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Democracia


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2011  •  6.200 Palabras (25 Páginas)  •  453 Visitas

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¿QUÉ SIGNIFICA DEMOCRACIA? Por Juan Botella

Les debemos a los griegos clásicos, entre muchas otras cosas, la palabra democracia. Pero como veremos esa palabra significaba para ellos algo bien distinto a lo que significa el siglo XXI. Y aún más: para los griegos clásicos, su sentido era negativo, mientras que para noso­tros se trata de un término positivo, elogioso.

En su origen, democracia viene de dos palabras griegas: demos, que significa ‘el pueblo’, y kratos, ‘el que gobierna’. Así, pues, una definición simple es esta: llamaremos democracia a aquel sistema político en el cual gobierna el pueblo.

La noción tradicional de la democracia

¿Cómo funcionaban en la realidad las cosas? Para empezar, no existía lo que llamamos Grecia. El territorio griego estaba formado por diversas unidades políticamente independientes entre sí, como Atenas, Esparta o Siracusa. Esas unidades eran pequeñas en términos actuales, ya que estaban formadas por una sola ciudad y los campos de su alrededor; muchos de los campesinos vivían en la propia ciudad, y cada día iban y volvían de sus terrenos, de modo que las distancias no podían ser muy largas.

Cada una de esas ciudades poseía una forma propia de gobierno. En algunas, había una especie de dictadura militar; en otras, el Consejo de los ancianos era el órgano soberano. Pero en algunas, como Atenas, se adoptó un esquema distinto. El órgano máximo era la reunión de todos los ciudadanos: en ella se discutían las diversas propuestas for­muladas y, mediante el voto de cada uno de sus miembros, se tomaban decisiones colectivas (aprobar una ley, declarar la guerra, etc.).

Obviamente, la asamblea permitía discutir y votar, pero luego había que aplicar esas decisiones. Si, por ejemplo, se acordaba declarar la guerra a los persas, alguien debía ira a luchar; haría falta un jefe mili­tar para dirigir el ejército; haría falta recaudar impuestos especiales para pagar los costos de la guerra; y así sucesivamente, Es decir: era preciso tener un poder ejecutivo, una administración que se encargase de llevar a la práctica los acuerdos de la asamblea.

Para hacerlo, los atenienses no establecieron un sistema de fun­cionarios especializados y profesionales como conocemos hoy, sino que prefirieron considerar que esas actividades prácticas también debían estar en manos de los ciudadanos ordinarios. ¿Cómo hacerlo? La idea básica era la consideración de la igualdad: puesto que todos los ciudadanos eran iguales, todos debían responsabilizarse de llevar a cabo las actividades decididas por la colectividad.

Eso significaba que la mayoría de los cargos públicos se desem­peñaban por sorteo: un sorteo justo, precisamente, aseguraba que todos los ciudadanos tuviesen las mismas posibilidades de recibir esos encargos públicos. Para asegurar que todos los ciudadanos pasasen por esas funcio­nes, se estableció también que se desempeñaran durante períodos muy cortos: muchas veces el mandato tenía una duración de sólo seis meses.

Por consiguiente, era el gobierno del pueblo en el sentido de que en la reunión de los ciudadanos se tomaban las decisiones, pero también en el sentido de que los que realizaban las funciones políticas y administrativas eran gente del pueblo, que salían momentáneamente de su condición de ciudadanos “normales” pero a la que volverían al poco tiempo.

En parte, estas reglas se basaban en considerar las funciones públicas como una carga, y no como un premio: la igualdad exigía repartir esa carga entre todos. Por otra parte, se admitía como natural y razonable que se pudiese exigir a las personas realizar sacrificios en beneficio de la comunidad: abandonar su actividad habitual, descui­dar sus intereses personales o, incluso, sacrificar la propia vida, eran comportamientos que la comunidad podía legítimamente exigir a sus ciudadanos.

En este sentido, el término ciudadano tenía un significado más intenso, más profundo, que el que tiene para nosotros: la vida indivi­dual sólo tenía sentido dentro de la comunidad, y dependía esencial­mente de la comunidad. Ese tipo de relación, que llevaba a anteponer los intereses colectivos por encima de los particulares, es lo que funda la definición que el filósofo Aristóteles (384-322 a.C.) daba del hom­bre: zoón politikón, es decir, ‘animal político’, si entendemos que se refiere al animal que vive en el seno de la comunidad humana, de la “polis”. Polis no significaba ciudad en el sentido habitual de la pala­bra, sino ‘comunidad humana organizada’.

De aquí que la noción de patriotismo fuese importante para los atenienses. Patriotismo no significaba nacionalismo, ni exhibición de los símbolos patrióticos, sino entrega, capacidad de renuncia y partici­pación activa.

Pero el patriotismo tenía otras contrapartidas. Puesto que cada uno era responsable de mantener viva la comunidad, debían respetar­se y aceptarse sus valores, de modo que la libertad de expresión quedaba restringida. Así, el filósofo Sócrates fue condenado a muerte por las opiniones que había emitido en la asamblea, que, según la acusa­ción, “podían corromper a la juventud”.

Por otra parte, el demos no incluía a todo el mundo. Para empe­zar, estaban excluidas las mujeres. En segundo lugar, los “extranjeros”, aunque residiesen en Atenas, no podían tampoco tomar parte en las asambleas. Y, finalmente, quedaban excluidos los esclavos (aunque la esclavitud no era un hecho masivo en la Grecia clásica y los esclavos llevaban una vida cómoda, desde un punto de vista estrictamente material).

Finalmente, y para acabar con esta revisión de los elementos críticos de la noción de democracia entre los griegos clásicos, ellos no lo llamaban... democracia. Ese término significaba algo próximo a lo que entendemos por demagogia: la capacidad de manipular a la asam­blea, mediante trucos retóricos, recursos sentimentales, simplificacio­nes exageradas o técnicas similares. La reunión de varios millares de personas, muchas de ellas analfabetas, sin conocimientos sobre los diversos temas sometidos a debate, y en un clima de fuerte presión ambiental, era el caldo de cultivo idóneo para que alguien intentase manipular la opinión ciudadana en su propio beneficio. Se entiende así que Aristóteles considerase que la “democracia” era una forma corrupta de gobierno, consistente en la manipulación de los mecanis­mos de funcionamiento de la po!iteia (término que aplicaba a una democracia que funcionase bien).

Por consiguiente, el origen del término democracia entre los griegos muestra un conjunto de paradojas interesantes:

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