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ANALISIS DE POE


Enviado por   •  30 de Agosto de 2013  •  1.077 Palabras (5 Páginas)  •  266 Visitas

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El mundo material - continúo Dupin- abunda en muy estrictas analogías con el espiritual; y así se ha dado algún color de verdad al dogma retórico de que la metáfora o el símil pueda ser empleada para dar más fuerza a un pensamiento o embellecer una descripción. El principio de visinertia, por ejemplo,parece idéntico en física y metafísica.

"El mundo material está lleno de analogías muy exactas con el inmaterial, y esto es lo que da cierto tono de verdad a ese dogma retórico de que una metáfora o una comparación pueden fortalecer un argumento e igualmente embellecer una descripción."

— La carta robada, Edgar Allan Poe

CRÍTICA DE RAÚL ASENCIO, SOBRE LA CARTA ROBADA, DE EDGAR ALLAN POE

Análisis de lo racional y lo irracional.

La razón y la no razón, en La carta robada, están impresas en los personajes: desde el anónimo narrador, que además de contar lo que Poe tenga que decir interpela y se zambulle en la acción de la trama con una función marcada: descarnar las reflexiones de Dupin; el genio de la deducción. Es decir, nos encontramos con el germen del tándem Holmes-Watson, de Conan Doyle. Un dúo semejante, y puede que incluso antecesor, lo encontramos en Alonso Quijano y Sancho Panza. Pero me temo que el germen de esta argucia narrativa se remonta a los diálogos platónicos. Allí, el filósofo recreaba escenarios ficticios en los que un omnipotente Sócrates –su maestro- desmembraba la realidad hasta alcanzar el propio Sol, metáfora de la fuente de todo lo bondadoso; la Idea de Bien. Para diluir tan trascendentes pensamientos y hacerlos digeribles para un lector no tan ducho en la Teoría de las Formas, Platón obligaba a su mentor, Sócrates, a vérselas con personajes ingenuos, curiosos y audaces que cuestionaban las ideas

que éste planteaba a la vez que le exigían que las ampliase y las hiciese legibles. Adimanto o Glaucón son interlocutores que interpelan al filósofo para que éste pueda desplegar toda su retahíla de argumentos racionales.

Dupin o Sherlock, nuestros Sócrates, tratarían de alcanzar la verdad desligando el nudo que se les plantea a través de la razón. El narrador de La carta robada, sería, un Adimanto o Glaucón que instan a sus genios camaradas a que expliquen al resto de ingenuos mortales cómo han conseguido deshacerse de tan intrincada lazada.

Dupin, con sus argumentos, consigue sacar de “la caverna” a quien lo escucha. El prefecto y su compañero y narrador quedan cegados por la clarividencia al descubrir la verdad. Son muchas las similitudes que los diálogos platónicos mantienen con el modelo de narración policiaca que plantea Allan Poe, aunque dejando a un lado la pedantería filosófica hay más en el relato de Allan Poe, y una de sus logros que más me atrae es la capacidad para convertir lo racional en irracional. Me explico: Poe, nos presenta a un prefecto de policía que no es capaz de resolver un enigma. Sus herramientas son ineficaces, alega Dupin, y es que este prefecto se retrata como un obseso del método: perseguidor del rigor empírico. Cree que su técnica de investigación es perfecta, puesto que a través de una serie de pasos detallados y determinados con precisión

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