CIUDADANIA Y DEMOCRACIA
Enviado por PATTYSANTOS • 3 de Julio de 2011 • 2.065 Palabras (9 Páginas) • 1.708 Visitas
3. Ciudadanía y democracia
La palabra democracia se usa con frecuencia para expresar una exigencia, una demanda de que en la toma de decisiones sociales se considere la opinión de todas las personas que son o serán afectadas por dicha decisión. Si bien es un término propio del ámbito político, su uso se ha extendido a otros espacios, por lo que no es extraño que, cuando alguien toma una decisión que afecta a otros sin consultarlos, se llegue a decir que dicha persona es autoritaria y no democrática. Así, la palabra democracia y su negación se han vuelto adjetivos utilizados no sólo para las autoridades políticas, sino en general para cualquier persona que toma una decisión que tiene consecuencias en otros.
Es importante conocer la definición de democracia y cómo está íntimamente ligada al Estado de Derecho y a la defensa de los derechos humanos, a la participación ciudadana y al pluralismo, y que, a pesar de ser hasta ahora la mejor forma de gobierno conocida, también tiene sus problemas.
Formas de gobierno. El concepto de democracia se usa propiamente para una determinada estructura de poder político, es decir, una forma de gobierno. Ya desde la antigua Grecia se distinguían diversas maneras de gobernar y una de ellas era, precisamente, la politeia, democracia. Tomando en cuenta el número de personas que ejercen el poder, Aristóteles planteó tres formas de gobierno: la monarquía, cuando una sola persona detenta el poder político; la aristocracia, cuando un pequeño grupo tiene el poder político; y, por último, la politeia, cuando muchos —la mayoría— ejercen el poder político.
Para Aristóteles no sólo era importante distinguir las formas de gobierno de acuerdo con quiénes gobiernan (si uno, pocos o muchos), sino también cómo lo hacen, es decir, si lo hacen bien o mal. ¿Cómo hacer esta última distinción? Teniendo presente el fin que todo gobierno debe tener: alcanzar el bien común. Así, el criterio para distinguir cuándo una forma de gobierno es buena o mala se refiere al tipo de interés que persigue el gobernante: el social o el individual. Las formas buenas serían aquellas en las que el poder se aplica en la búsqueda del interés común; las formas malas, aquellas en las que el poder se ejerce para alcanzar intereses propios. Estas últimas son consideradas formas corruptas o degeneradas porque van en contra del fin que debe tener todo gobierno; en ellas el poder político se desvía de su objetivo principal que debe ser, como dijimos, el bien común.
De esta manera, en Aristóteles, el gobierno de uno se llama monarquía cuando es bueno, y tiranía cuando es malo, porque ve sólo por los intereses del monarca; el gobierno de pocos se llama aristocracia cuando es bueno, y oligarquía cuando es malo, porque persigue sólo los intereses de unos pocos, que son los ricos; y, el gobierno de muchos se llama politeia.
Si bien la clasificación aristotélica de las formas de gobierno ha sido una de las más importantes, a lo largo de la historia se han elaborado otras tipologías. Entre las propuestas contemporáneas es de mencionar la clasificación hecha por Hans Kelsen, que comprende sólo dos tipos de gobierno: la autocracia y la democracia. Para este jurista, el único criterio riguroso para distinguir los tipos de gobierno es la manera en que una constitución regula la producción y modificación del ordenamiento jurídico que caracteriza a un Estado de Derecho. Sólo existen dos maneras de producir dicho ordenamiento: desde “arriba” o desde “abajo”. Decimos desde arriba cuando los destinatarios de las normas no participan en su creación; y desde abajo, cuando sí lo hacen.
Para Kelsen, sólo en este último caso los miembros de una sociedad son libres, porque son ellos mismos los que establecen el ordenamiento social y lo que se debe hacer en él; en este sentido, lo que quieren y lo que deben hacer coincide. A diferencia de la democracia, en donde el orden legal del Estado se identifica con la voluntad de los miembros de la sociedad, la autocracia se caracteriza por la servidumbre. Esto se debe a que en una autocracia los miembros de la sociedad están excluidos de la creación del ordenamiento jurídico, que fija lo que se debe hacer sin importar qué es lo que ellos quieran.
Democracia. A pesar de sus diferencias, tanto en Aristóteles como en Kelsen los tipos de gobierno dependen de quiénes pueden participar en la toma de decisiones que afectan a toda la sociedad. Por eso, el filósofo italiano Norberto Bobbio propuso, en su libro El futuro de la democracia, la siguiente definición mínima de esta forma de gobierno: “Por régimen democrático [se entiende primeramente] un conjunto de reglas procesales para la toma de decisiones colectivas en el que está prevista y propiciada la más amplia participación posible de los interesados.” En este conjunto de reglas que caracteriza a la democracia destacan las siguientes:
1. Todo ciudadano con mayoría de edad, sin ningún tipo de distinción, tiene derecho, por medio del voto, de expresar su opinión o elegir a quien la exprese por él.
2. El voto de todos los ciudadanos tiene el mismo peso.
3. Los ciudadanos tienen la libertad de votar según su opinión formada lo más libremente posible, es decir, a partir de una competencia libre entre grupos políticos organizados.
4. El voto debe ser una elección, es decir, debe haber alternativas reales.
5. El principio de mayoría numérica rige para las deliberaciones colectivas y para las elecciones.
6. Las decisiones tomadas por mayoría no deben limitar los derechos de las minorías, principalmente el derecho de volverse, bajo las mismas condiciones, mayoría.
Sobre estas reglas es importante hacer algunas observaciones. Con relación a la primera, que establece quiénes pueden participar, es necesario hacer dos señalamientos. Primero, así como la democracia es un logro histórico fruto de diversas luchas sociales, el establecimiento de quiénes pueden participar en ella también ha variado históricamente a partir del reconocimiento paulatino de diversos sectores que habían sido excluidos. Si bien cada país ha tenido su propio desarrollo, del caso de México podemos poner los siguientes ejemplos: es en 1953 cuando se otorga el derecho al voto a las mujeres y en 1969 cuando se concede la ciudadanía a todos los mexicanos mayores de 18 años. Segundo, si bien una democracia se caracteriza por la mayor participación
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