación!, y tal cual, Delgado tuvo la oportunidad de conocer a Otto Rank, a Alfred Adler, Ernst Jones (famosísimo biógrafo de Freud) G. Carl Jung, Hanns Sachs, y por supuesto, al judío: Freud. Un dato que recuerdo siempre es que un 20 de marzo (día de mi cumpleaños) de 1925, Freud le escribió una carta preguntándole que por qué cesó su trabajo que involucra el psicoanálisis, a lo que se excusaba con ciertas evasivas y no fue sino hasta la muerte del maestro vienés, que Delgado habló sobre el cesamiento de su quehacer psicoanalítico. Algunas atrevidas hipótesis acusan a Honorio Delgado por ser un traicionero de dicha corriente, tras esperar la muerte de Freud y arremeter contra él… al final nunca se supo el real motivo del comportamiento del doctor arequipeño (intuimos que fue un motivo inconsciente).
Allport, por su parte, solía contar una experiencia, la primera y única que tuvo con Freud. La fama de este último ya tocaba la cumbre y su papel en la historia del pensamiento se posicionaba preponderante, Gordon, estudiante de doctorado, visitó Viena para conocer al maestro. Llegó a su oficina, tras un letargo saludo y un posterior incómodo silencio, obligó a Allport contarle lo que sucedió mientras estaba en el metro camino al encuentro, dijo que había una mujer de alcurnia que representaba la modestia y pulcritud en persona (o al menos lo parecía) junto a su hijo, un muchachito que no quería sentarse en el lugar donde yacía un hombre poco aseado, histrionizando su conducta de asquerosidad, reprochando cada cosa que a su criterio era apestoso; Freud, muy atento al relato y cortante sentenció, “¿Era usted ese niño?”. Gordon se quedó espantado, pasaron muchas cosas por su cabeza, no sabía qué responder ante el decir del profesor, solo alegó que no era ese niño. Dijo, después, que su psicología, tras ese suceso, se posicionaría solo desde las experiencias conscientes y relacionadas con el presente… quizá lo hizo como un mecanismo de defensa, no lo sabemos.
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