CUSTODIA DE LA INFANCIA Y JUVENTUD, ¿ES UN DEBER DEL MAESTRO EJERCER ESTA FUNCIÓN

Antes de introducirnos en el debate de esta cuestión y para un mayor conocimiento de éste vamos a aproximarnos a la definición de sistema educativo: “conjuntos interrelacionados de profesores y alumnos, reunidos en instituciones <<ad hoc>>, llamadas centros escolares (escuelas, colegios, institutos o universidades), donde interaccionan y desarrollan prácticas de transmisión y aprendizaje de conocimientos, actitudes y valores, contextulizados socialmente y de acuerdo con una serie de normas emanadas de la administración educativa, que regulan los objetivos de su relación” ( 2000 ,78 ).

Como ya sabemos, los sistemas educativos se dividen en una serie de ciclos y etapas, que nos serviran de subjeción durante este ensayo, disponiendo la mayoría de ellos de un ciclo o tronco común, caracterizado por su generalidad, obligatoridad, y en general, gratuidad. La generalidad significa que “la cobertura educativa debe ir dirigida al conjunto de la población incluida dentro de los límites de escolarización que el sistema fije”(2000 ,79). La obligatoriedad y la gratuidad son, a su vez, “características consustanciales a la generalidad, como instrumentos imprescindibles para hacerla efectiva y conseguir que los fines propuestos por el sistema educativo actúen sobre la generalidad de los grupos de edad incluidos en el ciclo o tronco común”(2000 ,79)

Por un lado podemos observar el papel de la familia en la custodia de la infancia y juventud. La familia puede educar por su influjo o por su rechazo, pero en cualquiera de los casos, su influencia en la sociedad es profunda y duradera. A pesar de que la familia vaya perdiendo fuerza en beneficio de otras instituciones o grupos, su papel en la socialización del niño sigue siendo capital. El sistema de interacción en que se asienta la familia, va conformando la personalidad social del niño, incorporando espontáneamente los valores, las pautas, los sentimientos sociales, mediante el intercambio de experiencias encauzadas por expectativas pautadas. Según Horton: “aunque la mayoría de los adolescentes pasan por un periodo de rechazo parcial y temporal de algunos valores de sus padres, generalmente conservan de ellos una medida mayor de lo que ellos mismi suponen” (1991, 425). Y como dice Musgrave: “aún cuando el desarrollo de la personalidad es un proceso que continúa a lo largo de toda la vida, los cimientos se ponen antes de que el niño vaya a la escuela”.(1991, 425).

Concebimos la educación: “como una contribución al proceso de personalización del educando” (2000 ,8 ). Según Gregorie,” la educación se propone como fin consequir que la persona del alumno venga a ser cada vez más persona”(2000 ,8). Precisamente porque el sujeto d la educación es una persona humana, el educador tiene que llevar a cabo su tarea educativa con la convicción de que es imprescindible “que el alumno se implique en la construcción de su personalidad ( 2000 ,11). Es evidente que la educación es un proceso y, por tanto, también tendrá que ser progresiva esta implicación.

La tarea del educador se orienta a facilitar el desarrollo y crecimiento del educando. Es mediador en un proceso humano de extraordinaria importancia. Ha de acompañar y orientar al sujeto en su camino hacia la madurez personal. Debe establecer con los educandos una auténtica relación de ayuda. Su presencia educativa debería ser estimulante. Algunas de las actitudes del profesor deberían ser : de escucha e interés, de comprensión, de valoración y estima, de gratuidad y de aceptación.

Una autoridad que el educador ha de entender

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