VERDAD Y TRANSFORMACION.
Enviado por sandrasacristan • 13 de Octubre de 2016 • Ensayo • 2.720 Palabras (11 Páginas) • 216 Visitas
VERDAD Y TRANSFORMACION
PRESENTADO A:
PROFESOR HENRY RINCON
REALIZADO POR:
SANDRA MAGNOLIA SACRISTAN MORALES
ETICA CRISTIANA INTEGRAL
UNIDAD EDUCATIVA IBLI-FACTER
2013
VERDAD Y TRANSFORMACION
Es evidente que la corrupción es uno de los obstáculos más importantes para promover el crecimiento económico y para reducir los niveles de pobreza de cualquier país. No hay nada más triste que cualquier ciudadano pueda observar, cómo personas se aprovechan de los bienes públicos para hacer fortuna.
En la búsqueda de respuestas a este fenómeno que ataca a la mayoría de las naciones, nos podemos dar cuenta que no es por la deficiencia en los mecanismos de control que cada día se han implementado; sino porque definitivamente hay una educación desenfocada, no se fundamenta en los mandamientos que el Señor nos dio, todo por una arrogancia intelectual que ha rechazado esta verdad.
Actualmente, es difícil encontrar universidades en donde se enseñen valores, ya que están dedicadas a preparar al estudiante para que se desarrolle profesionalmente, incurriendo en el error de pensar, por una parte, que si se enseñan valores basados en la Palabra de Dios, se está incurriendo en quebrantamiento de derechos pues hay estudiantes que no les interesa esta instrucción ya que alegan no creer en Dios y ser totalmente agnósticos; y por otro lado se piensa que esta educación no tiene ningún provecho y que por el contrario se perdería el tiempo para invertir en otras asignaturas que debe conocer la persona de acuerdo a su carrera profesional.
Por lo anterior, es urgente cambiar de mentalidad, para transformar la educación actual, no olvidar las bases que Dios nos ha dado, empezar a formar verdaderamente una generación que pueda cambiar no sólo un país sino el mundo entero, recordemos que a eso fuimos llamados en la Gran Comisión no sólo a crear iglesias sino a hacer discípulos que puedan influenciar a otros.
Dios nos dejó una gran Misión globalizada por hacer, si somos personas “entendidas en los tiempos” en que vivimos, podemos utilizar todas las tecnologías que están a nuestra disposición a fin de llevar a cabo esa gran tarea.
Es importante tener presente que para conocer la verdad no hay que poner la mente en blanco, por el contrario hay que ponerla a trabajar para darle honra a Dios; el uso de las herramientas tecnológicas, no es incompatible con una vida de fe, oración y búsqueda constante del Espíritu Santo. Usemos nuestra mente para darle un uso inteligente a toda la tecnología que ahora tenemos para transmitir a toda persona el mensaje de salvación y todo lo que Dios nos ha enseñado para construir una mejor sociedad.
Así mismo, debemos recordar la importancia de la familia, ya que no se puede negar que la familia es una célula fundamental y básica de la vida social. Para que se dé una sociedad sana debe haber familias sanas. Si esta institución funciona correctamente influenciará a todas las demás instituciones, por eso la familia es la institución primaria, las demás son secundarias.
La familia debe ser el modelo para el comportamiento de los ciudadanos de una sociedad; cuando la familia fracasa, la sociedad estará colapsada. La paz mundial comienza en la familia, con un ambiente de amor verdadero, que forma ciudadanos nobles y justos. Este ha sido el plan de Dios desde el principio de la creación, por esto creó al hombre y a la mujer, para que vivieran y compartieran juntos formando una sola carne. Sin embargo, los principios de Dios están siendo descartados, abundando el desorden y la corrupción, como sucede siempre cuando el hombre se separa de Dios. El amor libre, la infidelidad, el divorcio, y todas las formas de obstinación están causando el naufragio de las familias. Por tanto es necesario que volvamos a los principios y propósitos de Dios, de modo que no seamos llevados por la corriente de las cosas que nos rodean y fallemos en el mantenimiento de verdaderos hogares.
Pero para lograr hogares fuertes, debemos recordar que somos como un espejo que refleja la gloria del Señor, esto agrega mucha más responsabilidad sobre nosotros, algo que muchos ni si quiera saben que tienen.
Nosotros somos portadores, ante el mundo, de la imagen de Dios y también de su gloria, por eso debemos vivir, para mostrar al Señor a todos. Pero, cuando las personas nos ven ¿qué ven?, ¿verán las características de Jesús en nosotros, o verán personas llenas de problemas y amargura?, ¿Se notan los rasgos de Dios en nuestra vida? Necesitamos tener ciertas cualidades que nos den competencia para proyectar al mundo lo que Dios es.
La gloria del Señor, debe nacer desde lo más profundo de nuestro ser. Dios debe ser una experiencia íntima en nosotros, y no una sola teoría superficial e impersonal. Cuando la gente nos vea tiene que creer que Dios está dentro de nosotros y no en nuestro exterior como un simple reflejo. El tiempo debe ser nuestro fiel testigo de que la imagen de Dios se ha formado en nosotros. No es posible decirnos cristianos y seguir con los mismos hábitos, formas de pensar y de actuar. Alguien que se ha entregado totalmente a Dios es alguien renovado.
La realidad de reflejar la gloria de Dios, por medio de nuestro constante cambio, asimilando lo que Dios es día a día, debe ser para todos nosotros, nuestra meta más importante, porque en la medida que mostremos cambio en nuestras vidas, seremos testimonio para hacer más discípulos como nos lo dice Mateo 28:19 en cuanto a la Gran Comisión, la mejor manera de hablar de Dios es por medio de nuestro comportamiento y ejemplo.
Cuando nos acercamos a Dios, el sana nuestras vidas y nos da salvación, de esta forma nosotros nos podemos acercar a otras personas y llevar su mensaje a todas las naciones, para que también puedan conocer del amor del Señor.
Por eso una de las mejores formas de acercarnos a otras personas es mostrando compasión, recordando que el sentimiento de compasión no es un sentimiento superficial, un simple lamento transitorio, sin mayor huella que un sentimiento efímero de lástima, pena o pesar por el mal ajeno. Es, más bien, un padecimiento personal de profunda tristeza, de aflicción y dolor por los sufrimientos ajenos, porque los consideramos como propios. La compasión no es una discreta simulación, sino un padecimiento personal porque – a semejanza de Dios – Dios no tiene misericordia sino por amor, al amarnos como algo suyo. La compasión sólo brota de un fuerte amor a los demás.
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