Democracia Es Lo De Menos

Desde que era niño he sido testigo de una permanente apología (Alabanza y defensa) de la democracia como la más valiosa conquista de los venezolanos a partir de 1958. Pero a medida que esa democracia se seguía consolidando de manera ritual, elección tras elección, también he sido testigo de la disminución gradual e irreversible de las condiciones necesarias para que los venezolanos podamos realizarnos material y espiritualmente. Entonces me pregunto si será solamente democracia lo que necesitamos en medio tanto deterioro, o si será inteligente creer que superaremos esta desgracia solamente con democracia.

Lo primero que debemos tener claro es que la democracia, sea como método político o sea como forma de organización político-social, no significa, por sí sola, la promesa o la seguridad de la prosperidad y del bienestar de las personas. Una cosa es la democracia, como el menos malo de los sistemas políticos conocidos (parafraseando a W. Churchill); pero otra cosa muy diferente es la visión exitosa o fracasada que tengamos sobre la manera de comprender todo cuanto tenga que ver con la economía.

De nuestra historia contemporánea, lo único que nadie podrá desfigurar ni tergiversar son los números de nuestra economía. Me refiero a los números que revelan nuestro gran e inexcusable fracaso como Nación. Y al observar las condiciones de indignidad y desesperanza en que viven millones de venezolanos desde hace más de 30 años, no solo sería mediocre hablar elogiosamente de “todo” lo que logramos desde 1958, sino que también sería cínico y criminal. Por el contrario, lo único que cabe es imaginarnos todo lo que sí tendríamos si hubiésemos administrado nuestro país con una visión de la economía completamente diferente.

Pareciera que nos ha estado pasando lo que explica aquella parábola de los talentos que escuchamos de cuando en cuando en la Misa: que al que administre mal los talentos que recibió, se le quitará hasta lo poco que haya logrado. Al día de hoy ya son incontables aquellos logros se han ido desvaneciendo frente a nuestras narices. Pero, lamentablemente, son muchos los políticos y los partidos políticos que tercamente no quieren darse cuenta ni reconocerlo, y mucho menos cambiar.

En la administración de nuestro país, entre 1920 y 1957 nos caracterizamos por una gran disciplina fiscal que, como consta en aquellos números que nunca mienten, permitieron que los venezolanos pagáramos nuestra deuda externa en su totalidad. En Venezuela el superávit fiscal era la regla, hasta que, a partir de 1959, el déficit fiscal se convirtió en regla y destino fatal. Así mismo el crecimiento económico real fue convirtiéndose en decrecimiento (negativo) a la par que fuimos incrementando de manera paulatina y “cancerosa” el gasto público burocrático hasta las obscenas proporciones de hoy; además de muchos otros aspectos que serían

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