Crítica A "Vivir En público Y Paideía Privada En Las Cartas A Lucilio De L.A. Séneca"
Enviado por platofuerte • 10 de Noviembre de 2012 • 1.228 Palabras (5 Páginas) • 615 Visitas
Alicia Mingo desde la Universidad de Sevilla publica un artículo para ARETÉ, revista de filosofía, llamado: “Vivir en público y paideía privada en las Cartas a Lucilio de L.A. Séneca” en el cual plantea la tensión entre los “otros” y uno mismo, en la vida comunitaria y cómo, cuando el entorno es cuestionable, aparece la necesidad de una paideía privada.
La exposición, es articulada por la autora, en torno a las cartas de Séneca a Lucilio y los cuestionamientos críticos que puede realizársele se irán tejiendo desde la misma estructura discursiva ofrecida por la profesora sevillana.
I. Vox populi
“Pudiera tenerse por feliz el que pudiese vivir en público a la vista de todos” dijo Séneca. La opinión pública, el vox Populi, y los senadores no deben disfrutar de una intimidad personal. Veyne, en la misma línea, nos dice que no se lavan los platos sucios en familia, sino públicamente.
Pero lo público, el “todo” también es la suma de esas partes que querían reflejarse en Claudio, Nerón, Calígula, Augusto, etc. De hecho, ellos estimulaban esa vida “expuestas” desde sus propios discursos. Por ejemplo Claudio habló de la infidelidad de su esposa Mesalina y dijo: “…jamás volveré a casarme, el matrimonio no da resultado”. Augusto, en el mismo sentido, habló de su hija y de su nieta diciendo que eran escandalosas y contó los affaire de ellas ante el senado y el propio pueblo.
II. Vivir en público
Séneca escribe sus cartas desde el retiro y su vida privada la presenta como retracción frente a la vida pública y escapatoria para poder convertir la intimidad del hogar en una “cueva de vicios”.
Pero también sostiene que uno debería considerarse dichoso si le es posible vivir en público. La buena conciencia apela al público; la mala, hasta en la soledad se encuentra angustiada y preocupada.
De todos modos luego hay un desplazamiento desde la relevancia socio-política del vivir en público hasta la reivindicación de la más estricta conciencia moral. Este giro de Séneca que va del “vivimos a la vista de todos” al “habríamos de vivir como si viviésemos a la vista de todos” recuerda la falacia que establece que del ser no se puede sacar el deber ser (La guillotina de David Hume: A es B. A debe ser B.)
III. ¿Acaso el público podría ser un tribunal prestigioso?
¿Qué prestigio o excelencia moral le asiste a ese público?
El Otro que puede venir a “verte”, a “vigilarte”, la “policía del pensamiento” no tiene por qué estar investida de valores “correctos”; de allí que uno pueda esconderse para no sufrir la condena social, o porque la sociedad impide una vida moral. Para Séneca lo importante de vivir a la vista de todos es el efecto disciplinario-formal de la mirada del pueblo, y que es inevitable en el espacio físico donde se establecen estas relaciones.
Pero la paideía se centraba en los elementos de la formación que harían del individuo una persona apta para ejercer sus deberes cívicos y el lugar de esos deberes cívicos es la ciudad. La mirada de todos, y la de uno, como unidad conformativa de esa mirada general es necesaria y obligatoria.
IV. Vulnerabilidad y contagio
Para Séneca el sabio tiene que apartarse de la muchedumbre por dos cuestiones: el temor al acoso y el temor al contagio.
A su vez, el estoico tiene buenos motivos para: reconocer los valores múltiples de la sociedad y pensar en términos socio-políticamente positivos en el vivir a la vista de todos (de esta manera rehúye del aspecto nefasto de la vida solitaria o escondida). En cambio para Séneca, el contacto con la multitud nos ofrece, o sugiere,
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