Construcción De Una Definición De Educación Moral En El Contexto De Una Sociedad Democrática Y Rural
Enviado por estefanychacon21 • 23 de Febrero de 2015 • 3.771 Palabras (16 Páginas) • 355 Visitas
Construcción de una definición de educación moral en el contexto de una sociedad democrática y rural
El origen de la moral
El origen de la moral está precisamente en esa necesidad de decidir cómo se quiere vivir. Pese a las presiones sociales y los condicionamientos culturales, el ser humano tiene la responsabilidad de vivir de manera consciente y libre. Es ahí donde se sitúa el núcleo de la moralidad. En consecuencia, la educación moral tendrá que ver con el tipo de ayuda que deben recibir los jóvenes para aprender a construir su vida
Por lo tanto la educación moral dentro del contexto de una sociedad democrática y plural, pretende que cada sujeto sea el autor de su propia historia, para lo cual debe tener en sus manos la responsabilidad y la toma de decisiones, para enfrentarse a situaciones venideras y cómo resolverlas.
En fin la educación moral nos ayuda a conducirnos de manera cuidadosa dentro del ámbito educativo.
La Moral En Una Sociedad Pluralista
Una sociedad pluralista, en la que tiene sentido una moral cívica, es aquella en la que conviven ciudadanos que profesan distintas creencias religiosas, ateos, agnósticos, grupos que comparten distintos ideales de vida. Tales grupos tienen perfecto derecho a ofrecer sus ideales al resto de los ciudadanos, siempre que no intenten imponerlos y avasallar, sino invitar a ellos desde el diálogo y desde el ejemplo personal.
En una sociedad con democracia liberal existen diversas esferas sociales- la política, el mercado, las iglesias, la educación y otros, cada una de las cuales tiene sus peculiares procedimientos para la toma de decisiones, y lo que no puede hacerse es extender a todos esos ámbitos el mismo procedimiento de decisiones, ni dirigir a cada una de ellos desde los restantes, sino que cada uno debe ser respetado en sus peculiaridades y en su relativa autonomía.
Ahora bien y aquí viene lo que suele llamarse “la pregunta del millón”, en una sociedad pluralista ¿qué persona o institución tiene la facultad, reconocida por todos, para informar al conjunto de los ciudadanos, sean cuales fueran sus convicciones religiosas o políticas, de que es lo moralmente correcto o incorrecto?
¿Qué magisterio ético, que parlamento ético existe, legitimado para prescribir a toda la ciudadanía en una sociedad pluralista qué es lo que debe moralmente admitir? ¿Quién está autorizado para decirnos en una sociedad semejante cual es la medida de la humanidad?
Son estas preguntas que conviene considerar un tanto detenidamente y no pasar por ellas como sobre ascuas, porque el cumulo de malentendidos que existe sobre las posibles respuestas es tal, que muestra bien a las claras lo lejos que estamos las personas de percatarnos de que la moral es cosa nuestra; lo lejos que estamos de darnos cuenta de que la moral cívica recordando consignas de otros tiempos la haremos las personas, o no se hará.
En efecto, una sociedad democrática pluralista existe, como es sabido, un reparto de papeles bastante claro a la hora de orientar de diverso modo la conducta de los ciudadanos. El parlamento, democráticamente elegido, está legitimado para elaborar las leyes a las que la ciudadanía debe atenerse; el poder ejecutivo, igualmente elegido de forma democrática, debe encargarse del cumplimiento de unas leyes legítimamente promulgadas, y al poder judicial corresponde la tarea de enjuiciar si las conductas de las personas jurídicas se atienen o no a las leyes legitimas.
La Moral En El Contexto De Una Sociedad Democrática Y Plural
La moral son reglas o normas por las que se rige la conducta de un ser humano en relación con la sociedad y consigo mismo, son reglas establecidas por la misma, que lo orientan sobre el bien o el mal, lo correcto o incorrecto de una acción.
La moral da pautas para la vida cotidiana, y la ética estudia o reflexiona sobre qué origina y justifica estas pautas.
La moral o ética profesional regula las actividades que se realizan en el marco de una profesión.
. Debe ser un hombre de conciencia, capaz de amar el cumplimiento del deber por encima de las garantías materiales, ventajas o provechos. La sociedad plural en la que vivimos exige un modelo de educación moral que haga posible la convivencia justa, que sea respetuoso con la autonomía personal y que potencie la construcción de criterios racionales. Que se considere capaz de decidir lo que está bien y lo que está mal, pero también se distancia de aquellas posiciones que, ante situaciones de conflicto moral, afirman que lo máximo que podemos esperar es que cada uno de nosotros elija según criterios subjetivos este sentido creemos que es posible establecer, a partir de los principios básicos de lo que entendemos por educación moral. Algunos criterios de especial utilidad para guiar o regular la vida de todos nosotros en contextos plurales y democráticos.
• El primero sería la crítica como instrumento para analizar la realidad que nos rodea y para determinar todo aquello que no nos parece justo y que deseamos cambiar.
• El segundo sería la alteridad, que nos ha de permitir salir de nosotros mismos para poder establecer una relación óptima con los otros.
• El tercero sería el respeto a la Declaración de los Derechos Humanos, que puede sernos útil para un posible análisis crítico de la realidad que nos es cotidiana a través de los sistemas de comunicación de masas o de la realidad que vivimos cada día, y que nos ofrece formas de vida, de respeto y de valoración dignas de estudio, análisis y transformación.
• El cuarto sería la implicación y el compromiso, en la forma en que evolutivamente sea más adecuada, de manera que la crítica, la alteridad y el respeto a los Derechos Humanos no queden en una simple declaración de principios y voluntades, sino que signifiquen algo vivo y colectivo.
La construcción de un proyecto de educación moral que respete las creencias plurales y los puntos de vista diferentes de las personas de las sociedades democráticas, requiere una atención especial a todo aquello que suponga implicación colectiva en proyectos contextualizados de convivencia democrática y de transformación. Así, la educación moral se presenta como un ámbito de reflexión individual y colectiva, y, a la vez, como un ámbito en donde puedan construirse no sólo un conjunto de principios y normas, sino también aquellas formas de ser, aquellas conductas e incluso aquellos hábitos que sean coherentes con los principios y normas establecidos.
En la formación de personas autónomas y dialogantes, dispuestas a comprometerse en una relación personal y en una participación social basadas en el uso crítico de la razón; la apertura a los otros y el respeto a los Derechos Humanos,
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