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Concepcion


Enviado por   •  9 de Mayo de 2013  •  316 Palabras (2 Páginas)  •  465 Visitas

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La concepción del hombre en nuestro autor también está inspirada por la

antropología aristotélica; sin embargo, intentará conciliarla con las creencias básicas del

cristianismo, es decir, con la inmortalidad del alma y la creación. El hombre es un

compuesto sustancial de alma y cuerpo, en el que el alma representa la forma del cuerpo.

El principio de individuación. Para Tomás de Aquino, lo que hace que una esencia

(única e idéntica) se individualice en cada miembro de una especie es la materia concreta

de cada persona, que es la que hace que cada individuo sea diferente. Por ejemplo:U.D.3.- Filosofía Medieval. La Escolástica.

Tema 3: Apogeo de la Escolástica. - 13 -

Andrea, Hugo y Marta tienen algo en común, su esencia: son seres humanos; pero en

cuanto individuos particulares tienen elementos peculiares y exclusivos.

Frente a la afirmación de algunos de sus predecesores de que existen en el hombre

varias formas sustanciales, como la vegetativa y la sensitiva, afirma la unidad hilemórfica

del ser humano. En contra de algunos averroístas, defiende la existencia de una única

alma que regula todas las funciones del ser humano y determina su corporeidad.

Las capacidades del alma pueden ser clasificadas en tres grupos que están

jerárquicamente relacionados: facultades o potencias vegetativas, las sensitivas y las

racionales. Nos encontramos, pues, ante una clasificación similar a la aristotélica. No se

trata de tres tipos de alma, sino de tres facultades o potencias de la misma alma racional.

La relación entre el alma y el cuerpo es una relación natural, no una situación

forzada y antinatural, como ocurría en la filosofía de Platón. Defenderá la inmortalidad del

alma. Afirmará, en contra de algunos averroístas, la inmortalidad individual.

¿Es compatible esta afirmación con el hilemorfismo? Santo Tomás defenderá la

inmortalidad del alma apoyándose en su inmaterialidad (el alma es inmaterial, luego no es

corruptible, luego es inmortal), un argumento similar al que ya había utilizado Platón en el

Fedón; y en el ansia de inmortalidad del hombre: un deseo de inmortalidad implantado por

Dios que no puede ser vano.

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