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Un nuevo ideal, una nueva vida


Enviado por   •  11 de Mayo de 2023  •  Ensayo  •  7.283 Palabras (30 Páginas)  •  125 Visitas

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UN NUEVO IDEAL, UNA NUEVA VIDA

Dr. Alfonso López Quintás

Son numerosas las personas que sienten la necesidad de instaurar una civilización nueva, la civilización del amor, frente a la caduca civilización del egoísmo y la insolidaridad. Configurar una forma de humanismo plenamente ajustado al ser del hombre, a su vocación y misión, es un quehacer nobilísimo en el que se hallan comprometidos, hoy día, muchas personas en diversos lugares del mundo.

Nada más urgente que abordar esta tarea, porque la humanidad actual se halla en una situación de encrucijada: tiene medios sobrados para destruir las bases de todo humanismo que merezca tal nombre y dispone de posibilidades suficientes para instaurar un verdadero humanismo, un modo de convivencia en el que valga la pena vivir y morir.

La realización de esta magna tarea no es fácil; exige toda una conversión espiritual; un cambio de ideales. Y nada es más difícil para el hombre de hoy que dejar de lado el ideal perseguido durante los cuatro últimos siglos. Para cambiar este ideal se requiere una comprensión profunda de la situación en que nos hallamos, del pasado que la hizo posible y del futuro que se desea proyectar. Si queremos ser creativos respecto al futuro, debemos asumir las posibilidades fecundas que nos ofrece el pasado y liberamos de toda herencia que perturbe nuestra acción configuradora de un futuro digno del hombre. Esta labor selectiva sólo pueden realizarla personas que estén bien preparadas y tengan ánimo para ejercer la noble función de guías. No se puede dejar al azar la formación de guías o -líderes-. Es una labor muy delicada y compleja que requiere una gran dedicación y esfuerzo. Para adquirir esa formación debemos colaborar estrechamente todos: investigadores y docentes, jóvenes y mayores. Los mayores estamos en grave deuda con los jóvenes. Les hemos transmitido un tipo de sociedad que a los más sensibles les causa desazón. No responde a la nostalgia que sienten por una vida de alta calidad espiritual. Ojalá que no les fallemos y sepamos ayudarles a descubrir el horizonte de un humanismo auténtico, un modo de concebir y vivir la vida que lleve al hombre a pleno logro.

Con el ánimo de colaborar a esta labor formativa, quisiera analizar ante ustedes dos puntos de la mayor importancia: 1° El ideal que perseguimos en la vida decide el sentido de ésta. Si cambiamos el ideal, lo cambiamos todo.  Si queremos instaurar una nueva civilización digna del hombre, hemos de orientarnos hacia el ideal de la creatividad, la unidad, la solidaridad. Realizado este giro, nuestra conducta, nuestra actitud ante la vida, nuestra idea de la realidad y nuestros sentimientos experimentan un cambio muy positivo. Es toda una conversión la que se opera. Analicemos estas cuestiones y veremos que se abre ante nosotros un horizonte insospechadamente prometedor.

QUÉ ES UN IDEAL Y POR QUÉ HAY QUE CAMBIARLO

Un ideal es una meta a conseguir en el futuro, y esta meta está ya en el presente impulsando nuestra existencia. ¿Hacia dónde nos impulsa? Puede llevamos hacia la creatividad y la unidad. En tal caso nos dota de pleno sentido. Puede, por el contrario, lanzarnos hacia el dominio y el egoísmo. Con ellos nos priva de sentido y nos despeña al absurdo. Figúrense que un padre dice a su hijo: -Debes esforzarte en trabajar para hacer una buena carrera, para ganar mucho dinero y disfrutar de una posición relevante en la sociedad...» Este hombre tiene buena voluntad respecto al porvenir de su hijo, pero lo está orientando hacia el viejo y caduco ideal de dominar para poseer y poseer para disfrutar. Imagínense, por otra parte, que un padre o un educador aconseja a un joven de esta forma: -Debes esforzarte en tu preparación a fin de ser eficaz el día de mañana en tu actividad profesional, colaborar al bienestar y felicidad de los demás y configurar una sociedad mejor, más solidaria y más justa. Este padre o educador muestra con tal consejo que ha realizado ya el giro hacia el nuevo ideal de la unidad y la creatividad.

Este giro debemos realizarlo todos porque nuestra tendencia no nos suele inclinar a adoptar actitudes de apertura y generosidad. Llevamos a la espalda cuatro siglos de Edad Moderna, afanosa de incrementar a ultranza el dominio sobre la naturaleza.

Este afán reportó grandes éxitos a la sociedad, pero acabó sumiéndola en el mayor desvalimiento espiritual. Pocos pensadores han percibido esta menesterosidad con mayor viveza que Romano Guardini, el gran guía de la juventud alemana de los años veinte, en el clima adusto de la posguerra. Cuántas veces nos advertía en clase que el hombre moderno aumentó al máximo el poder sobre la realidad, pero no se cuidó de adquirir poder sobre ese poder. Esta falta de una ética del poder pone en grave peligro la convivencia humana. Por esta profunda razón, la labor intelectual y pedagógica de Guardini se dirigió a disponer los espíritus para que diesen el salto a una nueva actitud. Veo en el horizonte -anunciaba- un nuevo tipo de hombre que no rechazará la técnica, sino que la hará más espiritual, más profundamente humana; que no intentará dominar la naturaleza para ponerla a su servicio, sino que dialogará con ella[1]. A más de medio siglo de distancia, esta premonición esperanzada de Guardini está lejos de haberse cumplido. No ha surgido todavía la nueva época que él veía llegar, pues la humanidad se resiste a abandonar el viejo ideal del dominio, a pesar de que ya no puede creer en él. Esta incoherencia provoca verdaderas devastaciones espirituales[2].

ESTAMOS EN UNA SOCIEDAD DESCONCERTADA Y MANIPULADORA

 

Cuando se orienta la vida hacia un ideal en el que no se tiene esperanza, se produce un cortocircuito en el espíritu y se provoca una radical inseguridad. El hombre que se siente inseguro pero no cambia el ideal de la posesión por el de la creatividad cae en la ilusión de pensar que, si aumenta el dominio sobre cosas y personas, puede adquirir la seguridad de que carece. Esta falsa ilusión inspira la tendencia manipuladora de la sociedad contemporánea, porque la manipulación de los espíritus permite conseguir un dominio rápido, contundente, masivo y fácil sobre personas y pueblos.

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