Siempre he dicho que el momento en el que lees un libro tiene mucho que ver con las emociones que despierta en ti

Siempre he dicho que el momento en el que lees un libro tiene mucho que ver con las emociones que despierta en ti. Cuando yo leí por primera vez Flores en el ático, tenía dos años más que la protagonista, Cathy (12 años), y me impactó tanto la historia que me acompañó durante mucho, muchísimo tiempo después de terminarlo. Puede que ahora, en el 2012, no resulte tan impactante y es evidente que en esta lectura que acabo de hacer, yo ya no soy una adolescente (jajajaja... ya me gustaría), pero en el momento en el que se escribió (creo que la primera publicación de Flores en el ático es de 1979), la autora V.C. Andrews mostró una valentía increíble al tratar temas tan escabrosos y oscuros como los que narra en estas páginas.

Os cuento un poco el argumento: Cathy (12), Chris (15), Carrie (5) y Cory (5) son cuatro hermanos que acaban de perder a su padre en un trágico accidente. Este terrible suceso les deja en una precaria situación económica y obliga a su madre, Corrine, a regresar al hogar familiar: Foxworth Hall, de dónde fue repudiada años antes al contraer matrimonio.

Al llegar a la mansión, los niños tendrán que esconderse para que su abuelo no descubra su existencia, pues si lo hace, serán todos expulsados de allí y por supuesto, desheredados. De este modo acaban confinados en un polvoriento y tétrico ático, lugar en el que poco a poco irán perdiendo su inocencia y descubriendo quién es en realidad su madre.

Puede que yo, cuando leí este libro, fuese tan inocente como Chris, Cathy, Carrie y Cory el día que fueron encerrados en el ático y éste sea el motivo de que me sorprendiesen tanto todas y cada una de sus páginas, dejándome tan impresionada. No esperaba en modo alguno que los acontecimientos fuesen a desarrollarse así, como tampoco esperaba, a mis catorce años, que el dinero fuese capaz de corromper de ese modo a las personas, de transformarlas en seres interesados para los cuales el amor y el cariño, no tienen importancia.

La autora describió a la perfección la evolución de estos cuatro niños, su angustia al ir descubriendo la realidad, su negación de los hechos en muchas ocasiones para no aceptar la terrible verdad que tenían ante ellos.

Pero si la decepción, el abandono y el desconsuelo no fuesen suficientes, la terrible figura de la abuela termina de dar el golpe siniestro en estas páginas; una mujer tan fría y tan cruel, que te estremeces cada vez que aparece en escena. Creo que esta figura fue creada por Andrews para simbolizar el fanatismo religioso, la doble moral, los oscuros sentimientos que se amparan bajo el cinismo de las apariencias. Y pocos personajes de novela han logrado tan bien su función de ser aborrecidos por el lector.

Yo no pude dejarlo hasta que no lo terminé, y busqué con avidez los siguientes títulos, pues necesitaba saber como se desarrollaba la historia. A pesar del tiempo que hace, recuerdo perfectamente que no lo solté desde que lo tuve en mis manos hasta que finalicé la historia, porque V.C. Andrews sabe dosificar la información perfectamente y darte

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