PLURALISMO CULTURAL DEMOCRACIA Y CIUDADANIA
Enviado por eiserbmx • 9 de Julio de 2011 • 2.670 Palabras (11 Páginas) • 1.918 Visitas
PLURALISMO CULTURAL, DEMOCRACIA Y
CIUDADANIA
Rubén Sánchez David
El mayor reto que debe asumir el país es imaginar y crear nuevas instituciones que enfrenten los dos grandes problemas que amenazan a su democracia: por un lado, la irrelevancia de las instituciones actuales frente a los poderes fácticos y, por otro, la incapacidad de dar cuenta de la agenda de demandas sociales por la exclusión de vastos sectores de la sociedad. Ambos propósitos pasan por una ciudadanía que se transforme en estrategia política para quienes luchan por transformar un cuerpo social plural, desvertebrado e intolerante en una sociedad integrada y solidaria, y por un cambio de las estructuras de poder en Colombia.
El concepto de ciudadanía ha sido siempre polémico. Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en un tema central en los contextos políticos y teóricos, en la medida en que la ciudadanía se ha desarrollado con diferentes significados a través de la práctica política. El propósito de esta reflexión es indagar acerca de las posibilidades de alcanzar la estabilidad democrática en una sociedad propensa al pluralismo cultural mediante el fortalecimiento de la ciudadanía.
Cultura política y sostenibilidad democrática
El forjar una cultura democrática para consolidar la voluntad mayoritaria de vivir en democracia se ha convertido en un imperativo. En efecto, la democracia, además de ser un régimen político basado en la libertad, la justicia y la equidad, es también un modo de vida, una forma de cultura que se manifiesta en un sistema de creencias, valores, actitudes y hábitos de convivencia. Democratizar los patrones culturales de una sociedad significa, entonces, contar con herramientas que sirvan para confeccionar una trama de valores y prácticas democráticas en los intercambios sociales y políticos, desde la experiencia de lo cotidiano hasta las relaciones institucionales.
El desafío para el fortalecimiento de la democracia en Colombia se centra en la transformación de las tradiciones autoritarias y antidemocráticas que impiden una participación más directa de los diversos sectores, especialmente de los más marginados. El asumirlo implica desarrollar políticas consecuentes con el propósito democratizador, principalmente a través de la cultura y la educación como espacios privilegiados desde los cuales se pueden internalizar eficazmente los valores ciudadanos y abrir caminos de movilidad social y económica.
Colombia, como el resto de países latinoamericanos, debe enfrentar profundos cambios operados por la globalización económica que reconfigura las identidades en el marco de una estructura que vincula lo local a lo global. Este cambio en los imaginarios colectivos se ve afectado también por el debilitamiento de la nación como referente principal de una cultura y por el surgimiento de una multiplicidad de nuevas identidades que no encuentran formas de articulación con la institucionalidad política. En consecuencia, la articulación de estas nuevas identidades colectivas y diferentes formas de expresión de la ciudadanía constituye una tarea fundamental. Dicha tarea está ligada a la redefinición del papel del Estado como facilitador de la acción de diferentes sectores de la sociedad y a la potenciación de la sociedad civil como reconstructora de la esfera pública.
En el marco del problema planteado, una cuestión esencial es determinar de qué manera las actividades culturales pueden contribuir a una cultura democrática, una cultura que se consustancia en la opinión pública. La respuesta a dicho interrogante no puede ser otra que aumentar el nivel de información de la población e incrementar la capacidad de análisis de los ciudadanos a fin de mejorar su capacidad crítica y fortalecer su sentido ético.
Para que la democracia se convierta en una forma de cultura es menester ampliar la visión minimalista de la democracia política circunscrita a su condición formal, sin excluirla, y consolidar la idea de una eficacia social de la democracia. En efecto, la democracia depende del respeto hacia la libertad de expresión, las elecciones y el principio de la mayoría pero para que funcione depende también de ciertas condiciones sociales mínimas. Si estas condiciones no existen, es difícil que la democracia se sostenga a largo plazo. En particular, es importante que la cultura se distinga por su tendencia a la inclusión y a la corrección de las desigualdades. Ello requiere la presencia activa de las instituciones del Estado, la tolerancia ante las diferencias, la redefinición del espacio público no estatal y la conformación de entidades democráticas. En la actualidad, la democracia presupone un desarrollo de la individualidad, la libertad personal y del sentido autónomo de identidad, pero no puede olvidarse que tanto la construcción como el acto de optar por unos valores o rechazar otros es fruto de la vida en sociedad.
Pluralismo y ciudadanía
El tema del pluralismo cultural y sus consecuencias sociales y políticas alimenta buena parte de las reflexiones del mundo contemporáneo, cada vez más interrelacionado y caracterizado por una movilidad social sin precedentes que da lugar a transacciones económicas y contactos interculturales en todos los ámbitos. De allí que la tarea de ordenar la diversidad haya pasado a un primer plano.
Ciertamente, ninguna sociedad es totalmente homogénea y el sentido de pertenencia de las personas a un grupo depende de cuáles de las características que comparten sean consideradas más importantes en un momento dado; pero es evidente que, sobre todo en tiempos de inestabilidad y de cambio, los individuos necesitan poseer un fuerte sentimiento de pertenencia que los una firmemente a la sociedad y que los haga identificarse con sus instituciones políticas y aceptar su legitimidad.
De otro lado, a diferencia de los demás seres vivientes, a los humanos les resulta imposible convertirse en miembros plenos de su colectividad con lo que la naturaleza les da al nacer. Para vivir en sociedad, es necesario observar el conjunto de normas de comportamiento que la sociedad ha establecido como válidas y necesarias para la convivencia de sus miembros. Sin la existencia de normas que regulen la conducta de los seres humanos y sin sentido de pertenencia, la vida en comunidad es imposible. En este sentido, las personas devienen tales y adquieren el status de ciudadanos a través de complejos procesos de socialización que inculcan en ellas el sentido de pertenencia a la sociedad. No obstante, aunque las identidades culturales tienen gran resonancia, no existen identidades de grupo predeterminadas e inmodificables. La identidad, que depende de
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