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Aristoteles


Enviado por   •  20 de Marzo de 2013  •  8.942 Palabras (36 Páginas)  •  268 Visitas

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Aristóteles

Ética a Nicómaco

versión de José Ramón Ayllón, muy resumida

Índice

1. LA FELICIDAD

2. LA VIRTUD

3. LA RESPONSABILIDAD MORAL

4. EL PLACER: CONTROL Y DESCONTROL

5. LAS RIQUEZAS Y LA AMBICIÓN

6. VALENTÍA, JUSTICIA Y PRUDENCIA

7. LA AMISTAD

8. FUNCIÓN EDUCATIVA DE LAS LEYES

1. LA FELICIDAD

1. Toda acción humana busca siempre algún bien: el médico busca el bien de la salud; el

soldado busca la victoria; el marino, la buena navegación; el comerciante, la riqueza...

2. En realidad vivir como hombre significa elegir un blanco -honor, gloria, riqueza, cultura- y

apuntar hacia él con toda la conducta, pues no ordenar la vida a un fin es señal de gran

necedad. Previamente es necesario, sin precipitación y sin negligencia, determinar en qué

consiste vivir bien, y bajo qué condiciones se alcanza esa meta. Se reconoce sin duda que la

felicidad es el mayor y el mejor de

3. Casi todo el mundo llama felicidad al máximo bien que se puede conseguir, pero nadie sabe

exactamente en qué consiste ese máximo bien. Unos creen que es el placer, la riqueza o los

honores. Otros piensan que es otra cosa. A menudo, la misma persona cambia de opinión y,

cuando está enferma, piensa que la felicidad es la salud; si es pobre, la riqueza; si es inculta,

la cultura.

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4. No vamos a examinar todas las opiniones, pues no es sensato tomar en serio las simplezas

que a veces piensan los niños, los enfermos y los locos. Tonterías que no necesitan

argumentos sino tiempo, medicina o castigo. También es inútil examinar la opinión de la

masa, pues ella habla al azar sobre casi todo, y especialmente sobre la felicidad. Hemos de

examinar solamente la opinión de los sabios.

5. Y en estas cuestiones hemos de contentarnos con llegar a verdades toscas y esquemáticas,

pues no se puede pedir el mismo rigor en todas las materias: tan absurdo sería aceptar de un

matemático la persuasión como exigir de un retórico demostraciones. Así que intentaremos

convencer por medio de argumentos, presentando los hechos observados a modo de prueba

y ejemplo. Y desde juicios verdaderos pero oscuros, llegaremos a juicios más claros.

6. Las tres opiniones más cualificadas son las que hacen consistir la felicidad en la prudencia,

la virtud y el placer. También se admite que pueda ser consecuencia de las tres cosas, o de

dos de ellas.

7. En cualquier caso, dado que la felicidad es lo mejor para el hombre, habría que averiguar

qué significa ser hombre. Lo mejor para el músico, para el escultor y para el artesano es

realizar bien su actividad. Ahora bien, ¿hay una actividad propia del hombre como tal? No

puede ser la vida, pues todos los animales y vegetales viven. En cambio, la vida dirigida por

la razón es específica del hombre.

8. Y como lo propio y principal del hombre es la razón, la vida conforme a la razón será la más

feliz.

9. Además, el que cultiva su inteligencia parece ser el mejor y el más amado de los dioses.

Pues si los dioses, según creemos, se cuidan de las cosas humanas, será lógico que

estimen lo más afín a ellos, y lo más afín es la inteligencia. Por consiguiente, el que cultiva la

sabiduría será el más amado de los dioses, y probablemente el más feliz.

10. Lo que está claro es que la felicidad no está en la diversión, y que sólo hay felicidad donde

hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego.

11. Nuestra naturaleza también necesita salud, alimento y otros cuidados, pero el que quiera ser

feliz no necesitará esos bienes exteriores en gran número y calidad, pues con recursos

moderados se puede practicar la virtud. Solón describía al hombre feliz provisto de recursos

suficientes, viviendo con templanza y realizando las acciones más nobles. También

Anaxágoras pensaba que el hombre feliz no necesitaba ser rico y poderoso.

12. Personalmente estoy de acuerdo con quienes piensan que la felicidad consiste en la virtud,

sin olvidar lo que decíamos antes: que necesitamos bienes materiales, pues es muy difícil

hacer algo cuando se carece de recursos. Y entre esos recursos, los amigos y las riquezas.

Y como esto no depende totalmente de nosotros, está claro que la felicidad requiere cierta

buena suerte.

13. En este sentido, si algo es un don divino, más debe serlo la felicidad, puesto que es la mejor

de las cosas humanas.

14. En cualquier caso, la felicidad no debe ir a remolque de la buena o mala fortuna, porque

entonces no tendría fundamento sólido, y el hombre sería como un camaleón. Debe

asentarse en una vida guiada por la virtud, capaz de crecerse en la adversidad, del mismo

modo que el buen general es capaz de lograr la victoria en circunstancias muy adversas.

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2. LA VIRTUD

15. La virtud es el mayor de los bienes humanos.

16. Pero lo importante no es saber qué es la virtud, sino cómo se conquista. Pues no nos

conformamos con saber lo que son el valor y la justicia, sino que queremos ser valientes y

justos. De la misma manera, queremos estar sanos más que saber en qué consiste la salud.

17. La conducta humana se consolida gracias a los hábitos. Y los hábitos no son innatos sino

que se adquieren por repetición de actos (cosa que no vemos en los seres irracionales, pues

si lanzas hacia arriba una piedra diez mil veces, jamás subirá si no es obligada por la fuerza).

18. La virtud es precisamente un hábito, una costumbre que se adquiere mediante la reiteración

de actos semejantes. Es lo que sucede con cualquier aprendizaje: para dominar un

instrumento musical hay que practicar, y para ser constructor hay que construir. Del mismo

modo, nos hacemos justos practicando la justicia. Y si nos ejercitamos en la fortaleza y la

templanza, seremos templados y fuertes. Prueba de ello es lo que ocurre en la sociedad: los

legisladores hacen buenos a los ciudadanos haciéndoles adquirir costumbres, y si no obran

así se equivocan, y en eso se distingue un régimen de gobierno bueno, de otro malo.

19. Si la conducta no necesitase de la educación y la costumbre, no habría ninguna necesidad

de maestros, pues todos seríamos buenos o malos de nacimiento. Pero lo cierto es que la

repetición de los mismos actos es imprescindible

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