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Como Pensar Sobre America


Enviado por   •  21 de Febrero de 2012  •  2.794 Palabras (12 Páginas)  •  677 Visitas

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Colección Pensadores Cubanos de hoy

El problema de la modernidad en América Latina; una aproximación histórico-sociológica a la contradicción civilización-barbarie

por Dr. Joaquín Santana

Profesor Titular. Facultad de Filosofía. Universidad de La Habana

Hace ya más de un siglo, en uno de los ensayos más hermosos e importantes escritos sobre América Latina, José Martí enfrentaba el problema de la modernidad en el subcontinente y alertaba de los numerosos peligros internos y externos que se cernían sobre nuestras tierras. Su conocimiento de la situación de nuestros pueblos y su fina sensibilidad poética lo llevaron a rechazar el excesivo culto por lo europeo, e impugnar la contradicción civilización-barbarie, tan al uso de la ensayística de la época, como elemento clave para llevar a cabo un proceso de modernización. Para Martí, la verdadera contradicción se hallaba entre la falsa erudición y la naturaleza. (Marti, 1993,482). Esta, al buscar remedio a nuestros males, imponía fórmulas ajenas a nuestras condiciones y generaba rechazos y resistencias que hacían fracasar lo proyectado.

Con estas ideas, Martí abre una nueva perspectiva para el análisis, perspectiva que él no puede explotar y que permanece hasta hoy en día insuficientemente trabajada. No obstante, la lectura de éste y otros textos puede crear la impresión de cierta contradictoriedad en la lógica interna del pensamiento martiano. Mientras por un lado rechaza la polaridad civilización-barbarie, por otro admite con beneplácito que los jóvenes de América salgan al mundo escoltados por Bolívar y Spencer, o ve con admiración la manera en que Buenos Aires prepara su futura grandeza.

No es propósito del presente trabajo adentrarse en las honduras hermenéuticas de la obra martiana. Una respuesta inicial a estas supuestas o posibles incompatibilidades descansa en que la crítica de Martí a la falsa erudición no reniega de las conquistas del pensamiento y la ciencia europeas. Sí es intención expresa del autor de estas líneas subrayar la complejidad y contradictoriedad del problema de la modernidad y su expresión latinoamericana como enfrentamiento de la civilización con la barbarie.

Esta complejidad dimana de factores de diversa índole. Algunos de ellos se vinculan a los laberínticos procesos de búsqueda de una identidad propia. Otros se asocian a los fenómenos resultantes de la construcción de utopías y proyectos sociales. En última instancia, estas dificultades se resumen en los avatares y desaciertos de una determinada interpretación de la historia interconectada con un específico ideal de progreso y un determinado papel para la actuación de los sujetos sociales.

A esto, se une la existencia de una profusa literatura que hace más ardua la labor del que se proponga estudiar el problema. Puede afirmarse, casi sin temor a pecar de absoluto, que la lucha de la civilización contra la barbarie se ha presentado como el sustrato argumental más socorrido de la novelística latinoamericana. Pero la dualidad civilización-barbarie no ha sido objeto exclusivo de la predilección de escritores como José Eustaquio Rivera, Rómulo Gallegos, Alejo Carpentier o Gabriel García Márquez, por sólo mencionar algunos de los más representativos. Junto a la literatura de ficción se encuentra una enorme e incontable producción intelectual de carácter económico, sociológico, político, histórico o filosófico que explícita o implícitamente se ha hecho eco del tema por más de doscientos años.

Llegada a América con los "descubridores", la problemática de la civilización-barbarie devino el instrumento ideológico por excelencia para justificar la conquista y colonización del nuevo mundo. Esta adquirió un carácter y contenido nuevo al asociarse a la modernización y a los procesos mentales de lo que pudiera denominarse contemporáneamente como estilo de pensamiento desarrollista. La mayoría de los autores que estudian la cuestión no vacilan en situar los orígenes de este fenómeno en las primeras décadas del siglo XIX, cuando los sectores dirigentes y la intelectualidad de las emergentes naciones latinoamericanas aspiraban a alcanzar un nivel de desarrollo en sus respectivos países equiparable a los niveles de progreso y modernidad logrados por Inglaterra, Francia y otras naciones europeas.

Leopoldo Zea, en su libro Filosofía y cultura latinoamericana, escribe al respecto: "El mundo iberoamericano colonizado por España y Portugal entra en el siglo XIX en la más extraña aventura en que un conjunto de pueblos pueda entrar en el campo de las ideas: la aventura que significa tratar de deshacerse de la propia formación cultural para adoptar otra. El mundo iberoamericano se encuentra frente a un mundo dentro del cual se siente inadaptado: el mundo moderno. Mientras los países iberoamericanos permanecían en el mundo de ideas y creencias, de hábitos y costumbres establecidos por los poderes de la Península Ibérica, el resto del mundo marchaba por otros caminos distintos. caminos que, ante los sorprendidos ojos iberoamericanos, se presentaban como opuestos y casi inconciliables con los que ellos habían recibido como herencia. Inglaterra con su revolución industrial y sus instituciones políticas; Francia con su revolución política e ideológica, y los Estados Unidos con sus nuevas instituciones de carácter liberal y democrático mostraban otras rutas al mundo".(Zea.1976,179)

Sin embargo, la mayoría de los estudiosos olvida, como bien señala Fernando Mires, que la formación del estilo social desarrollista de pensamiento comenzó mucho antes. Justo cuando los Borbones se empeñaron en restaurar el perdido poderío español y dieron luz verde a un proyecto de modernización de las diferentes regiones del imperio. Por ello no resulta desacertada la tesis de este autor cuando plantea que: "En cierto modo la ideología dominante de los criollos dependentistas puede caracterizarse como una suerte de radicalización, en sus formas francófila y anglófila, del propio ‘despotismo ilustrado’ que quisieron implantar las autoridades de la Península durante el declive del período de dominación colonial".(Mires1993,25)

A partir de ese momento aparece en América Latina una ideología que, al tomar como modelo a algunas naciones de Europa y más tarde también a los Estados Unidos, promoverá la realización de un proceso civilizatorio conducente a la modernidad de nuestros países. Este estilo de pensamiento se prolonga con algunas variantes hasta nuestros días, nutriendo diversas teorías aún después de la crisis del desarrollismo de corte cepalino.

Era natural que los primeros exponentes de esta ideología

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