Análisis de Lectura (La vida de un imbécil).
Enviado por Arturo M. Vásquez • 30 de Marzo de 2017 • Ensayo • 1.342 Palabras (6 Páginas) • 380 Visitas
La vida del imbécil: retos y ambiciones
Resumen
El presente trabajo amplía y ejemplifica lo que Fernando Sabater en su obra Ética para Amador; específicamente en el capítulo “Aparece Pepito Grillo” denomina como imbécil. Bajo el afán de explicar, en primera instancia se menciona que es un imbécil y cómo es posible identificarlo, al igual que la diferencia entre la vida y la existencia, en “tengo vida, ¿y ahora qué?”. Posteriormente, se da a conocer qué es la conciencia, qué características tiene y cómo es el proceso de adquisición de ella; todo lo anterior en el apartado “concientizando al imbécil”.
Casi al cierre del presente ensayo, se plantean los términos egoísmo y remordimiento, a través del subtema “secuestrando mi calma”. Para finalizar, bajo el título de “apechugando”, se explica el significado de la responsabilidad y las ventajas que atrae para las personas la práctica de esta.
Sumario
Resumen
- Tengo vida, ¿y ahora qué?
- Concientizando al imbécil
- Secuestrando mi calma
- Apechugando
Conclusión
Bibliografía
Tengo vida, ¿y ahora qué?
Si bien llegar a la vida es toda una travesía, poder hacer de ella algo productivo es el verdadero reto, pues existe una abismal diferencia entre sólo existir y verdaderamente vivir.
Vivir implica dar lo mejor de nosotros, es llevar a su máxima expresión nuestra capacidad de ser. Es aprender más cada día, gozar los momentos bellos y desafiarse a sí mismo ante las adversidades.
Vivir implica una serie de reglas y obligaciones y… “¿Sabes cuál es la única obligación que tenemos en la vida? Pues no ser imbéciles” (Sabater. (1991). Ética para Amador España, p.33) y es que hay mil maneras de ser imbécil sin siquiera notarlo.
Para reconocer a un imbécil, cabe especificar que este no es aquella persona carente de habilidades motoras o cognitivas, más bien, es aquella persona que a pesar de ser conocedora de sus capacidades y virtudes prefiere vivir en desidia y comodidad porque disfruta de esta antes que la realización plena, porque la última requiere esfuerzos y sacrificios, los cuales representan al más grande enemigo para su condición de imbécil.
Es aquella persona que vive en constante tibieza y conformismo ya que no sabe qué camino debe elegir, pero no le molesta no saberlo y termina haciendo de su vida un tremendo desastre.
El ser imbécil no es dependiente del género, la edad o situación social, es una semilla que encuentra tierra fértil en una persona perezosa y sin metas establecidas.
Concientizando al imbécil
“Lo contrario de ser moralmente imbécil es tener conciencia” (Sabater. (1991). Ética para Amador España, p.34). Pero con exactitud ¿qué es la conciencia? La conciencia es la capacidad que tiene cada ser humano de juzgar el actuar propio y de un colectivo como bueno o malo; dependiendo de las características que dicho actuar presente, es posible determinar si con él se llega a la vida buena o por el contrario, nos estamos alejando cada vez más de ella.
La conciencia no es algo que se otorgue por azar o por belleza, es algo que se desarrolla gracias a lo que aprehendemos de nuestro entorno; principalmente en el núcleo familiar, pues el desarrollo de una persona marginada y socialmente despreciada no será igual al de otra que goce de estabilidad económica y un futuro si no asegurado, si con las posibilidades de moldearlo a su conveniencia.
Fernando Sabater en la página 34 de su obra Ética para Amador, menciona que para el desarrollo de conciencia son necesarios:
“…Ciertos requisitos, sociales y económicos pues a quien se le ha visto desde la cuna privado de lo humanamente más necesario es difícil exigirle la misma facilidad para comprender lo de la buena vida que a los que tuvieron mejor suerte”.
Secuestrando mi calma
Una vez que el imbécil logra descubrir qué es la conciencia y apoderarse de ella al grado que la sienta en él, aparece un sentimiento llamado remordimiento.
El remordimiento es la suma de los esfuerzos morales del antiguo imbécil, que le permiten dejar de ser llamado bajo este título ya que ahora es capaz de sentir algo como consecuencia de sus acciones; por ejemplo, Fernando Sabater en la página 35 de su obra Ética para Amador, cuenta la historia del conde de Gloucester (Ricardo III) quien para llegar a convertirse en rey elimina a todos los parientes varones, desde el más longevo hasta el más pequeño, que se interponen entre el trono y él, con la finalidad de que no haya ningún otro candidato para ocupar el trono. A pesar de que Ricardo III logra su cometido de ocupar el trono, no se siente feliz porque su voz interior (conciencia) le indica que es incorrecto lo que ha hecho.
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