Código de ética profesional del administrador de empresas
Enviado por arnoldoflorez • 15 de Mayo de 2020 • Práctica o problema • 1.803 Palabras (8 Páginas) • 153 Visitas
FACULTAS DE CIENCIAS ECONOMICAS Y ADMINISTRATIVAS
ADMINISTRACION DE EMPRESAS
UNIVERSIDAD DE CARTAGENA - SEDE TUTORIAL DE CÉRETE
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ETICA Y VALORES
TUTOR: MARIA DEL PILAR DIZ
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE UNIDAD N°3
PRESENTADO POR:
NOMBRE CIPA: LOS CASABEROS
INTEGRANTES:
MARIA JOSÉ USTA AGUILAR
ARNOLDO FLOREZ CANABAL
RICARDO LAFONT MESTRA
JOSE CUETER CASTAÑO
OBLIGATORIEDAD MORAL
Comúnmente, se utiliza al concepto de ética para definir el comportamiento humano, sin antes hacer una reflexión profunda de este concepto. Hoy vivimos en medio de una crisis mundial de valores. A la gran mayoría de los individuos le resulta difícil saber lo que es correcto y lo que no lo es. Tal como lo afirma Boff (2004), la razón y la pasión son determinantes en la ética de un individuo, toda vez que la razón sienta sus bases tanto en el afecto (valores y pasión) como en el espíritu (contemplación y conciencia). Es significativa la importancia que, en la última década, el tema de la ética ha surgido como una preocupación en casi todas las disciplinas sociales.
Es oportuno ahora definir, ¿Qué es ética?, ¿qué es moral? ¿Son lo mismo o hay que establecer distinciones entre ellas? Sería conveniente hacer una distinción entre ellas; son conceptos que pueden confundirse fácilmente. Si llegamos a emitir un juicio de valor sobre algo o alguien y llegamos a calificarla como buena o mala o dudosa. Es cuando decimos: “Aquí hay un problema ético” o “un problema moral”, o si unimos ambas expresiones: “Aquí hay un problema ético y moral”. Para Ricoeur (2002), la ética son aquellos principios y valores basados en concepciones sobre la vida y el ser humano que orientan a las sociedades en general, mientras que la moral consta de aquellas costumbres, hábitos y acciones culturales que hemos aprendido en nuestro entorno a lo largo de nuestra vida y que rigen nuestro actuar cotidiano.
Según palabras de (Boff, 2004) el individuo puede y debe distinguir, entre los hábitos positivos y negativos aprendidos en su entorno social, a través de los años, basándose en su perfil ético. La moral determina qué conductas son adecuadas y cuáles no en un contexto determinado. Por su parte, la ética se refiere a los principios generales que definen qué comportamientos son beneficiosos para todas las personas. Parece perfectamente claro que la ética tiene un carácter teórico, mientras que la moral hace referencia a lo práctico. Se diría, pues, que la ética dice cómo debemos comportarnos en nuestra vida cotidiana a través de reglas y normas. Mientras que la moral sirve para justificar acciones que no redundan en la ética.
Y esto nos conduce al mundo de los negocios, al área de la administración que se promueve en el sistema capitalista imperante. En el caso de la administración y dada su estrecha relación con las empresas, la ética es vinculada a conceptos como excelencia, calidad, eficacia, productividad, entre otros, quedando, así como factor para el análisis de desempeño y productividad.
En ese orden de ideas, la administración es parte fundamental de la economía global y su impacto social es ostensible. Tanto en el sector empresarial como en la vida de los individuos la administración está implícita. Cabe señalar que la administración, históricamente, se ha vinculado estrechamente al poder económico y político (Guerrero O., 1981). Como profesionales pretendemos administrar recursos o empresas, entonces es justo y necesario conocer a cabalidad todo lo referente a producción, recursos naturales, planta productiva, mercado interno e internacional, estados financieros, entre otros. No se necesitan decálogos o recetas de cómo administrar. Esto se enfrenta, pues, con las acciones empresariales, muchas carentes de ética, plenamente avaladas por el sistema capitalista, dándole poder al individuo para realizar cualquier actividad sin importar que sea excluyente e inequitativa, al fin de cuentas, lo único que importa es la acumulación y el bienestar empresarial.
Es oportuno ahora recordar que:
“será deber fundamental de todo administrador de empresas tener presente en el ejercicio de su profesión que su actividad no solo está encaminada a los aspectos técnicos y financieros, sino que deberá cumplir con una función socialmente responsable y respetuosa de la dignidad humana”.
“Y ejercerá la profesión y las actividades que de ella se deriven, con decoro, dignidad e integridad, manteniendo los principios éticos por encima de sus intereses personales y de los de su empresa”. (Acuerdo No. 003, Código de Ética Profesional para los Administradores de Empresas 1987, art 6 y 9)
Como bien menciona Ignacio Ramonet (2003), las empresas hoy únicamente obedecen a dos términos claves: rentabilidad y productividad. Eso en contraposición de empleos precarios, salarios bajos, condiciones laborales indignas, recortes de personal masivos son prácticas cotidianas a nivel global (Rodríguez, 2014). El autor distingue que en la medida que se actúe en función de la ética, en que se afecte positivamente al sistema, éste responderá a favor, y del mismo modo, cuando es afectado negativamente, ese impacto retornará, muy posiblemente perjudicando a la organización. Es pues la intención, no solo fomentar una reflexión sobre la importancia de entender la actitud ética como vía para administrar correctamente, sino incentivarlo para que nos mueva a aplicarla a nivel de nuestro rol como estudiantes, como profesionales, como gerentes, pero, sobre todo, como personas pertenecientes a una sociedad que necesita de entes constructores de un espacio más humano y rico en posibilidades de progreso.
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