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Discurso Del Metodo


Enviado por   •  19 de Mayo de 2013  •  1.440 Palabras (6 Páginas)  •  373 Visitas

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El presente trabajo hace un breve recorrido del libro “El Discurso del Método”, obra del filósofo francés René Descartes, este libro fue escrito en el año de 1637. En este libro se exponen diferentes apartados en los cuales se van desglosando temas epistémicos sobre el método para llegar al conocimiento.

Al hablar sobre el método, no se habla de un método general, se habla sobre la vivencia del autor en la creación y confección de su propio método, dejando así, plasmado en esta obra filosófica una breve reseña de su recorrido por el vasto mundo del conocimiento.

En la primera parte de esta obra filosófica se exponen las consideraciones acerca de la ciencia. Aquí se describe como el conocimiento y los juicios hacia el mismo son subjetivos, y van variando dependiendo de la persona que adquiere ese conocimiento, y es aquí en donde entra en debate la perspectiva y la manera en cómo cada persona ve las cosas y las evalúa, contrastando con las evaluaciones o juicios de los que le rodean.

Cuando se realiza un juicio se debe ser cuidadoso y no caer en la pretensión, ya que si bien la elaboración de juicios es subjetiva, debemos aprender a ser humildes en nuestras opiniones, así como mantenernos firmes al momento de expresar nuestras propias ideas. No todo lo que es cómodo y útil para nosotros debe serlo para los demás.

Descartes expone su necesidad de abandonar el camino de los doctos para poder buscar su propio camino y descubrir nuevos patrones para llegar al conocimiento, aunque no se desliga del todo de este camino docto, pues esclarece que las ciencias establecidas pueden llevarnos a recorrer inmensos caminos hacia el saber en donde el viaje no será desafortunado, sin embargo, planteas que un exceso en ese camino puede llevarnos a convertirnos en ajenos a nosotros mismos y nuestras creencias.

Es importante saber que el método algunas veces sale sobrando, ya que el ingenio también es parte importante del conocimiento, podemos llegar a ser grandes disciplinarios en alguna rama sin conocer muy a fondo la disciplina misma y salir airosos gracias a nuestro ingenio; fruto de nuestro recorrido en un camino propio lleno de pruebas, experiencias y reflexiones sobre lo aprendido hasta ese momento.

La segunda parte del libro habla acerca de las reglas principales sobre el método. En esta parte Descartes deja muy en claro que nuestro juicio se ha visto nublado y obstaculizado por nuestros propios apetitos y nuestro prójimo, y gracias a esto no podemos tener la capacidad total de hacer juicios claros y sólidos con respecto a lo que se sabe y se da por sentado.

La regla general que se establece en el texto es aquella que plantea el constante aprendizaje sobre nuevos cimientos, y evitar construir conocimiento sobre cimientos ya utilizados y por ende, no sujetos con la firmeza suficiente para poder sostenerse en el mundo intelectual.

Al momento de nosotros establecer nuevos cimientos para construir conocimiento nuevo debemos fundamentar esa propuesta para no caer en una falacia de conocimiento.

Cuando aprendemos a observar y analizar las cosas difíciles se vuelven fáciles. Este proceso nos lleva a juicios objetivos en donde la suposición no tiene lugar, en su puesto encontramos revisiones, seguidas por soluciones para crear conocimiento.

Las reglas de moral (del método) anuncian el título del siguiente apartado del texto. El autor considera tres reglas (máximas) morales sobre las cuales debe estar basado el método. Siguiendo estas tres reglas no tiene porque desvirtuarse el conocimiento.

La primera regla establece la firmeza en nuestras creencias, mantener una postura recia sobre quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, no enajenarnos de nuestra libertad y ser objetivos.

La segunda regla postula firmeza en nuestras acciones, capacidad de análisis, y evitación de actos que conlleven a una doble moral, esto quiere decir, alejarnos de prácticas que en un principio nos parezcan buenas o convenientes, y en otro instante, por no saberlas manejar adecuadamente, considerarlas malas. Esta máxima también establece un movimiento continuo en nuestro viaje intelectual; aunque se pierda el objetivo principal de vista se debe seguir caminando, no dejarse caer en el ocio (andar en círculos) y continuar explorando hasta llegar a un punto concreto.

Por último en este apartado se plantea la tercera regla moral

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