Asignatura: De Auschwitz a la Esma, la filosofía ante los genocidios
Enviado por Marta Graciela Lista • 28 de Noviembre de 2020 • Síntesis • 1.165 Palabras (5 Páginas) • 176 Visitas
Asignatura: De Auschwitz a la Esma, la filosofía ante los genocidios
Alumna: Marta Graciela Macías
DNI: 11837972
Informe: Genealogía del racismo (Michel Foucault)
En esta obra Foucault distingue entre el viejo derecho de la soberanía –hacer morir o dejar vivir- característico de la teoría clásica de la soberanía, donde el derecho de vida y muerte siempre se ejerce del lado de la muerte y donde la vida y muerte de los sujetos quedan al arbitrio de la voluntad soberana y por otro lado, un nuevo derecho que no cancela al primero, sino que lo penetra y lo modifica: el poder de hacer vivir y no dejar morir, que surge como una de las transformaciones fundamentales en el derecho político del siglo XIX.
El autor reflexiona sobre dos tecnologías de poder: por un lado, una técnica disciplinaria del trabajo, que se instaura desde fines del siglo XVII, centrada en el cuerpo, donde se procuraba aumentar su fuerza útil mediante el trabajo, el adiestramiento, etc, es decir, una técnica de racionalización y economía de un poder que debía aplicarse recurriendo a un sistema de vigilancia, de jerarquía, de inspección, de escritura, de relaciones, y por otra parte, una tecnología no disciplinaria del poder, centrada sobre la vida, que aparece en la segunda mitad del siglo XVIII. Esta se dirige a una masa global viviente, a la multiplicidad de hombres, donde se advierten procesos específicos de la vida: nacimiento, muerte, producción, enfermedad. En suma, advertimos una tecnología de adiestramiento versus una tecnología aseguradora y reparadora, aunque si bien ambas son tecnologías del cuerpo, en la primera el cuerpo es un organismo dotado de capacidades, mientras que en la segunda, los cuerpos son individualizados en procesos biológicos de conjunto y la toma de poder se efectúa, no en dirección al hombre-cuerpo, sino en dirección al hombre-especie, “una bio-política de la especie humana”, según Foucault. Dicha bio-política se ocupa de los problemas de la fecundidad, de la longevidad, de la mortalidad, en especial de las endemias, enfermedades que surgieron a fines del siglo XVIII, que predominan en una población de manera permanente, que son más o menos difíciles de erradicar y que provocan una disminución del tiempo de trabajo, con los consecuentes costos económicos; en definitiva, muerte que penetra en la vida permanentemente y la debilita. Estos fenómenos derivan en la posterior instauración de una medicina centrada en la higiene pública, con organismos que coordinan las curas médicas, difunden información sobre higiene y que deberán afrontar problemas tales como la reproducción, la natalidad y la morbilidad.
Desde comienzos del siglo XIX, con la industrialización, aparecen, dentro del campo de intervención de la bio-política, fenómenos que provocan la inhabilitación, la exclusión de los individuos: incidentes, infortunios, enfermedades, anomalías; por ejemplo, los individuos ancianos, que son expulsados al campo de los incapaces e inactivos. La bio-política se ocupará entonces de preparar mecanismos más ingeniosos y más racionales –en cuanto a lo económico- que la gran asistencia masiva y a la vez, fragmentaria: seguros, ahorro individual y colectivo, seguridad social.
Cabe mencionar la aparición de un elemento nuevo no conocido ni por la teoría del derecho ni por la práctica disciplinaria: la bio-política comienza a trabajar con la población como problema biológico y como problema de poder. Luego de la aparición de la población, se advierten fenómenos colectivos, aleatorios e imprevisibles a nivel individual, pero que deben ser considerados dentro de cierto límite de tiempo si son colectivos: fenómenos de serie. La bio-política se dirige entonces hacia esos hechos aleatorios que ocurren en una determinada población considerada en su duración. Asimismo, la tecnología del biopoder contribuye a crear un poder continuo, científico, de regulación: el de hacer vivir y dejar morir, cuya manifestación más evidente es el proceso de exclusión progresiva de la muerte. Así, la muerte sucede fuera de la capacidad de acción del poder, de modo que este solo puede actuar sobre ella globalmente o estadísticamente. Es por ello que la muerte se ha convertido en la cosa más privada y vergonzosa, en tanto el poder no domina a la muerte sino a la mortalidad.
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