¿CUANTO CUESTA UNA SONRISA?
Enviado por antonio3 • 21 de Noviembre de 2017 • Ensayo • 1.902 Palabras (8 Páginas) • 309 Visitas
¿CUANTO CUESTA UNA SONRISA?
Vivimos en mundo donde desde pequeños se nos enseña que la vida es una carrera, que no importa cómo llegar a la meta al fin y al cabo ese es el objetivo principal. Se nos enseña que a veces es permitido hacer trampa, que todo es válido con el fin de cumplir nuestra meta, que no importa el compañero de al lado pues es su problema y no el mío, pues al detener mi paso para brindar ayuda quizá retrase mi camino, quizá me quede atrás y la sociedad pensará que soy un perdedor.
Hemos aprendido a ser egoístas, egocéntricos y hasta vanidosos. Pienso que no hay nada de malo ser autosuficientes, ser autónomos, ser únicos y auténticos. Al contrario, esas características nos llevan al éxito. Pero es totalmente diferente a ser un inhumano y no brindar ayuda a quien lo necesita. No pensemos “que todo en la vida se regresa”, que “hoy por ti mañana por mí”, no pensemos en el karma ni en la justicia divina, pensemos en nuestro compañero de vida, pensemos en quien lo necesita, imaginémonos a nosotros mismo en su lugar, como esperaríamos la ayuda de un ser bondadoso, imagina a tu hijo, tu padre o hermano, a tu esposa, tu madre, a tu mascota o a quien le brindes un cariño inmenso, imagínalo justo ahí, en el señor que para poder comer extiende su mano y pierde su dignidad al pedir una moneda, en quien se quedó sin una rueda a mitad del camino. Agradece al mesero que te atendió en ese restaurant, al señor que recoge la basura en tu cuadra, a quien te abrió la puerta en ese centro comercial, simplemente ayuda y agradece. Como anteriormente lo mencionaba, no pensemos en la ayuda como un boomerang, a veces no regresa, y quizá no seremos agraciados por hacer el bien, pero, ¿a quién le importa?, pues al ayudar al necesitado no es un contrato donde hipotecamos su ayuda y agradecimiento, no, simplemente ayudemos, ayuda, no porque en algún momento necesitarás la ayuda de esa persona, no porque sea hijo del alcalde de tu localidad, no porque sea el guía o líder de tu iglesia, porque sea tu jefe o porque siempre te brinde su ayuda, no des tu apoyo solo por esas razones. La ayuda se brida porque más que un deber es una obligación y una necesidad. Estamos escaseados de personas que brinde ayuda por amor, lo necesitamos.
Todos pedimos y abogamos por un mundo mejor, todos decimos que el mundo está peor que nunca, que es una basura, que no tiene caso vivir así, pero dime, ¿cuantos nos preocupamos por hacer de ese mismo mundo uno mejor? Todos decimos que los amigos no existen, pero te pregunto, ¿te has preocupado por ser un verdadero amigo? Un amigo sin interés, que este en las buenas y las malas, un amigo que escuche, que aconseje y sobre todo que perdone, piensa, ¿eres tu ese amigo el cual exiges? “El verdadero amigo es aquel que está a nuestro lado cuando preferiría estar en otra parte” Len Wein.
El problema está justo ahí, en que pedimos sin dar nada a cambio, cuando deberíamos dar sin esperar alguna recompensa de vuelta.
Si todos fuéramos bondadosos y nos preocupáramos por ser buenos amigos el mudo seria un mejor lugar. Habría menos infantes en un consultorio siendo atendido por un psicólogo y habría más niños inocentes y alegres en las calles corriendo y saltando de felicidad, riendo a carcajadas y ¿porque no?, hasta peleando, pero su corazón limpio y puro de niño perdonaría al instante. Los periódicos están llenos sangre, de violencia, de morbo, de suicidios, de muertes y cosas tristes que para la sociedad ya es normal. Ya no nos asusta el ver que en nuestra ciudad el narcotráfico, la delincuencia, el alcoholismo, la drogadicción, la tristeza y soledad, el descuido de los padres y las enfermedades cobran tantas vidas. ¡Qué tristeza! ya somos indiferentes al sufrimiento ajeno, no nos duele el prójimo, no nos duele nada que no sea contra nosotros.
Enseñamos a competir por la vida, no enseñamos a amar, enseñamos a alejarnos de quien retrasa nuestro camino, no enseñamos a comprender, a apoyar y perdonar, enseñamos a ser los primeros y los mejores no enseñamos a ser felices, pero lo más triste de todo es que somos educados y educamos para tener riqueza, para poseer mucho dinero, para obtener carros, casas, teléfonos nuevos, ropa de marca y cuanta basura pensamos que hacen y compran la felicidad. De memoria todos conocemos una frase común en la sociedad que se nos dice: “estudia para que seas alguien en la vida y tengas dinero”, es ahí donde refuto lleno de coraje y decepción, entonces, ¿Quién no estudia no es alguien?,¿Tener dinero te hace una persona feliz?, ¿La gente de economía baja no tenemos posibilidad de ser feliz?, ¿Cuánto cuesta una sonrisa?,¿Qué precio tiene el amor?, ¿En qué pasillo del centro comercial lo venden?, ¿Qué pasa con la gente que aunque lo quiso, lo soñó y lo anheló no pudo culminar sus estudios o siquiera pudo asistir a la escuela?, ¿la felicidad y el reconocimiento de la sociedad no son una opción para ellos?. “La felicidad no es exterior, es interior por lo tanto, no depende de lo que tenemos si no de lo que somos” Henrry Van Dyke
Repruebo en lo absoluto ese ideal, pues no creo que la felicidad dependa de un salario elevado, un título o un gran puesto. Mientras vamos creciendo pensamos que ser exitoso y tener poder son sinónimos de felicidad, al llegar a una edad adulta y madura comprendemos que no importa cuánto dinero y poder tengamos en nuestras manos, la verdadera felicidad y alegría no se compra no tienen un precio pues son invaluables. A menudo confundimos una riqueza con un tesoro siendo cosas muy diferentes ya que una riqueza se pude adquirir, se puede comprar, se puede perder y tenerla de nuevo a cambio de dinero, pero un tesoro es lo contrario, es algo que no encontraste en el jardín de tu casa, pero si en tu vida, es algo que debes cuidar, es algo que no sabes porqué pero te pertenece y que vale más que mil riquezas. Un verdadero tesoro es despertar todos los días y poder mirar el sol, poder caminar cuadras para tomar el camión o ir al trabajo, tal como en ocasiones maldecimos a la vida por poder hacerlo, mientras otros darían lo que fuera por poder caminar solo un día. Es invaluable la risa de un hijo, abrazar a tu esposa y el apoyo de tu familia en momentos difíciles, pues conozco personas que perderían su fortuna por tener una familia.
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