Cuento.

Era este lugar un secreto para la humanidad. La vida de sus habitantes era una composición musical. Las notas musicales sonaban sin cesar y sus pasados, más que vagos recuerdos, eran presentaciones que podían reproducir una y otra vez; este ejercicio les permitia perfeccionar su condición y sus futuras “acciones”. Aquí, todos estaban seguros de que este escenario no había sido creado ni forjado por un dios; aquí no había tal cuestión, aquella idea parecía no existir e incluso no importar. Cualquiera que conociera este lugar, consideraría las ofertas ofrecidas por quedarse en el. No había escenario similar que la humanidad pudiese admirar, vaya, ni siquiera imaginar. Pero los sueños pueden ir más allá de la imaginación y ella lo logró.

Una vez que sus ojos se abrieron, no hizo más que recordar aquel lugar, tratando de descifrar lo que le hacía diferente. Pero, ¿Quién se conformaría con recordar? Por supuesto no era fácil y tendría que volver para así, poco a poco descubrirlo.

Desde que despertó, no hizo más que recordar aquel lugar, tratando de descifrar lo que le hacía diferente. Pero, ¿Quién se conformaría con recordar? Por supuesto no era fácil y tendría que volver para así, poco a poco descubrirlo.

Eso era algo que no comprendería fácilmente y a pesar de que ahora, esta intención se alojaba en ella, prefirió mandarla a aquella rincón de su cabeza. Allí, donde le gustaba acumular todo lo que inquietaba, pues creía que así era como se debía vivir; así era como se vivía donde ella habitaba.

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