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Analisis Critico De Levinas


Enviado por   •  11 de Agosto de 2013  •  1.653 Palabras (7 Páginas)  •  342 Visitas

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Hay existencia de filosofías que se preocupan por el ser es decir la esencia e ignoran al Otro, se olvida el valor de persona, sus sentimientos, su dignidad, etc., y a causa de esto se consiguen aspectos más negativos que positivos, que nos conducen a una sociedad donde lo más importante es el ser, el ego, el uno mismo, se crea un mundo con violencia, egoísmo, individualismo, en donde el que sobrevive es el más fuerte y se ignoran los aspectos básicos del carácter ético. La base de la violencia es el interés, por lo que hay que convertir el interés en desinterés, es decir salir de nuestro propio yo egoísta y responder a la llamada del otro, hacer un bien sin esperar nada a cambio. Tenemos que crear un pensamiento, pero más allá de un pensamiento, un estilo de vida basada en el Otro, una filosofía que esté al servicio del ser humano y no viceversa. Hay que buscar romper con todos los esquemas que miran al ser humano encerrado en si mismo (egoísmo), que es lo que ha causado toda la violencia del mismo. En la relación del yo con el otro, hay una separación de estos dos sujetos, son totalmente diferentes, son dos dimensiones distintas, pero también no hay que caer en el reduccionismo. Esta separación, es muy importante en la constitución del yo. Esta constitución del yo se hace por una vida interior separada. El yo se constituye a partir de la vida interior. Es por esta interioridad que el ser humano rechaza y se resiste a la totalidad. Pero esta totalidad es la totalidad exterior en donde todo está sometido al imperialismo del ser. Se separa de esta totalidad pero se sumerge en la totalidad interior o egoísmo en donde todo está sometido al ego del sujeto. En esta totalidad el yo a través de la sensibilidad lleva todas las cosas a la conciencia y se alimenta y vive de gozo. El yo apresa todas las cosas de la totalidad del ser, y las aprende a través de la boca, sus ojos y también con el tacto, separado de él, pero no ruptura con él, al contrario, el yo depende del ser porque lo alimenta y lo hace vivir, es del ser que el mismo toma sus raíces. El ser humano así se siente feliz, puede descansar. Él está feliz porque el mundo le pertenece, nada se le escapa, es la medida de todas las cosas. No se trata de la afirmación o de la negación de Dios, sino de lo que pasa antes de encontrarlo, el alma es naturalmente atea, el ser humano nace ateo, sin Dios y sin religión. La religión como relación con él viene después, el yo ateo no necesita todavía de Dios, sino más bien saber que me puedo despegar de Dios, y puedo constituir mi propia vida sin necesitar de él y cortar todo lo que tenga relación con él para llegar a ser un yo independiente, separado del Otro, al cual lo ignoro y desconozco. El otro es el extraño, es todo ser humano que está frente a mi y que pide justicia. El otro no se aparece, no se muestra, es invisible. No es un yo evaluado o medible por aproximación sino que es absolutamente otro.

El otro representa la presencia de un ser que no entra en la esfera del mismo, es decir, el otro responde a aquello que no soy yo, a aquello que es anterior a mí y, gracias a lo cual yo soy quien soy. Es decir el otro me constituye, porque si niego la presencia del otro estoy negando mi existencia. También podemos decir que hasta el que me oprime es otro. Porque el otro pone límite a mi libertad. El otro es absoluto y permanece intacto en su alteridad, no es un concepto, ni una idea a la cual la conciencia del yo puede apresarla y hacerla suya y darle sentido. El viene de un mundo que yo desconozco, es la huella de Dios, es presencia del infinito. En la constitución del yo, se puede entrar en relación con el otro. Pero es que el otro viene a romper el egoísmo que constituye al otro. En el lenguaje y no en la razón está la mejor manera de abrir el pensamiento a lo universal. No hay que entender el lenguaje primeramente como un intercambio de palabras, sino ante todo como sorpresa, como un traumatismo del asombro, el yo se sorprende frente al mundo, y frente al ser, pero él se sorprende aún más e incluso se traumatiza frente al otro que le habla y quien se dirige a él, hablándole en primer lugar. Porque si le habla primero el yo, el otro sería más bien un objeto al que el yo aprende, es decir la conciencia lo aprendería y catalogaría como un simple objeto. En este sentido el lenguaje es la manera de entrar en relación con el otro sin que esta relación sea de conocimiento

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