EL ATARDECER

EL ATARDECER

Una de las cosas que más me produce calma es mirar el cielo, sobre todo en la famosa “hora dorada”, el atardecer. Su gama de colores es impresionantemente bella.

Me enloquece como puede haber algo tan maravilloso y te transmita tantas emociones como el cielo.

Está ahí, con un azul muy claro con sus nubes blancas como la nieve, produciéndote alegría.

Después puede pasar a tornarse amarillento, las nubes cambian también de color, quizá se vuelven más oscuras, te puede causar un poco de duda sobre tu estado de ánimo, tal vez empezar a dudar de tu felicidad, quizá apreciarla en demasía porque viviste un nuevo día.

Ahora, todo cada vez es más oscuro, sigue el naranja. Llega un punto en el que este enorme lienzo llamado cielo ahora también tiene morado a la vez. Se está apagando. Algunas veces puedes sentir mucha melancolía, te puedes poner a extrañar; o puedes sentir mucha paz, ponerte pensativo de todo lo bueno, a mí me pasa la primera opción, pero también depende del día.

Por último, el cielo se vuelve un azul marino profundo, quizá negro, todo está muy callado y salen a relucir las estrellas. Puedes estar ahogado en tristeza o puedes sentir la calma de la noche, el silencio, la soledad. A veces el silencio suele ser muy ruidoso, te puede poner a pensar mucho. Pensar mucho tampoco es muy bueno, pero siempre habrá si las buscas bien, cientas de luciérnagas que hagan brillar tu vida, que te hagan saber que por cada cosa y pensamiento malo de esta existencia, hay más buenas.

No todo es color de rosa, no todo es alegría, siempre debe haber un equilibrio.  Siempre se pasa por cosas malas para aprender lecciones, por pesadillas para alcanzar tus sueños.

Finalmente, aprendí de las estrellas que no se puede brillar sin oscuridad. [pic 1]

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