IMPORTANCIA DE LA ARGUMENTACIÓN EN LA EDUCACIÓN

LA IMPORTANCIA DE LA ARGUMENTACIÓN EN LA EDUCACIÓN

“La lectura es la gran proveedora de argumentos, la clave para que los demás te escuchen”

José Miguel Monzón

El desarrollo de la argumentación en la escuela es posible cuando el estudiante es capaz de asumir una actitud crítica frente a una afirmación, es decir, cuando está en capacidad y disposición de dar razones, bien sea estando a favor de ella o en contra. Esto será posible en la medida en que los estudiantes reconozcan los tipos de argumentos y como llegar a ellos.

La presente reflexión se centrará en el desarrollo de una de las habilidades del pensamiento más importantes en la actualidad, la capacidad argumentativa, específicamente en estudiantes.

Actualmente el ambiente escolar se ve fuertemente influenciado por diferentes elementos que pueden llegar a afectar de una u otra forma las capacidades de argumentación de un estudiante. Como primera medida puede llegar a considerarse que un joven no tiene claro qué es la argumentación. La falta de hábitos lectores y de la práctica de la escritura, refuerza esta falencia llevando al estudiante a confundir un punto de vista no sustentado con un argumento. La cotidianidad actual dificulta precisamente adquirir herramientas de manera efectiva para generar un argumento, ya que los medios de comunicación, el mal uso de la tecnología, entre otros elementos, llevan al estudiante a buscar la practicidad e inmediatez, pues brinda acceso a la información fácilmente impidiendo cada vez más que el estudiante piense por sí mismo y, que con el tiempo, pueda llegar a refutar o apoyar una afirmación; o bien pueda llegar a identificar qué es verdad y qué no en una afirmación. Se generan así errores,  generalizaciones indebidas. Es por esto que es necesario encontrar los mecanismos para desarrollar la habilidad argumentativa en los estudiantes, ¿cómo hacerlo? El desarrollo de la argumentación en la escuela se logra cuando un estudiante es capaz de tomar una actitud crítica frente a una afirmación, con todo lo que eso implica, teniendo claridad sobre lo que significa argumentar, tomando consciencia de la importancia de la lectura para adquirir mayores herramientas, así como la práctica de la escritura, generar los mecanismos para que los estudiantes aprendan a diferenciar los tipos de argumentos y cómo desarrollarlos.

En efecto, dado que algunas personas piensan que argumentar es únicamente exponer sus ideas de manera clara y, que de igual forma, esto es una pérdida de tiempo, el horizonte de la argumentación se pierde en el ambiente escolar, bien sea por imitación, falta de guía en su realización o pérdida de interés por parte de los estudiantes al no encontrar una relación directa o aplicabilidad efectiva en su realidad. Según Weston (1994) “dar un argumento significa ofrecer un conjunto de razones o de pruebas en apoyo de una conclusión (…) los argumentos son intentos de apoyar ciertas opiniones con razones” (p.7). Es así como un argumento es esencial para indagar acerca de una conclusión, para aprobarla o desaprobarla, de esta manera se da cabida a nuevo conocimiento y nuevas posibilidades de indagación y discusión.

Ahora bien, es posible que un argumento nos permita generar una crítica hacia las opiniones de otros y convencerlos con razones. De la misma manera se afirma que “el argumento es a pensamiento, como libro es a biblioteca”, quiere decir que el argumento ofrece razones y pruebas de tal manera que permite que las demás personas formen sus opiniones. Al modo de Sócrates por medio de su método para llegar a formar conceptos propios. Efectivamente la Mayéutica lleva a este representante de la Filosofía Clásica a dar cuenta de lo que son los argumentos y su importancia para el conocimiento, “El poseer un conocimiento técnico o el saber cómo se hacen cosas concretas no constituye una sabiduría. Hace falta la conciencia de la propia ignorancia, que es el fundamento de todo conocimiento verdadero” (Galindo, Serrano, Merchan, León, Ortíz y Castillo, 2010, p. 38) Este elemento que establece Sócrates como prueba de ser el más sabio, precisamente por ser consciente de su ignorancia, puede ser un claro ejemplo de la manera como se logra un argumento de forma tal que otros generen sus propias opiniones, aun cuando para el mismo Sócrates esto haya acarreado más inconvenientes, “El admitir que nada sabe es lo que hace al ser humano sabio y también reconocer la diferencia que hay entre el saber divino y el accesible a los hombres. Además, asumir el deber de denunciar a los falsos sabios, no importando las consecuencias” (Galindo, Serrano, Merchan, León, Ortíz y Castillo, 2010, p. 38).

La investigación de Sócrates frente a la afirmación del oráculo sobre su sabiduría, lleva a sus seguidores a actuar como él, generando argumentos, así como a sus oponentes a imputarle cargos “por enseñar a los jóvenes a descubrir la verdad”. Efectivamente los argumentos que llevan a Sócrates a su defensa tienen peso en la medida en que prueban de manera clara y concisa que no es él quien se equivoca, demostrar como primera medida que no es lo mismo saber que creer saber algo y no está bien engañarse a sí mismo creyendo saber algo que realmente no se sabe; de la misma manera que el tener un elevado prestigio social no es sinónimo de sabiduría y que, como ya se indicó más arriba, tener conocimiento técnico no significa ser sabio: “Ahí tenéis, atenienses, la verdad y os estoy hablando sin ocultar nada, ni grande ni pequeño, y sin tomar precauciones en lo que digo. Sin embargo, sé casi con certeza que con estas palabras me consigo enemistades, lo cual es también una prueba de que digo la verdad, y que es ésta la mala fama mía y que estas son sus causas. Si investigáis esto ahora o en otra ocasión, confirmaréis que es así” (Fragmento 5. Galindo, Serrano, Merchan, León, Ortíz y Castillo, 2010, p. 39)

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