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La voluntad como determinante de la felicidad


Enviado por   •  30 de Octubre de 2023  •  Ensayo  •  2.141 Palabras (9 Páginas)  •  45 Visitas

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La voluntad como determinante de la felicidad

Epicteto, Epicuro y San Agustín tienen nociones de qué significa la felicidad y como se llega a ella bastante parecidas entre sí, ellos concuerdan en que primero, tiene que existir cierto grado de equilibrio entre las distintas partes del alma, y que una de estas tendrá que ser la responsable de gobernar por sobre las demás, y, cuál es esa que reina, es donde difieren sus teorías. También le dan una gran importancia al rol que cumple la voluntad dentro del marco de lo que es ser feliz, puesto que, para los tres autores, esto está determinado por cómo el ser humano hace uso de ella, y, de no ser correcto (en base a lo que cada uno de los autores estima como tal), nunca alcanzará la felicidad. Es de tal manera, que la voluntad se puede interpretar como el “motor” de la felicidad y a su vez, la causa de la infelicidad.

Manual de Epicteto, es un libro que tiene como fin dar instrucciones para lograr llevar una vida feliz. El cual describe ésta como una vida en serenidad e imperturbabilidad. Para Epicteto existen dos tipos de cosas: las que dependen de uno y aquellas que no. Las primeras, son a grandes rasgos, las representaciones que le da el ser humano a todos los distintos sucesos que pueden ocurrirle durante su vida, en otras palabras, cómo se siente frente lo que le sucede. Las cosas que no dependen de uno, son todo lo que no se adhiera a esto último, los sucesos materiales, aquellos que seguirán siendo lo que son, independiente de como el ser humano los interprete. Ahora en torno a lo que si depende de uno, la voluntad es la herramienta que le permite al humano discernir y decidir entre cuales son los sucesos que le afectan y de qué manera lo hacen. “Los hombres se ven perturbados no por las cosas, sino por las opiniones sobre las cosas” (Epicteto, 2022, p.16). De esta idea se desprende que la perturbación proviene no de lo que pasa, sino de como uno lo interpreta, y, como la felicidad se basa en vivir sin perturbaciones y la manera de interpretar las cosas está determinada por la voluntad, es coherente decir que el uso apropiado de la voluntad nos lleva hacia la felicidad.

A su vez, Epicteto hace un gran énfasis en que mientras más uno se centra en las cosas que le son ajenas y se deja ser influenciado por ellas, más se estará alejando de ser feliz, así como también menciona que todo tipo de deseo llevara al individuo a ser desafortunado y por consiguiente, infeliz, esto se demuestra cuando dice “Aniquila por completo el deseo, . . . Y es que si deseas algo de lo que no depende de nosotros, por fuerza serás infortunado; y si algo de lo que depende de nosotros, aun no tienes a tu disposición nada de cuanto sería hermoso que desearas” (Epicteto, 2022, p.14) es por esto que tanto los deseos que dependan de uno como los que no, satisfacerlos, si bien puede que otorgue una felicidad momentánea, necesariamente implicará un mal en el ser humano, pues este sentimiento no hace más que alejar al humano de ser plenamente feliz. La capacidad de no centrarse en estas cosas recae en su totalidad a la voluntad, es ella la que permite al humano elegir que pensar, que rechazar y cómo reaccionar frente a las cosas. Cuando se vive constantemente preocupado de lo que los demás piensan de uno mismo, cuando se quiere que algo suceda de alguna manera determinada, cuando uno se lamenta de algo que sucedió por obra natural, son todos ejemplos de un uso errado de la voluntad, donde se está eligiendo centrarse en sucesos ajenos, sucesos que no pueden ser controlados por uno, los que al ser tomados en cuenta, no hacen más que llevar a uno hacia la infelicidad.  

