Teorías Utópicas
Enviado por sojeda123 • 1 de Octubre de 2019 • Ensayo • 2.665 Palabras (11 Páginas) • 223 Visitas
Teorías Utópicas
En el siglo XVIII, Rousseau se estableció como uno de los filósofos más controversiales, complejos e interesantes. Fue famoso por su punto de vista tanto polémico como revolucionario, que representado tanto en sus varios discursos como en sus varios textos y ensayos, influenció y fue causante de la tan importante y reconocida Revolución Francesa. En su ensayo sobre la teoría del contrato social, Rousseau presenta los postulados, que para él, son los más fundamentales para el funcionamiento de una sociedad “utópica”. Entre ellos menciona la necesidad de la supremacía del beneficio y voluntad popular, a la vez que reitera la transacción de la libertad natural por la libertad civil; incluyendo también su ideal sobre el auto-gobierno de los individuos y sobre el apoyo mutuo entre los miembros de la sociedad.
Colombia, que se presenta como parte de la cultura occidental y “heredera” de la cultura europea, cuya historia ha sido formada por los eventos e ideologías provenientes de dicho continente, tiene con toda lógica, razones suficientes para haber formado su estructura gubernamental, jurídica y social basada en el modelo del “viejo continente”. ¿Cuál es entonces la relación entre Colombia y la Ideología de Rousseau? Esta es una duda sencilla, Rousseau influenció tanto directa como indirectamente la revolución francesa, que a su vez influenció un sinnúmero de revoluciones, entre ellas, la Independencia Colombiana. El problema fue tal vez en la interpretación de los postulados del filósofo. En las sociedades actuales, tal como en Colombia, aun se presentan una gran cantidad de falencias, tanto como en el ámbito de libertad, como en los aspectos de beneficio del común, de la justicia, de la igualdad y del auto-gobierno.
Dicho lo anterior, me atrevo a afirmar que, la actualidad social en Colombia no representa la realización de los postulados ni ideales morales de la teoría del contrato social de Jean Jaques Rousseau. Para profundizar en dicha afirmación, hay que recordar que para Rousseau, su sociedad “Utópica” requería de la justicia e igualdad de todos los miembros, de la supremacía del beneficio y voluntad del común y del apoyo total de todos los individuos de dicha sociedad. Como primer fallo son entonces, parafraseando a la filósofa y política Nancy Fraser, las injusticias y desigualdades económico-políticas y culturales, que llevan a inequidad en la participación, como si unas voces tuvieran más peso que otras; lo que genera entonces, que el beneficio de unos pocos se superponga sobre el beneficio y voluntad del común. Aunque en la sociedad ideal que Rousseau planteaba todos tenían la misma importancia, en la actualidad las desigualdades siguen siendo exorbitantes, las minorías se siguen viendo afectadas y la clase baja permanece bajo el yugo de la clase alta. Antes de proseguir se debe denotar que “El principio de igualdad parte en el nivel de conciencia jurídica actual de la humanidad de la igual dignidad de toda persona humana, lo cual es sostenido tanto por las declaraciones y tratados internacionales en materia de derechos humanos” (Alcalá, 2006). Ya mencionado lo anterior, se menciona que “La desigualdad económica y la falta de respeto cultural se encuentran en estos momentos entrelazadas respaldándose mutuamente.” (Fraser, 2016), es decir, los problemas de injusticia y desigualdad están estrechamente causados por y arraigados en la cultura de nuestra sociedad. Nuestros problemas están profundos en nuestro pensamiento y forma de vivir diarios. ¿Cómo van a primar el beneficio del común y la igualdad si los individuos no se tienen en cuenta los unos a los otros? Para que la sociedad sea en verdad justa y remotamente similar a “utópica”, los individuos de esta deben empezar a considerar a sus compatriotas. En Colombia estamos lejos de dicha realidad. Desde el simple hecho de cruzar la vía cuando el semáforo está en rojo, hasta las decisiones legislativas que se toman en el congreso. La mayoría de las decisiones, sino son todas, tienen un trasfondo egoísta, en donde prima el interés personal. Influenciándose en las ideas expuestas por Pedro Santana R, se puede decir que dicho egoísmo proviene de una larga historia de patrimonialismo, además de falta de una cultura y actitud verdaderamente democrática, cosa que causó intolerancia y violencia, nunca reforzando ni introduciendo una noción de lo colectivo.
Como otra falencia tenemos entonces como los individuos ceden su libertad natural sin recibir una libertad civil real a cambio. Primero hay que recordar dos cosas: la primera es que “La libertad jurídica o civil consiste en el derecho de hacer todo lo que no está prohibido por la ley” (Enciclopedia jurídica, 2014). La segunda es que dentro de su obra “el contrato social” Rousseau menciona que: “las personas aceptamos una “libertad civil”, la cual la definió como la libertad de comportarse moral y racionalmente dentro del contexto de reglas acordadas por la “voluntad general”, o la voluntad conjunta de las personas por buscar la armonía y mejorar la sociedad” (Ochoa, 2017). En Colombia – y en muchas otras sociedades – suceden dos problemas: El primero es como muchas instituciones generan aún más y más restricciones, las que poco o nada tienen que ver con la constitución y que en ocasiones, llegan a prácticamente a desestimarla. Un buen ejemplo de ello son las condiciones que se le imponen a la imagen personal. Prohíben el tinte en el cabello y las perforaciones, solo por mencionar algunos, ninguno de ellos está prohibido por ley, de hecho, los colegios han sido obligados a permitir que los estudiantes porten los accesorios que deseen, pero no es como si las instituciones hicieran mucho caso. Estas normas no están incluidas, pero de igual manera – aunque saben que es incorrecto – lo prohíben. Estas instituciones están tomando pedazos de nuestra ya desmembrada libertad, nos arrebatan la libertad civil a la que se supone, ya estábamos todos comprometidos. El segundo problema sería entonces como las leyes elegidas no representan el pensamiento de la mayoría del pueblo, nos comprometen – sin nuestra aprobación – a regirnos por unas normas que lo único que hacen es quitarnos nuevos pedazos de nuestra libertad. Una cantidad considerable de las normas impuestas no son necesarias para el funcionamiento óptimo de nuestra sociedad, por lo que son una manera de complacer a los portadores del poder. Parafraseando a Rousseau La libertad civil se basa en un acuerdo de todo el pueblo, por lo que si todos no están de acuerdo dicha “libertad civil” no es exactamente cierta. En ambos casos quedamos solo con los retazos de nuestra “Libertad”, es claro que una sociedad sin normas sería muy posiblemente una anarquía –aún más en Colombia, si se tiene en cuenta cómo piensan y funcionan la mayoría de los colombianos –, pero las normas tienen que ser acordadas por el pueblo, con ellas definimos que es nuestra libertad, y en Colombia, son los organismos por si solos los que deciden que normas implementar, por lo que nuestra libertad civil está lejos de ser real.
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