Breve Ensayo De Epistemologia
Enviado por patriciaricosa • 6 de Noviembre de 2012 • 3.056 Palabras (13 Páginas) • 689 Visitas
Breve ensayo sobre epistemología
OCTUBRE 16, 2010 1 COMENTARIO
Ya que esta entrada se ha convertido en la más visitada del blog, he decidido hacer unos cambios para facilitar la lectura. También he cambiado algunas partes del texto por cuestiones de estilo. Espero sus comentarios.
Los avatares del conocimiento
«La verdad se vuelve leyenda,
y obedece a quien la cuenta»
Dicho popular
Los hombres desde siempre han cuestionado la verdad, su esencia, sus formas y sus posibilidades. Filósofos de antaño proponían definiciones, sentenciaban condiciones, auguraban referencias y más. Por tal motivo, la verdad era entendida como sinónimo de certeza y cualidad de juicio. En ello consistía la máxima de las virtudes del mundo antíguo, la virtud del conocer: saber dilucidar entre verdades aparentes, gracias a la observación y al buen uso del intelecto.
Es interesante que para llegar a la verdad los hombres se tomaran tan en serio la acción de conocer. La senda de dicho proceso fue trazada para nuestros tiempos por un filósofo moderno, Immanuel Kant (1724-1804), quien entonces reflexionaba sobre las tensiones entre la física moderna desarrollada de manera sistemática por Isaac Newton y la conciencia moral expresada por Rousseau. Su objetivo, según Johannes Hessen, no era conciliar el determinismo propio de las leyes universales de Newton con la natural libertad de la voluntad humana que defendía Rousseau; su objetivo más bien era trascender esas contradicciones, hurgar más al fondo y expresar de mejor forma la duda subyacente: la naturaleza del conocimiento, las formas del saber.
Kant no duda que el conocimiento científico, universal y necesario, es posible; la física de Newton lo prueba. Y sabe que un conocimiento de este tipo no puede tener su fundamento en la mera costumbre. Por ello no se pregunta por la posibilidad sino por las “condiciones de posibilidad”. Su teoría le permite encontrar el suelo firme para la Ciencia en el propio sujeto, portador de formas universales que obtienen de la experiencia la materia indispensable para construir su objeto de conocimiento, el fenómeno.
Así es como Kant inaugura una nueva disciplina filosófica, la que hoy conocemos como Teoría del Conocimiento. Kant le da sentido a partir de la publicación de su Crítica de la razón pura (1781), donde pregunta si el conocimiento es posible, bajo qué condiciones es posible, con qué supuestos es posible, y si en verdad podemos llamar a todo ello conocimiento.
Cuando tratamos el problema del origen del conocimiento, a menudo queremos saber si todo conocimiento se origina en la experiencia o en la razón; si el hombre viene de por sí dotado de ciertos conocimientos o, por el contrario, requiere del concurso de las facultades sensibles e intelectivas a la vez. Para tratar de responder esta cuestión fue necesario admitir, aún a contracorriente, que el ser humano tiene la capacidad de conocer de alguna forma al objeto. Para explicar de qué forma se puede conocer dicho objeto han surgido diferentes teorías sobre el origen del conocimiento. Ésa es la herencia de Kant.
Sin embargo con el tiempo la noción del conocer en su sentido ambivalente quedó de este modo: la observación fue reemplazada por la experiencia adquirida directamente con todos los sentidos, en un proceso denominado empírico; y el uso del intelecto fue reemplazado con la idea de la razón como promotora del saber, cualidad que hace dos siglos presentaban como evidencia de una civilización desarrollada, superior (darwinismo social).
Si bien hay muchos huecos que llenar hasta llegar a Hessen, la aportación de Kant es ineludible. Kant nos ofrece la razón como herramienta para el conocimiento; divide al mundo en natural y moral (ideal), con lo que da lugar a dos tipos de conocimientos; y más importante todavía, describe la verdad como un supuesto y no como una certeza absoluta.
Quedaba por supuesto la duda respecto de si el sujeto podía ser capaz de determinar si el conocimiento es posible, es decir, si el sujeto puede o no aprehender el objeto, si nuestras facultades nos suministran datos que nos permitan una representación adecuada de la realidad (empírica) o, por el contrario, si el hombre no puede tener ninguna seguridad respecto del conocimiento de las cosas del mundo externo o interno.
Estas ideas alcanzan su mayor refinamiento con J. Hessen (1889 -1971) y su interpretación filosófica de la teoría del conocimiento. En su obra del mismo nombre publicada en 1925, Hessen aporta una descripción del proceso de conocimiento y las partes que lo componen.
Proceso de conocimiento
Primero Hessen nos habla de un sujeto que desea aprender, un sujeto cognocente, cuyas herramientas son la observación y la razón. En segundo lugar nos habla de un objeto que presuntamente existe, pero que el sujeto necesita dar por hecho que existe para estudiarlo en la medida de sus posibilidades. Y por último, Hessen alude ala imagen o símbolo que corresponde a ese objeto y que el sujeto asimila como verdad asequible.
Desde el punto de vista del sujeto, el conocimiento parte de la duda y de la necesidad que le genera al sujeto resolver esa duda, ya sea por simple curiosidad o bien por el deseo de resolver un problema. El sujeto importa puesto que es quien conduce el proceso. Sus averiguaciones pueden ser tan básicas o tan sistemáticas como convenga a los fines que persigue, aunque en que ambos casos el conocimiento tome la forma de explicaciones más o menos ciertas, plausibles, creíbles, comunes.
La otra parte de la ecuación, el objeto de estudio, es la más rara en su naturaleza. Puede tratarse de algo físico o inmaterial, natural o artificial, complejo o relativamente simple. No importa. De lo que sea que se trate es la conclusión a la que llegará el sujeto. Lo importante es que se dé por hecho su presunta existencia, para así averiguar las condiciones de esa existencia, las características que le son propias, y todo lo demás que sea posible aprender.
Respecto del último punto, conviene aclarar que la imagen de la que habla Hessen existe en el plano simbólico, representada gráfica o idealmente, a partir de símbolos. Estos símbolos son al mismo tiempo conceptos, definiciones, tipos con los que clasificamos conductas, objetos, situaciones, etc. Por eso es importante su estudio desde el punto de vista del lenguaje, que condiciona y determina al propio saber.
Para los filósofos, las partes que componen este cuadro son objeto de estudio de la psicología por cuenta del sujeto, sus deseos y sus motivaciones; de la lógica, por aquello de la coherencia de la verdad en sus afirmaciones y supuestos; y de los estudios ontológicos por las múltiples creencias que puede albergar un sujeto como verdades pese a la escasez de evidencia
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