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LA NUEVA CUESTION SOCIAL A LA LUZ DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


Enviado por   •  13 de Febrero de 2018  •  Informe  •  3.401 Palabras (14 Páginas)  •  351 Visitas

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LA NUEVA CUESTION SOCIAL 

A LA LUZ DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 

 

 

Por Juan Carlos Scannone S.I.

 

 

 A los 110 años de Rerum Novarum (1891), encíclica centrada en la "cuestión obrera" -sobre todo en el nivel nacional-, hoy se habla de una nueva cuestión social[1]. Pues tanto Ecclesia in America como otros numerosos documentos sociales de la Iglesia se enfrentan con un nuevo fenómeno: la globalización[2]. Sin embargo debemos recordar que, ya con Juan XXIII, "después de la segunda guerra mundial...la 'cuestión social' restringida inicialmente a la clase obrera, sufrió un proceso de universalización que implicó... a la misma sociedad internacional, en la que afloraba cada vez más el drama del Tercer Mundo"[3].

 

  En el presente aporte señalaré ciertos rasgos que caracterizan a dicha "nueva cuestión social", tratando de contraponerlos con la problemática anterior. Así mismo sugeriré algunos cambios que se perfilan después de los atentados terroristas de Nueva York y Washington, aunque todavía las nuevas tendencias no están claras.

 

  1. Ya el marco global no es más el conflicto ideológico entre capitalismo liberal y colectivismo marxista, sino el que se da entre la globalización enfocada según la ideología neoliberal y posibles formas alternativas de globalización[4]. Éstas todavía no llegan a conformar un nuevo paradigma, pero responden a la utopía formulada por Juan Pablo II, de una "globalización de la solidaridad"[5], sin exclusiones.

 

 Sin embargo no sólo se ha dado la globalización de la economía, las finanzas, los estilos culturales, etc., sino también la de los problemas ecológicos y climáticos, el narcotráfico, el terrorismo, etc. De ahí que los acontecimientos del 11 de setiembre pasado parecen señalar un hito histórico que, probablemente, ayude a poner en cuestión -para un mayor bien o un mal peor- una concepción puramente neoliberal y economicista de la globalización. Pues aparece cada vez más claro que los mercados solos no pueden regular toda la vida social (interna e internacional) globalizada: necesitan de la política y los Estados, que deberían rescatar la búsqueda del bien común, ahora global.

 

  1. Ya         no         rige         solamente         la         contradicción         clásica:         explotación-

opresión/liberación, sino que ella se agrava por otra que a veces resulta peor: exclusión/inclusión, uno de cuyos mayores síntomas es el desempleo estructural. Se trata, empero, no sólo de exclusión social y económica (con el agravante de que se da en una economía de mercado), sino también de participación política (en regímenes formalmente democráticos) y cultural (en una sociedad del conocimiento y la información). Aun más, se excluyen no sólo clases sociales enteras, sino países y aun Continentes. De ahí que la opción preferencial por los pobres implique hoy también una opción por los excluidos.

 

 Una consecuencia de los atentados del 11 de setiembre es que ante ellos se están dando dos reacciones: a) la de los que buscan una respuesta global principalmente militar, con el peligro de crear una espiral de violencia (Bush y algunos de sus consejeros); b) la de quienes tratan de limitar dicha respuesta y, al mismo tiempo, apuntan a ir eliminando el caldo de cultivo del terrorismo, a saber, la injusticia y la pobreza estructural en el nivel global, en especial, en el Tercer mundo (algunos líderes, sobre todo europeos)[6]. Ambos enfoques convergen en dar una nueva importancia a la política frente a problemas que superan las relaciones de mercado.

 

  1. Hoy se añade a la oposición tradicional capital-trabajo, la que se da entre finanzas y producción, es decir, entre economía virtual-economía real. Pues frecuentemente los intereses de los trabajadores coinciden con los del empresariado productivo.  

 

 Por lo tanto, inspirándonos en Laborem Exercens[7], pero aplicando sus principios a la nueva cuestión social, hay que afirmar no sólo la prioridad del trabajo sobre el capital, sino también la de la producción sobre las finanzas, y que el único sentido y legitimación de éstas radica en estar al servicio de la economía real y del trabajo.

 

 Entre los factores que agravan esa nueva contradicción se encuentran la total desregulación de las finanzas, el secreto bancario casi absoluto y los paraísos fiscales. Todos ellos pueden ser hoy más fácilmente puestos en cuestión, después de setiembre, al menos en cuanto se trata de controlar también -aunque no solamente- el financiamiento del terrorismo internacional.

 

  1. Seguimos moviéndonos todavía en el economismo criticado por Juan Pablo II8, que subordina la política a la economía y la pone al servicio de los intereses económicos, desprestigiándola.  

 

 Sin embargo, el acontecimiento del World Trade Center está mostrando lo imprescindible de la política para afrontar problemas acuciantes de la globalización, a los que no pueden responder los mercados, como son los causados por el terrorismo globalizado. Así es como, por ejemplo, se vio la importancia de la política y diplomacia internacionales para lograr el apoyo contra el terrorismo, de países árabes y/o mayoritariamente musulmanes, de Rusia, China, etc. Así mismo en Estados Unidos se postergaron planteos económicos para dar prioridad a otros, políticos, de seguridad y/o militares, que implican muy elevados gastos por parte del Estado, etc. Es decir, que por razones diversas a las de la justicia económica, sin embargo, se cuestiona de hecho la regulación de la vida social por los mercados autorregulados.

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