CAMBIO EN LA IDENTIDAD CULTURAL COLOMBIANA: PROBLEMÁTICA DE TIEMPOS ATRÁS QUE SE REFLEJAN EN EL HOY

Hoy en día, nuestro cambio en la identidad cultural es muy agobiante, debido a una sociedad que solo vive del facilismo y el costumbrismo. Es por ello que existen autores que se han preocupado por el tema, esté se remota a Otto Morales Benítez quien ha escrito varios libros alusivos a este tema. Uno de los principales temas que abarca es la conciencia colectiva ya que designa los valores, las creencias, las actitudes y las conductas que un grupo social muestra en una comunidad y que constituye el fundamento de la identidad social. El término de identidad es sencillo para definir puesto que nos caracteriza como grupo y que nos distingue de otros. Este vocablo a su vez supone, por una parte, una función cuantitativa respecto del número y variedad de individuos a los que unifica, y, por otra, una función disciplinaria respecto del rol de las instituciones para conservar las reglas de relacionadas con el hacer y el representar de los individuos en las sociedades. (Marta Fierro, s.f.)

Una de las formas más comunes en como se muestra la identificación de los individuos con una cultura es en la aceptación de los valores éticos y morales que actúan como soportes y referentes para preservar el orden de la sociedad. Así, su aceptación y cumplimiento hacen más soportable las tareas que los individuos deben cumplir y a la vez conserva a los individuos en el grupo. En este sentido, se dice que los valores expresan la tensión entre el deseo (del individuo) y lo realizable (en lo social). Tal tensión es productiva mientras los individuos puedan representarse su propia existencia y darse una imagen estable y duradera de sí mismos. (Garcia, s.f.)

Entonces, cuando una sociedad se enfrenta ante el desorden, la ineficacia e incomunicabilidad de los valores y la falta de objetivos comunes, se hacen evidentes los síntomas de una crisis de identidad que se manifiesta en todas las instituciones de la cultura: las familiares, las laborales, las políticas, las educativas, las religiosas, etc. Así, hoy nos enfrentamos diariamente al pesimismo, al escepticismo de todas las generaciones que conviven en la actualidad y a la incomunicación existente entre ellas.

Si nos retrocedemos a tiempos pasados, quizás, lo que pudo haber sido ideal para otros, hoy, sencillamente, resulta insoportable. Es decir, si antes una promesa de un tiempo de descanso era entendida como el derecho ganado por la dedicación laboral al progreso de la sociedad en beneficio de las generaciones venideras, hoy se ha convertido en tiempo de desocupación con las consecuencias que se enfrentan a diario: olas delictivas, inseguridad física, angustia ante un futuro y un presente inciertos.

Algunas de las consecuencias por las que pudo surgir un cambio en la identidad fueron las siguientes:

- Autonomía y determinación de los discursos.

- Pérdida de la ilusión y de la necesidad de reconciliación.

- Transformación de los espacios públicos comunes en espacios de tránsito y no de permanencia.

- Consagración del instante.

- Transformaciones sociales.

- Movimientos culturales.

Y muchos otros son los factores que han provocado esta situación, entre ellos, el surgimiento de una sociedad cuya psicología es la de la incomunicación, la de su adaptabilidad, la de carencias de normas y su capacidad de consumo. Otro factor es la influencia de los medios masivos de comunicación con su carácter hipnotizante, generador de la pérdida de claridad de las funciones sociales de los individuos ante la reestructuración de las relaciones sociales. (Garcia, s.f.)

Otra de las principales causantes a tener una mala identidad es la falta el deseo de compromiso porque es imposible reconocer a qué grupo se pertenece (bien o mal, valores o antivalores), en consecuencia, las instituciones pierden credibilidad y la efectividad de las normas se torna cuestionable, cuando no nula e inconcebible. Es decir, como lo decía Otto Morales Benítez “ En Colombia hay libertad de opinión: se puede decir todo, absolutamente todo, con tal que no sea la verdad ” y es un ejemplo claro del porque las instituciones no son nada creíbles, por su falta de voluntad y falta de identidad cultural.

La modernización y los procesos de expansión económica (como la globalización) llevan a una especie de insaciabilidad de los deseos sociales. El resultado es que, mientras más se tiene, más se quiere. Al estar cerradas las oportunidades para grandes segmentos de la población debido a la división coactiva del trabajo y también debido a que los deseos son mayores que los recursos disponibles para satisfacerlos, los grupos recurren a medios no legitimados con el fin de satisfacer sus deseos de consumo, constituyéndose el consumo en un nuevo valor social. En este sentido, se escinden los valores y las normas. Como resultado del proceso "patológico" de la división del trabajo, no se llega al individualismo moral en el sentido de autonomía individual, sino al egoísmo.

Las dificultades en la constitución de una moral social, relacionadas por una parte con los procesos históricos que se vivieron alrededor de la construcción de la nación y de la identidad nacional, y por la otra con la inseguridad de los vínculos sociales producto de una división social del trabajo defectuosa, conducen la caracterización de una sociedad

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