TG5: Aclaración de la cuestión de la analogía del ente.
Enviado por yoelgo • 12 de Noviembre de 2016 • Apuntes • 2.800 Palabras (12 Páginas) • 288 Visitas
TG 5
TG5: Aclaración de la cuestión de la analogía del ente
I. Planteamiento del problema
En TG4 hemos desarrollado la idea del ente, criticado la tentación de la univocidad y mostrado su transcendencia. Los fundamentos de este tema están puestos. Nos corresponde ahora criticar la otra tentación del espíritu respecto a la idea del ente que es la equivocidad y mostrar qué tipo de analogía es la que corresponde a la idea del ente.
II. Desarrollo.
1. La tentación de la equivocidad
Nadie ha propuesto radicalmente que el ser sea un término equívoco (de hecho hablamos de él y nos entendemos). Tiende a ello el existencialismo donde se carga el acento en el carácter único de cada uno (sujeto humano) y en su irreductibilidad a las categorías universales.
Ahora bien, una doctrina de la equivocidad desarrollada integralmente conduciría a esto: a la concepción de un mundo en el que cada elemento estaría enteramente cerrado sobre sí mismo, formando un universo aparte, sin ninguna comunicación, relación, semejanza o comunidad cualquiera con los demás. Cada ser es lo que es e ignora a los otros que, para él, no son.
Afirmo 'yo soy'. Por muy único que yo aparezca ante mí y lo sea, tengo conciencia de que sólo soy dentro del ser que me desborda, me penetra, me enviste. Yo soy algo del ser, yo no agoto el ser, hay ser alrededor de mí. Y fuera del ser, no hay nada... no se puede hablar de equivocidad. La afirmación radical del ser es la afirmación de la unidad del yo y de los otros seres en el ser.
Un objeto que por hipótesis no tuviera ningún vínculo, ninguna comunidad conmigo y con los otros seres, un objeto para el que la palabra ser tuviera una significación totalmente diferente y que, por tanto, no estuviera implícitamente englobado en la afirmación radical, encerrado en la unidad del ser, un objeto así no sería nada (a la nada reservamos un apéndice en este tema).
Tampoco es posible la pura subjetividad y la pura objetividad. Todo objeto de algún modo es sujeto en cuanto ejerce a su manera su propio acto de existir.
2. La analogía del ser
Por lo dicho se sigue que la idea del ser no es ni un concepto que convenga unívocamente a sus 'inferiores', ni un haz de conceptos heterogéneos ligados exteriormente por un mismo signo verbal. Es un concepto análogo, susceptible de adquirir diversos valores significativos pero no totalmente dispares según los objetos a que se aplique.
Es una analogía intrínseca: 'correspondencia de estructura'. Es una analogía de proporcionalidad interna. Como el ser dice siempre el ejercicio, por un sujeto, del existir que le conviene, esto es, proporción de esencia y existir, se concibe que su significación varíe, puesto que, en cada caso, el existir está en adecuación con el sujeto; y se concibe que, no obstante, dicha significación conserve su unidad, puesto que esas significaciones diversas están ligadas interiormente por esta semejanza de proporciones.
¿La unidad de la idea de ser se debe sólo a la "semejanza" de relaciones (Cayetano y Juan de Santo Tomás) o esta semejanza, orden y jerarquía que las relaciones constituyen exigen un principio ontológicamente uno (unum re) y no sólo una simple unidad lógica (unum ratione)?
La teología natural muestra que la jerarquía de los seres no se concibe ni se afirma si no tiene apoyo en la realidad suprema del Existir absoluto, Ipsum Esse subsistens. Este Esse, del que todos los seres reciben su ser, es para todos, su vínculo y su principio ordenador. Es la expresión de la doctrina metafísica de la participación.
Se puede señalar que si los esse son diferentes según las esencias cuyo acto íntimo constituyen, no difieren precisamente en cuanto esse. En efecto, el esse presenta un doble aspecto:
-En cuanto esse de un sujeto determinado, es absolutamente distinto, original, incomunicable.
-En cuanto esse, sin más, dice inserción en el Todo del ser y remite a la afirmación radical.
Así, los diversos actos de existir se nos presentan en una doble relación con la diversidad de sujetos, por una parte, y por la otra, con el Todo del ser, objeto de la afirmación radical, en la que aquéllos se insertan. Esta común inserción en el ser es la única que permite pensar el existir como unidad: el esse commune. De este modo, el esse aparece, en el ser, como polo y principio de comunión.
Así, el existir, que al principio se nos presentaba como el acto absoluta-mente original e incomunicable del ser, ahora nos ofrece un aspecto enteramente opuesto. Pero en ello no hay ninguna contradicción. Es el misterio mismo del ser: que los seres estén unidos de la manera más profunda y más radical por aquello mismo que los constituye en su individualidad irreductible. El esse es la comunión de los únicos en su unicidad. Es decir que nos encontramos lejos de una simple categoría conceptual, que sólo pueda aplicarse desde fuera. Es por lo más íntimo de ellos mismos, por su sí más reservado, por lo que los seres son uno. Esto no puede ofrecer un sentido si no se rebasa el terreno de la lógica hacia una metafísica de la participación del esse.
Esta relación común de los seres a la unidad del ser y al Ipsum Esse subsistens hace que la analogía del ser sea también y lo sea ante todo y de manera radical eso que los escolásticos llaman una analogía de atribución o de relación, es decir, una analogía en la que uno de los términos recibe una denominación determinada en razón de una relación que mantiene con otro término al que dicha denominación conviene con carácter primario e inmediato.
Esta analogía de atribución puede, a su vez, concebirse de diversas maneras, correspondientes a los diversos niveles de reflexión:
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