Ciencia Y técnica Como Ideología

Ciencia y técnica como ideología

Weber define la racionalidad para entender sus aristas: actividad económica capitalista, derecho burgués y dominación burocrática. Racionalización significa la ampliación de los ámbitos que quedan regidos por la acción racional con arreglo a fines. A su vez, se institucionaliza el progreso científico y técnico y pierden legitimidad las cosmovisiones para orientar la acción.

Las relaciones de producción no resultan más la instancia crítica referente a la represión, pues adquieren la dimensión de funcionalidad necesaria para la sociedad y su sistema productivo, convirtiéndose en base de legitimación.

Esta racionalización productiva se amplía en poder político, que se expande a toda actividad humana. Permite, así, la justificación de las limitaciones a la libertad y autonomía, pues se les somete al aparato técnico que, se supone, mejora la vida y la productividad, ocultando el dominio a través de lo técnico, que junto a la ciencia son por esencia control.

Si se supone que detrás del dominio de la ciencia y la técnica hay intereses de clase, no se puede pensar en la emancipación sin la evolución de ambas. Bajo un nuevo marco, aún racional, la ciencia se plantearía conceptos y hechos de la naturaleza nuevos y liberadores de ella.

Para Habermas, la ciencia como proyecto restringido implica uno alternativo, así como también una nueva técnica. Pero si la técnica es proyecto, es de toda la humanidad, y por tanto no superable.

De en Marcuse no un cambio en la técnica, sino una alternativa a la acción racional a través de la interlocución simbólica de la naturaleza, que es finalmente un proyecto de la naturaleza humana, no superable. Y como no se puede pensar una nueva técnica, tampoco una nueva ciencia por su intrínseca relación. En Marcuse, pareciera no tocarse el estatuto del progreso técnico-científico y su racionalidad, tan sólo rediccionarlas.

Su formulación más “pulida” sería la proyección de un mundo totalizante, a partir de la transformación técnica de la naturaleza, respecto a los humanos (en lo político y en lo social se vuelve, entonces, su definición material).

Weber intenta aprender las repercusiones que el progreso científico-técnico tiene sobre las sociedades en proceso de modernización. Habermas propone, para reformular “racionalización”, la distinción entre trabajo e interacción.

El primero refiere a la acción instrumental (como saber empírico) y/o a la elección racional (saber analítico), mientras el segundo refiere a la acción comunicativa como la interacción simbólicamente mediada, orientada por “normas intersubjetivamente vigentes que definen expectativas recíprocas de Según esto, la sociedad se divide en: marco institucional o mundo socio-cultural, lingüísticamente mediado por normas dirigidas por la acción comunicativa; y subsistemas

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