Dimensión temporal

Dimensión temporal

Un ejemplo para explicar la dimensión temporal es la concepción temporal de los habitantes de la Edad Media. A diferencia de lo que sucede hoy en día, donde damos primordial importancia a la precisión de la medida del tiempo, en la Edad Media existía una indiferencia hacia la precisión cronológica. El tiempo era “fundamentalmente prolongado, lento y épico; en un ámbito local, el tiempo se teñía de un carácter ético y sagrado” (Ortega, 1999).

En un ambiente sumamente religioso donde los clérigos eran los portavoces de la razón, ellos tenían una concepción del tiempo principalmente escatológica y finalista, es decir, el tiempo lineal era el que importaba ya que todo tenía un principio (el nacimiento) y un fin (la muerte). El tiempo era posesión de Dios y no era nada más que un momento de la eternidad; tenía un sentido, dirección y tendía hacia Dios. En fin, el tiempo era explicado teológicamente y estaba regido por Dios.

Para el simple campesino de esta era, el tiempo era físico y cultural. Para el tiempo físico se utiliza como referente principal y natural al sol ya que este daba inicio y fin a la jornada de trabajo. Por ejemplo, los campesinos trabajan de 8 a 9 horas en invierno y de 12 a 13 horas en verano. La llegada de la noche representaba peligro, pues no se contaba con herramientas de iluminación que puedan guiar a uno por senderos y caminos. Era poco frecuente e incluso alarmante recibir visitas por la noche; en fin, la actividad del habitante de la Edad Media finaliza por completo al llegar la noche.

El otro tiempo es el tiempo cultural, regido por las campanas de la iglesia. El día se distribuía de acuerdo a las denominadas horas canónicas. Cada tres horas las campanas anunciaban el rezo correspondiente: “a medianoche, maitines; a las 3, laudes; a las 6, prima; a las 9, tercia; a mediodía, sexta; a las 15, nonas; a las 18, vísperas; y a las 21, completas” (Ortega, 1999).

Dimensión espacial y material

Un ejemplo de análisis de esta dimensión son las Favelas en Río de Janeiro. Estos asentamientos informales son claros ejemplos de la lucha por un espacio propio que genera conflictividad social debido a desigualdad económica.

Vivir en las Favelas es sinónimo de vivir dentro de un ambiente de pobreza y criminalidad impuestas. Sus habitantes están limitados al acceso a servicios e infraestructuras que Río de Janeiro ofrece como lo son escuelas, centros comerciales, parques, hospitales, entre otros. De esta forma, se genera una exclusión social ya que los habitantes de esta zona no son aceptados por la sociedad debido a una marcada discriminación socio-espacial. Consecuencia de esta marginación, el conjunto de habitantes de las Favelas es más vulnerables a la delincuencia y es por esta razón que la violencia se propaga fácilmente, empeorando las condiciones de vida. Debido a que las zonas más pobres de las Favelas está habitada por gente desempleada y analfabeta, la única solución que tienen para tratar de salir de la pobreza es convertirse en “mulas” de los capos del narcotráfico, que tienen sus bases en los centros geométricos de cada Favela.

En particular son tres las organizaciones de narcotráfico que tienen el control de las Favelas en Río de Janeiro: Amigos de los Amigos (ADA), el Comando Vermelho y el Terceiro Comando Puro. Como es imposible desvincular al narcotráfico de la delincuencia, uno de los problemas más grandes es la venta ilegal de armas de fuego. Son los narcotraficantes los que imponen las leyes en las Favelas y las hacen cumplir con pistola en mano. Son ellos los encargados del control de tráfico de drogas y de que alguien entre o no a las Favelas. Y también son ellos los responsables de las sangrientas y encarnizadas luchas de poder que solo acaban en muertes por las antedichas armas de fuego ilegales que poseen los criminales de las Favelas.

Dimensión de los otros

Adam Smith pensaba que “En la sociedad civilizada (una persona) tiene una permanente necesidad de la cooperación y la ayuda de grandes multitudes, mientras que su propia vida basta apenas para hacer unos amigos” (Arango, 2013)

Hay una clara distinción entre “nosotros” y ellos en el caso de Cataluña. Para esto, se debe tener un contexto de la dimensión de los otros. Las relaciones con los otros se presentan como formas naturales. (Cumare, 2017) En el compendio habla sobre las sociedades y sus  dos propósitos a lo largo de su vida el de objetivar y aprehender por medio de esquemas de categorizaciones.

La sociedad es una interacción constante entre “Nosotros y ellos”, obviamente la  distinción es entre estar dentro del grupo o fuera del grupo, sentir permanencia a un cierto grupo de la sociedad; sin embargo para el entender el “ nosotros” se debe pensar en “ellos”,  es así como el antagonismo de los dos grupos. (Coronado, 2002) Pese a esto el “nosotros” es una expresión que otorga propiedad. Este es el caso de Cataluña aunque ellos se crean “ellos”, habrá España que tiene una cantidad de miembros mayor y que por ende tiene influencia en la forma en que se relacionan; por lo tanto, España tiene mayor potestad a elegir sobre qué pasé con la situación de Cataluña. Dentro de este caso se podría hablar de una cismogénesis complementaria entre el fuerte y el débil, en donde la minoría lamentablemente acata normas del fuerte. Esto es debido a que en esta corriente “las partes afirman su decisión ante ciertos signos de debilidad de la otra, mientras que esta debilita su resistencia al enfrentarse con la creciente de la parte contraria.” (Hernàndez, 2017)

En sociedad aunque no se quiera hay poderes y sería algo irreal decir que todos los seres humanos tienen derecho a cumplir con sus deseos y no porque sea imposible sino por los diferentes puntos de vista que tiene cada ciudadano, no se podrá nunca complacer a todos a la vez. Es así como, la autoconfianza y la seguridad de España alimentan los síntomas de timidez del débil, Cataluña. En pocas palabras, Cataluña a lo largo de los años ha sido sumiso por el poder de España, al que pertenece. Este hecho puede tener el efecto de llevar a las víctimas a la desesperación y desencadenar su rebelión, lo que últimamente ha estado pasando. En fin la minoría, entonces, se verá obligada o bien a recluirse en un ghetto o bien a cambiar su estrategia por otra. (Lara, 2015)

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