Epicuro expresa que la vida feliz tiene como fin la salud del cuerpo, la imperturbabilidad del alma, y el no padecer de ningún dolor. También, que para lograr alcanzarla es necesaria la prudencia, “de la cual nacen todas las demás virtudes, pues ella nos enseña que no es posible vivir placenteramente sin vivir juiciosa, honesta y justamente, ni vivir de manera juiciosa, honesta y justa sin vivir placenteramente” (Epicuro, 2020, p.14). Habla también de los deseos, que “unos son naturales, otros vanos, y de los naturales, unos son necesarios, otros solo naturales; de los necesarios, unos son necesarios para la felicidad, otros para la ausencia de malestar del cuerpo, otros para el vivir mismo” (Epicuro, 2020, p.12). La capacidad de poder distinguir entre estos se le atribuye a la razón y, la de elegir satisfacer los que son necesarios y rechazar los que no, a la voluntad. Es por esto que el rol de esta última sería parecido al que le otorga Epicteto, pues sería la herramienta mediante la cual el hombre decide elegir algo por sobre otra cosa, en este caso, esa elección se da a la hora de elegir qué deseos va a saciar y cuales deberá ignorar. La importancia de los deseos radica en que, además de lo ya mencionado, es imperativo saciar los que son necesarios para alcanzar la felicidad, pues de no hacerlo, estos deseos desencadenan dolor en el individuo, y para ser feliz hay que estar exento de todo dolor, a diferencia de los que no son necesarios, pues con estos puede pasar que el hecho de saciarlos conlleve a un dolor más grande, o que el dolor que estos provocaban no se vaya o incluso que al saciarlos se generen nuevos deseos, cosa que provocaría la existencia de un círculo vicioso en el que por más deseos que se sacien, más aparecerán . Es debido a todo lo anterior que se demuestra la importancia que tiene la voluntad en lo que respecta a ser feliz, pues como ya se mencionó, es la que permite discernir entre deseos necesarios y no necesarios, y de no ser por ella, sería imposible alcanzar la felicidad, pues el humano saciaría todos sus deseos por igual, y al saciar los no necesarios, generaría inevitablemente más dolor del que se evitaría, haciendo su vida infeliz.

San Agustín hace de cierta manera una mezcla entre las visiones de Epicteto y Epicuro sobre la felicidad, del primero, rescata la importancia y el rol que cumple la voluntad en la persecución de la felicidad humana, haciendo la distinción de que, solamente se puede ser feliz si la voluntad de uno busca vivir rectamente, y en el caso contrario, si se busca vivir de cualquier otra manera que no sea la recta y justa, necesariamente se vivirá en desgracia, no porque el que de este modo viva la busque, sino más bien porque “son de una voluntad tal, que a ella sigue necesariamente la desgracia”(Agustín de H., 2022, p.24), otra manera de entenderlo es que nadie quiere ser infeliz, pero la visión que algunos tienen sobre cómo ser feliz, es una que forzosamente los llevara a la desgracia, puesto que esta se aleja del bien y la verdad eterna (Dios) y por más que se consideren felices (bajo su sesgada percepción de la felicidad), nunca lo serán de una manera plena y verdadera. De Epicuro, mantiene la idea de los placeres y deseos como algo natural del ser humano, solo que los toma desde el concepto de vicios y pasiones. Referente a los anteriormente mencionados, habla de como una vida que sea dominada por estos, estará necesariamente dotada de todos los males que estas conllevan “Adondequiera que este hombre se vuelva, la avaricia lo acosa, la lujuria lo consume, la ambición lo cautiva, la soberbia lo hincha, la envidia lo atormenta, la desidia lo anula, la obstinación lo aguijonea, la humillación lo aflige, y es, finalmente, el blanco de otros innumerables males que lleva consigo el imperio de la pasión”(Agustín de H., 2022, p.18), y será este mismo hombre aquel que viva de una manera no recta y justa, alejado de la verdad y el bien. Para este hombre ni siquiera es necesario tipo alguno de castigo, pues ya el hecho de vivir de esa manera, atormentado por sus pasiones, es castigo suficiente y adecuado para alguien de su naturaleza. La capacidad de poder evitar o escapar de los vicios y pasiones es atribuida a la buena voluntad, pues Epicuro hace mención de que “ninguna otra cosa hace a la mente cómplice de las pasiones si no la propia voluntad y el libre albedrío”(Agustín de H., 2022, p.17) esto por el simple hecho de que las pasiones, al ser inferiores a la razón (en otras palabras, la mente) nunca serán capaces de ejercer ningun tipo de dominio, y es la misma mente la única capaz de someterse a ellas mediante el mal uso de su voluntad

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