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Discusion Imaginaria Entre Marx Y Bakunin


Enviado por   •  6 de Marzo de 2013  •  8.903 Palabras (36 Páginas)  •  539 Visitas

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a <<BBC>> de Londres emitió en octubre de 1962 el siguiente diálogo imaginario entre Marx y Bakunin, del cual es autor Maurice Cranston. El autor se ha esforzado en reconstruir el cambio de ideas entre ambas personalidades con motivo de su encuentro en Londres el 3 de noviembre de 1864. Traducimos esta conversación imaginaria de la revista <<Anarchy>>, Londres, diciembre de 1962.

BAKUNIN. - Mi querido Marx, puedo ofrecer­te tabaco y té. Temo, sin embargo, que mi hospitali­dad resulte frugal. En estos momentos me hallo em­pobrecido.

MARX. - Siempre he sido pobre, Bakunin. To­das las formas de la pobreza me son conocidas. Es el peor de los males.

BAKUNIN. - La esclavitud es el peor de los males, Marx, no la pobreza. ¿Una taza de té? Lo tengo siempre a punto; en este Londres las amas de casa son muy atentas. Cuando vivía en Paddington Green había allí una, llamada Gracia -una bonne à tout faire-, que subía y bajaba escaleras todo el día y parte de la noche con mi agua caliente azu­carada.

MARX. - Si la clase trabajadora llevase una vida dura en Inglaterra, seria la primera en suble­varse.

BAKUNIN. - Seria... ¿Pero lo será?

MARX. - Ella o los alemanes.

BAKUNIN. - Los alemanes no se insurgirán ja­más. Morirán antes de hacerlo.

MARX. - No es cuestión de temperamento na­cional, Bakunin; es cuestión de progreso industrial. Allí donde los obreros posean conciencia de clase...

BAKUNIN. - No hay conciencia de clase aquí en Inglaterra. La criada de que hablaba antes era completamente dócil, resignada, sumisa. Dabame pena verla tan explotada.

MARX. - Al parecer, tú mismo no dejabas de explotarla.

BAKUNIN. - La explotación reina en Londres por todas partes. En esta vasta ciudad, repleta de mi­seria, escuálidas, oscuras y sórdidas callejas, nadie se atreve a levantar una barricada. No, Marx éste no es un lugar para un socialista.

MARX. - Sin embargo, es casi el único lugar en que se nos admite. He permanecido aquí quince años.

BAKUNIN. - Lastima que no me conocieras en Paddington Green. Estuve allí mas de doce meses. Al examinar tú tarjeta ayer, recordé que nuestros cami­nos no se habían cruzado desde los viejos días de Paris.

MARX. - Tuve que abandonar Paris en 1845.

BAKUNIN. - Si, antes del levantamiento de Dresde, cuando caí, por asi decirlo, en manos del enemigo. Me mantuvieron encarcelado durante diez años. Después me desterraron a Siberia. Como sabes bien, conseguí escaparme para llegar a Londres. Aho­ra se me permite vivir en Italia. Regresare a Floren­cia la próxima semana.

MARX. - Muy bien, al fin vas a poder mo­verte.

BAKUNIN. - Yo siempre me muevo. No soy un revolucionario discreto como tú. Las coronas de Europa me mantuvieron siempre en movimiento.

MARX. - Las coronas de Europa me expulsa­ron a mí también de varios países. Y la pobreza me ha ido forzando a abandonar varios hogares.

BAKUNIN. - i Ah, la pobreza ! Yo voy siempre sin un céntimo, siempre pidiendo prestado a los ami­gos. Debo haber vivido con dinero prestado largas etapas de mi vida ; excepto en la cárcel. Y tengo 50 anos. Pero nunca pienso en el dinero. Es de bur­gueses pensar en el dinero.

MARX. - Eres afortunado. No tienes familia que mantener.

BAKUNIN. - Debes saber que me uní con una mujer en Polonia. Aunque es cierto que no hemos tenido hijos. ¿Más té? Yo, sí. Un ruso no puede vi­vir sin té.

MARX. - Y sois muchos rusos, Bakunin; mu­chos los rusos nobles, para ser exacto. Debe ser difícil, dado vuestro temperamento, penetrar en la men­te del proletariado.

BAKUNIN. -¿Y qué opinas tú mismo. Marx? ¿No eres hijo de un próspero burgués? ¿No es to mujer una von Westphalen, hija del Barón von West­phalen y hermana del ministro del Interior de Pru­sia? Confiesa que todo eso es de un dudoso origen plebeyo.

MARX. - El socialismo necesita de los intelectuales tanto como de la clase obrera. Además, supe mucho de persecuciones y de hambre en frías y des­veladas noches de exilio.

BAKUNIN. - La noche carcelaria es mas inter­minable y fría. Yo estoy tan acostumbrado al hambre que casi no la siento ahora.

MARX. - Creo que la peor de las cosas es ver a los propios hijos perecer por carecer de dinero con que alimentarlos debidamente.

BAKUNIN. - Si, lo creo ; ser condenado a muer­te no es tan malo como podrías pensar. De cierta manera lo tomé más bien como algo hilarante.

MARX. - Desde que permanezco en Londres he vivido en apartamentos amueblados, baratos y sórdidos. He tenido que pedir prestado y comprar a crédito ; tuve que empeñar trajes para pagar el al­quiler. Mis hijos están adiestrados para esquivar a los acreedores diciéndoles que no estoy en casa. To­dos nosotros, mi mujer y yo, mis hijos y una vieja sirvienta, vivimos amontonados en dos piezas, y no hay en ellas un limpio y decente mueble. Yo trato de trabajar en la misma desvencijada mesa donde cose mi mujer y juegan mis hijos; y permanecemos horas sin luz ni provisiones por carecer de dinero para comprarlas. Mi mujer se siente a menudo en­ferma, y también mis hijos, pero no me arriesgo a llamar al médico ante la imposibilidad de pagar sus viáticos y los medicamentos de sus recetas.

BAKUNIN. - Pero mi querido Marx, ¿tampo­co to colaborador Engels? Yo siempre he creído...

MARX. - Engels es sumamente, generoso, pero no siempre le ha sido posible ayudarme. Créeme, he sufrido toda clase de infortunios. Mi peor desgracia ocurrió hace ocho años, cuando mi hijo Edgar falle­ció a la edad de seis. Francis Bacón dice que, en realidad, las gentes importantes tienen tantos con­tactos con la naturaleza y el mundo, son tantas las cosas que las preocupan, que suelen pasar por en­cima de esas pérdidas. Yo, Bakunin, no soy una de esas gentes importantes. La muerte de mi hijo me afectó tan profundamente que siento su pérdida tan amargamente hoy como el mismo día del desenlace.

BAKUNIN. - Si es dinero lo que necesitas, Ale­xander Herzen lo tiene en abundancia. Yo he re­currido a él muchas veces. No veo por qué no to ayudaría a ti.

MARX. - Herzen es un reformador burgués de lo mas superficial. No tengo tiempo para tratar con cierta gente.

BAKUNIN. - A no ser por Herzen no habría podido traducir vuestro Manifiesto comunista al ruso hace de eso unos dos años.

MARX. - Una traducción tardía, pero to la agradezco. Tal vez tengas intención de traducirme ahora Miseria de la filosofía.

BAKUNIN. -- No, querido Marx, yo no situó éste al lado de tus más grandes trabajos. Por otra parte eres demasiado duro con P. J. Proudhon.

MARX. - Proudhon no es socialista. Es un ig­norante, un típico autodidacta de la clase baja, un parvenu en economía

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