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Amistad sin palabras (ensayo sobre la relación del ser humano con los animales)


Enviado por   •  18 de Febrero de 2018  •  Ensayo  •  423 Palabras (2 Páginas)  •  1.422 Visitas

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Amistad sin palabras

Los amigos llegan como un viento inesperado que reconforta o sacude nuestra alma. Son música que trae el río nocturno de nuestros días cuando el silencio nos aturde. Son la excusa perfecta para hablar y para caminar. Para bailar. Y es que la amistad, esa lluvia anodina que contiene aquellas gotas gemelas destinadas a encontrarse, es el motor de la vida. Sucede, además, que muchas veces nuestros mejores amigos, los que nos deparan momentos de mayor felicidad, son los animales. En mi caso son los perros. Esa nobleza muda y mordelona que de manera elocuente me enseña a querer, a ser humilde, a sobreponerme a los avatares de la vida. Son amigos que te enseñan sin afán pontificador: predican con el ejemplo.

La sabiduría del lenguaje arroja luces sobre la amistad con nuestros compañeros caninos. Del francés mascotte, la palabra mascota encierra el misterio de la relación del perro con el hombre: es un sortilegio, un amuleto, un talismán para encontrar el elixir que cura la soledad. Son parte de nuestra vida, pues, y encarnan la esperanza  ante la suerte esquiva y anhelada de nunca estar solos, de nunca ser despreciados. Una cura para la existencia sorda que nos arrastra hacia la oscura noche del egoísmo.

Los perros son, incluso, grandes maestros. Diógenes de Sinope, aquel filósofo de la antigua Grecia que vagabundeaba por las calles buscando con una lámpara a un hombre justo, tomó como modelo de vida la existencia canina: el perro, animal sencillo y humilde, sin más pretensiones que la existencia libre, sin cadenas. Los perros, entonces, simbolizan la renuncia a la culpa, al pudor. El filósofo griego se cura de la vergüenza y su ejemplo son los perros, que sólo buscan la felicidad. Se retira a vivir en un tonel y se masturba en la vía pública anhelando poder calmar el hambre de la misma manera que puede calmar su deseo y su pasión: frotándose el estómago.

La amistad sin palabras, sin sombras ni verdades. Sin otra razón que la amistad misma. Esa es la relación desprovista de la razón: un territorio de lo primigenio, del amor más puro. El capitalismo que lo permea todo no ha logrado introducir sus tentáculos en la relación hombre – perro. La noción de beneficio, de negocio que caracteriza los vínculos humanos no tiene cabida en el nudo silencioso que estrechamos con nuestros amigos peludos. Si bien las mascotas son un producto, la amistad no se compra y esa es la enseñanza más grande que nos dejan los perros

Gabriel Rodríguez Bolaños

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